

La Santa Sede inició una revisión de sus protocolos tradicionales, sin alterar el rito, pero reforzando todo lo que lo rodea. Los tiempos de los “fumus” y los juramentos de silencio han sumado un nuevo actor: el apagón digital total. El concepto es claro: cerrar cualquier vía de acceso, comunicación o escape para regresar al aislamiento completo, pero empleando medios modernos. Esto supone un cambio cultural dentro de la institución más antigua de Occidente, reconociendo que la protección espiritual también requiere una defensa en el ámbito digital.
Ya no basta con confiar en la discreción humana. Ahora, se necesita un entorno hermético a la tecnología. El Vaticano ha comprendido que preservar la santidad del Cónclave requiere, hoy, una arquitectura más cercana a la de una operación de inteligencia que a una mera reunión clerical.
Sin señales, sin dispositivos, sin margen de fuga
La preparación para el próximo Cónclave ha incluido un despliegue tecnológico sin precedentes en el Vaticano, en especial dentro de la Capilla Sixtina. Según detalló Corriere Della Sera, técnicos especializados trabajaron arduamente para convertir el histórico recinto en una zona hermética desde el punto de vista informático
Entre las principales medidas se encuentran:
Frente a la exposición creciente, la Santa Sede se vio obligada a salir en busca de aliados. En un hecho inédito, recurrió a empresas privadas extranjeras y a la colaboración estatal internacional para construir su nueva infraestructura de ciberseguridad.
Entre las compañías contratadas figuran Cip, una firma británica especializada en protocolos cifrados y defensa digital para organismos gubernamentales. Y Radure, una empresa israelí reconocida por su experiencia en tecnologías de defensa activa y vigilancia segura.
Además, la Agenzia per la Cybersicurezza Nazionale (ACN) de Italia fue incorporada como socio estratégico. Este organismo coordina el intercambio de información crítica y garantiza una respuesta rápida en caso de ciberataques o filtraciones durante el Cónclave.
La estrategia incluye sistemas de detección de intrusos, monitoreo continuo, análisis de tráfico en tiempo real y simulaciones de escenarios de crisis. El Vaticano ha optado, por primera vez, por una arquitectura híbrida: infraestructura interna aislada y soporte externo constante.