

La relación del presidente Javier Milei con la prensa es muy particular desde su aparición somo showman en los medios de comunicación. Cualquier parangón con lo que pasa con el intendente Pablo Petrecca no es mera coincidencia.
El mandatario nacional es poco y nada afecto a la autocrítica, motivo por el cual cualquier opinión contraria a su accionar o pensar tendrá como contracarga un cúmulo de desprecios y exabruptos, acusando a los periodistas en ese caso de estar “ensobrados” o sea, recibir un dinero “por debajo de la mesa” para decir lo que dicen, o estar “dolidos” porque el gobierno retiró la pauta oficial de los medios lo cual es una falsa, ya que la justicia obligó a informar tal situación y los miles de millones de pesos siguen existiendo en el gasto público pero devengados desde empresas del gobierno que gastan fortunas en publicidad como el caso de YPF.
Para quien no esté al tanto, salvo el Canal 7 o Télam que era el órgano de comunicación del gobierno y que inexplicablemente cerró, los demás medios informativos son empresas privadas que como tal viven de un ingreso que llega desde distintos actores como ocurre en cualquier otro intercambio comercial.
Erróneamente, los medios privados no son un servicio público, aunque sí hayan sido considerados esenciales como ocurrió en la pandemia.
Motivo por el cual, queda claro que resulte natural que los centímetros de texto, los segundos radiales, televisivos y las propagandas no tradicionales (PNT o chivos) en las nuevas tendencias de comunicación tecnológica ya sea en redes o streaming, deban ser facturados y cobrados para la supervivencia lógica de la empresa y los trabajadores que la componen.
Por otra parte, es lógico que también eroguen por publicidad los actos de gobierno a través de una pauta equitativa que involucre a todos los medios y no que eso sirva para establecer relaciones de amiguismo y obsecuencia como ocurre con el gobierno nacional o también en el de Junín.
A nivel nacional la editorial Perfil, ya desde los gobiernos de Néstor y Cristina emprendió una defensa profunda respecto a la equidad de la publicidad oficial y de modo permanente fue a la justicia en su reclamo y obtuvo fallos a favor.
Esa cruzada la mantuvo y quizás no haya sido más relevante por el ocultamiento que hicieron de ella quienes se favorecieron de las prebendas gubernamentales.
Jorge Fontevechia el director de la empresa de medios, lleva adelante un juicio contra Milei por calumnias e injurias y además Perfil hizo una serie de solicitudes para conocer los gastos de publicidad y propaganda de las empresas estatales. Las respuestas fueron variadas: en marzo, por ejemplo, se conoció la cifra que YPF destinó a publicidad en 2024: $97.110 millones. El número representa un aumento de casi un 40% con respecto al año anterior. En los primeros nueve meses de gobierno, el Banco Nación utilizó $1.608.442.495,69 para pauta y Aysa $3.803.460, según respondieron sus autoridades obligados por un fallo de judicial sobre información pública.
De esta manera, nuevamente un gobierno comete el escarnio contra los medios de prensa, cuando no puede sostener su propio relato mendaz, haciendo caso con ello una vez más de que la culpa no es del mensajero.