

Por: Ismael A. Canaparo
Aniceto Rossi, contrabajista de la orquesta de Osvaldo Pugliese durante muchos años, nació en la población bonaerense de Sarandí, el 4 de junio de 1898.
Fue un gran músico. Las grabaciones lo demuestran nítidamente. Contribuyó a crear el estilo que lo caracterizó a Pugliese. Ha sido un innovador, ya que fue el primer contrabajista en atreverse a tocar una variación a capella, la cual además fue grabada. Se trata del tango “Canaro en París”. Una vez jubilado, no volvió a tocar nunca más y falleció en 1965.
Un tanguero de ley, al que él mismo se califica como “periodista, historiador, escritor, poeta, milonguero y bailarín”, escribió una hermosa semblanza sobre Aniceto Rossi, el 26 de setiembre de 2013. Se trata de José María Otero Rodríguez (1933-2019), argentino de pura cepa, quien se ha destacado en su profesión de periodista en El Gráfico, La Razón, Clarín, las Editoriales Abril y Atlántida. Se desempeñó como jefe de deportes en Canales 7 y 9 de televisión en Buenos Aires y pasó buena parte de su vida al frente de los micrófonos en programas radiales de diversa índole. Fue columnista en El País de España y corresponsal de varios medios. Un experto en el tango, tanto en su historia y su desarrollo, como en su baile. Estuvo radicado en Madrid, España desde 1974. Como escritor tiene un amplio volumen de poemas y tres libros titulados: “EL ABC del Tango”, de Editorial Corregidor, “Versos de lejos”, de Ediciones AUPA y “La llamada del tango”, de Editorial Renacimiento.
“A raíz de un amigo que me habla de Aniceto Rossi, el contrabajista que luciera en la orquesta de Don Osvaldo Pugliese, me pareció que valía la pena dedicarle una página, por su gran contribución al desarrollo del conjunto del troesma, gracias a su capacidad en el manejo del instrumento.
En realidad, la casa de este muchacho parecía un conservatorio musical, dado que su padre y su hermano tocaban el contrabajo, ese ropero tan complicado para llevarlo al trabajo, mientras Aniceto Rossi, se dedicaba a ejecutar el violoncello.
Ocurrió que gracias a su padre le salieron algunos trabajos como contrabajista y poco a poco fue dejando el instrumento que había elegido y decidió realizarse como profesional con el instrumento familiar, que luego le traspasaría a su hijo Alcides.
Aniceto Rossi fue uno de los pilares de la orquesta de Pugliese con el que alternó por primera vez en 1935. Y cuando el pianista de Villa Crespo forma su conjunto definitivo, en 1939, ahí está firme en su puesto de vigía y acompañante vital de la marcación rítmica tan peculiar que definió para siempre el Estilo Pugliese.
El 11 de agosto de 1939, debuta en el palco del Café Nacional de la calle Corrientes, esa formación que componían entonces: Enrique Alessio, Luis Bonnat y Osvaldo Ruggiero en bandoneones; Enrique Camerano, Antonio Pulcio, Julio Carrasco en violines; Aniceto Rossi en contrabajo y Osvaldo Pugliese en el piano. El cantor era Amadeo Mandarino.
En un conjunto poblado de solistas de alta calidad técnica y mucha expresividad musical encuadrada dentro de los cánones de la orquesta, Aniceto Rossi fue uno de los pilares de la misma, por su jerarquía, su sentido de permanencia al grupo y el sonido yumbá que supo plasmar plenamente con su instrumento. Pugliese dialogaba mucho con él - también con el resto- porque estaba totalmente identificado en sus ideas musicales con el director.
Fue muy respetado por sus compañeros y el bandoneonista Esteban Gilardi, le dedicó su tango “Don Aniceto”, que Pugliese grabó con su orquesta el 26 de julio de 1950.
Fue el creador de las variaciones de “Canaro en París”, ese boccato de cardinalli, para los bandoneonistas. Causó mucha extrañeza en el ambiente tanguero, la maravilla que realizara Aniceto Rossi, con el tango de Scarpino y Caldarella. Pero resulta que, en los momentos libres de la orquesta, Rossi ensayaba las partituras con su instrumento. Lo realizaba a modo de ejercicio. Y estando una noche en el Café Nacional, Pugliese vio Rossi como jugaba con las cuerdas haciendo las variaciones de dicho tango. Al vuelo, el director le pidió que en la próxima entrada al palco lo tocase así. Y fue como nació esa rareza, que la orquesta grabó por vez primera el 28 de noviembre de 1949.
Estando la orquesta de gira por Japón en 1960, su hijo Alcides, le informa por carta que le había salido la jubilación. Al regreso, Don Aniceto decidió abandonar definitivamente la música profesional. Al llegar a Buenos Aires, Alcides Rossi pasaba a ser el nuevo contrabajista. Para ello debió dejar la orquesta de Aníbal Troilo, que en su tono amistoso y cordial de siempre, le dijo: "Vaya nomás, que con esa orquesta ganará más que conmigo, porque es una cooperativa".
Hace algunos años, la Sociedad Argentina de Tango presentó un documental sobre los extraordinarios contrabajistas de tango Aniceto y Alcides Rossi. Padre e hijo. Ambos, iluminadores y fundadores de nuevos estilos, cada uno en su momento. Creadores de técnicas y articulaciones que han marcado la historia del tango y la música. Con la humildad de los grandes, con la sencillez de quien sabe, estos dos músicos han formado parte de las orquestas fundadoras del género, como las de Aníbal Troilo, Alfredo Gobbi, Osvaldo Pugliese y el Sexteto Tango, entre otros.
Contaba Aniceto: “Cuando Pugliese caía preso, él hacía las orquestaciones en la cárcel de Devoto. Estaba en el piso once, lugar de los cuadros políticos. Yo las llevaba y después las ensayábamos con la orquesta. En ese entonces el pianista que reemplazaba a Osvaldo era Armando Cupo”.
Fuente: Tangos al bardo.