

Por: Redacción Semanario de Junín
La gestión a la que bautizaron en las redes como los que “comen santos y cagan diablos”, lo hizo una vez más y realmente con su hipocresía cotidiana la intendencia de Pablo Petrecca, muestra su permanente desprecio por los vecinos de Junín.
Justamente en Semana Santa cuando la grey católica apostólica celebra con pasión la muerte y resurrección, en nuestra ciudad los cementerios presentaban un escenario de horror en lugar de venerable respeto hacia los muertos.
4 fotos en secuencias del estado de los nichos del Cementerio Central, el pasado sábado 19 de abril de 2025
No sólo en la falta de mantenimiento de la ciudad en casi todas sus áreas afectando a los vivos, sino también despreciando a los muertos, a los que alguna vez conformaron una comunidad heterogénea pero generosa, haciendo grande el distrito que estos funcionarios con su apatía y falta de profesionalismo, ahora devaluaron hasta lo impensado.
Desde el 2018 y así lo muestran los archivos, cada año SEMANARIO ha detectado este tipo de atrocidades en las necrópolis de Junín, da lo mismo si es el Cementerio Central como el del Oeste; el denominador común es la falta de trato respetuoso e igualitario por parte de un Ejecutivo que no conoce ni de uno ni de lo otro.
El abundante material gráfico que acompañamos es parte de lo que nos hicieron llegar los lectores y de nuestra visita el fin de semana al Cementerio Central, en torno a la fiesta de recogimiento cristiano que se celebró.
Otra secuencia de 4 fotos de las imágenes que nos hicieron llegar, más nuestra visita para corroborar el pasado sábado 19/4/25
Funcionarios bestiales que desocupan un lugar en los nichos derruidos para poder facturar, sin que lleguen las mejoras y los dineros ingresados terminen en cualquier lugar menos en el necesario, como ocurre con la mugre de las calles, los caminos suburbanos y rurales.
Es verdad que en el vértigo que les impone la modernidad a algunos, no queda tiempo siquiera para el duelo; pero el Estado debe seguir cumpliendo con sus obligaciones y brindar un servicio en el que debe primar la calidad, pero por sobre todo el respeto y no esta burla clasista de exponer los restos mortuorios de los olvidados y no hacerlo acaso con los de los nombres ilustres de las bóvedas ruinosas.
Aceptar que los cementerios de la ciudad sigan estando de esta manera y que detrás de un pedazo de tela plástica se esparzan calaveras, huesos, ataúdes de adultos y niños, bolsas de material orgánico y junto a ellos observar cuadros tan patéticos de un inodoro adentro de un nicho al lado del cajón mortuorio; es reconocer y aceptar tristemente la decadencia de nuestra comunidad en manos de un administrador fotogénico ocupado únicamente en visitar a sus socios políticos en algún lugar del país o recorriendo la noche juninense comiendo “de arriba” en las inauguraciones de comercios de la ciudad.
Esta “modernidad líquida” de la que hablaba Zygmunt Bauman y emprendida por los pseudo representantes del pueblo que deploran la historia para creerse que fundaron el distrito: en lugar de pasar las topadoras en los caminos, las intentan pasar por la memoria colectiva.
Se tornan falsamente emotivos cuando reabren un viejo teatro para favorecer los negocios de sus amigos, pero no tienen pruritos a la hora de tirar -sin más- al basurero municipal los restos mortales de quienes nos precedieron y que seguramente ni en sus peores pesadillas soñaron con semejante brutalidad e indiferencia.