martes 01 de abril de 2025

LOCALES | 30 mar 2025

CAMBIO CLIMÁTICO

Cómo deben prepararse las ciudades ante lluvias intensas más frecuentes

Las ciudades están cada vez más expuestas a fenómenos meteorológicos extremos como inundaciones, tormentas e incendios forestales, que provocan la pérdida de vidas y medios de subsistencia, el desplazamiento de personas y daños a las infraestructuras.


Por: Redacción Semanario de Junín

Hay un modelo de gobernabilidad concentrado en el corto plazo. Las catástrofes ambientales y sociales no resultan de una única causa sino de una sucesión reiterada de pequeñas negligencias que se acumulan hasta que el sistema explota.

El viernes 7 de marzo pasado, otro desastre por un temporal afectó a la ciudad de Bahía Blanca, en la provincia de Buenos Aires: generó graves daños materiales, la evacuación de miles de personas y la muerte de al menos 16 personas. 

Es cierto que llovió mucho, pero también que la tragedia aumentó considerablemente por la imprevisión, y no solo eso; hubo informes previos e inundaciones, que podrían haber motivado alguna estrategia preventiva

Desde estas páginas de SEMANARIO advertimos en numerosas ocasiones acerca de la ausencia de obras, de la irresponsabilidad de permitir construcciones, rezonificar áreas deprimidas, permitir levantar espacios habitables en zonas no aptas para ello, cuando claramente, son potenciales factores de riesgo.

Ante cada catástrofe se buscan culpables o al menos responsables. Y si bien contra el clima nadie puede, conviene poner en relevancia la ausencia de previsibilidad en el diseño de las ciudades, pero sobre todo en el modelo de gobernabilidad concentrado en el corto plazo, en reaccionar en el día a día, pero que no logra contemplar los efectos en el largo plazo y gobernar la complejidad del mundo.

Las ciudades de la región enfrentan un mayor riesgo de inundaciones por lluvias intensas. Según un estudio publicado en la revista Global Environmental Change, el promedio de inundaciones anuales en la región aumentó: de cuatro en los años de la década de 1960, se pasó a más de 22 en los primeros años de la década de 2020.

Ya hay pruebas de que el cambio climático inducido por actividades humanas está ocurriendo, y puede aumentar la frecuencia y la intensidad de los temporales, un factor que se suma a otros como las condiciones de vida, los problemas de infraestructura y el deterioro ambiental.

Sin embargo, las tragedias no son inexorables. Hay mucho que se puede hacer para reducir el problema a nivel global y a nivel regional y local según los estudios científicos.

En las últimas décadas, las inundaciones anuales en la región aumentaron de 4 (1960) a más de 22 (2020), según el estudio de Global Environmental Change

Un trabajo reciente publicado en la revista International Journal of Disaster Risk Reduction que lleva la autoría de Simone Lucatello del Instituto de Investigación José María Luis Mora (CONACYT) en México, e Irasema Alcántara-Ayala, del Instituto de Geografía de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) destacó que se debería dar un impulso mayor a las llamadas “soluciones basadas en la naturaleza” (SbN) como un camino para fortalecer la reducción del riesgo de desastres.

Son medidas que trabajan con la naturaleza para abordar desafíos sociales y generan beneficios tanto para las personas como para el cuidado de la biodiversidad.

Incluyen desde intervenciones mínimas, como la protección de áreas críticas para servicios ecosistémicos (que sirven -por ejemplo- para conseguir agua potable), hasta la restauración extensiva de los ecosistemas, como la reforestación y la recuperación de humedales.

Según el trabajo, las soluciones basadas en la naturaleza pueden aportar estos beneficios:

- Reducción del riesgo de desastres: Por ejemplo, los manglares y arrecifes reducen la erosión costera y amortiguan los efectos de tormentas e inundaciones.

- Adaptación al cambio climático: Mejoran la resiliencia de las comunidades frente a fenómenos extremos, como las lluvias intensas y las olas de calor.

- Beneficios económicos y sociales: Generación de ingresos sostenibles a través de forestación y ecoturismo y más empleos.

- Sostenibilidad ecológica: Restauración de ecosistemas dañados, que a su vez mejora la biodiversidad y los servicios ambientales.

- Protección de infraestructura y servicios: Mitigación de riesgos para viviendas, transporte y suministro de agua potable en áreas propensas a desastres.

- Bienestar social: Mejora de la calidad del aire, el acceso a espacios verdes y la salud mental en entornos urbanos.

El científico del Instituto de Biodiversidad Neotropical del Conicet en la Argentina, Edgardo Pero, en una publicación de Infobae resaltó que se debería aumentar la superficie vegetal en las ciudades y alrededores porque “contribuye a la infiltración del agua, a la disminución de la carga de sedimentos de arrastre y a la disminución de la velocidad de la corriente del agua. Esas medidas se deben considerar especialmente en las áreas ribereñas, adyacentes a los cursos de agua”.

El doctor Pero se encuentra evaluando distintas estrategias de restauración de la vegetación ribereña como una solución basada en la naturaleza para abordar problemas como las inundaciones y la erosión de cauces en la Argentina. Lleva adelante proyectos en las provincias de Tucumán y Santa Fe.

RELACIÓN ENTRE LLUVIAS EXTREMAS E INFRAESTRUCTURA VERDE

Según un estudio publicado en la revista Global Environmental Change realizado por Rafael Van der Borght y Montserrat Pallares-Barbera, del Departamento de Geografía de la Universidad Autónoma de Barcelona, en España el aumento de las inundaciones fue favorecido por la urbanización, el cambio climático y la expansión de áreas urbanas en zonas vulnerables.

Los investigadores buscaron abordar cómo una mayor cobertura verde urbana puede mitigar el impacto asociado con las lluvias extremas.

Trabajos anteriores habían destacado que las infraestructuras verdes, como los jardines de lluvia, franjas permeables y renaturalización de ríos, podían ser opciones relevantes para administrar mejor los impactos de lluvias torrenciales.

Es cada vez más importante elaborar planes climáticos locales, actualizar las estrategias de respuesta y adoptar medidas más firmes para mejorar la preparación de las ciudades

Los investigadores se basaron en datos satelitales combinados con métodos econométricos para 630 ciudades de Argentina, Brasil, Colombia, Chile, Ecuador, México y Perú entre 2013 y 2021. Entre otros parámetros, midieron el verdor o la extensión de vegetación densa.

Descubrieron que si un 25% de las ciudades en la muestra hubiera aumentado su cobertura verde por encima del 20% en 2015, se habrían evitado pérdidas económicas equivalentes a 6.500 millones de dólares.

Por eso, los autores concluyeron que la inversión en soluciones basadas en la naturaleza no solo mitiga impactos económicos, sino que contribuye a mejorar la resiliencia urbana frente al cambio climático y la urbanización creciente.

Las políticas más efectivas dependerán del contexto específico de cada ciudad, pero los hacedores de política pública disponen de un amplio abanico de opciones.

Las opciones más obvias son “las políticas tradicionales de uso de suelo y/o zonificación que permiten regular directamente la creación de áreas verdes urbanas. Sin embargo, otras ciudades han usado herramientas más innovadoras como políticas fiscales e impuestos calibrados en base a las áreas verdes presentes en diferentes parcelas urbanas”, indicó.

Pero hay otros aspectos que son claves: Educar y concienciar sobre los beneficios de las infraestructuras verdes es esencial para favorecer su adopción

No obstante, las medidas destinadas a fomentar las infraestructuras verdes deben incorporarse a un conjunto más amplio de reformas destinadas a gestionar estratégicamente el suelo urbano para reducir el riesgo de inundaciones urbanas y adaptarse al cambio climático.

En última instancia, la integración de las infraestructuras verdes en un esfuerzo más amplio de planificación del uso del suelo aclarará cuánto y qué suelo urbano tendrá que ser reverdecido. A su vez, estos factores determinarán los costos y la viabilidad técnica de esta política de reverdecimiento.

 

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