

Santi Maratea volvió a ser tema de conversación en redes sociales. Esta vez, no por ayudar a nadie en específico, sino por lanzar un proyecto tan peculiar como ambicioso: crear un club de fútbol en el que él mismo sea el jugador estrella… a sus treinta y pico, sin haber pisado jamás una cancha como profesional.
El anuncio lo hizo, como ya es costumbre, a través de un video en su cuenta de Instagram. Con tono épico y emoción medida, explicó que su nuevo sueño es convertirse en el “primer futbolista del mundo con socios propios”. Pero no se refería a socios de una institución, sino literalmente de él mismo como persona. “Mi historia, mi nombre, mis sueños… con bandera, con escudo, con camiseta”, dijo, como si estuviera relatando una hazaña digna de documental.
Un club para él solo
Según Maratea, la iniciativa tiene una base emocional profunda: quienes lo siguen serían los que lo “sostienen” y no simples espectadores. En su visión, si esas personas se organizan y colaboran económicamente, podrían darle el empujón necesario para concretar su sueño futbolero.
Por supuesto, en redes no tardaron en llover las reacciones. Muchos lo tomaron como una genialidad del absurdo, una especie de experimento social sobre hasta dónde se puede estirar el cariño de sus seguidores.
Otros, más ácidos, se limitaron a señalar que una vez más “los está tratando de boludos, y le va a salir bien“. No faltaron quienes sugirieron nombres para su futuro equipo: “Club Atlético Egocéntrico Unidos”, “Maratea Fútbol Club”, o directamente “Club de los que garpan para que juegue el jefe”.
Entre memes y cierto “aguante”
Sin embargo, también hay que reconocer que todavía conserva un núcleo duro de fanáticos incondicionales, dispuestos a poner plata en cualquier iniciativa que proponga, incluso esta. Ya lo han acompañado en cruzadas mucho más nobles, como la compra de medicamentos, traslados sanitarios o causas ambientales. ¿Por qué no hacerlo ahora para verlo tirar una rabona en una cancha de pasto sintético?
En paralelo, Maratea asegura estar tomando el asunto en serio. Contó que logró bajar once kilos, dejó de fumar y entrena con la Reserva de Colegiales, el club del ascenso argentino donde intenta sumar experiencia (aunque más no sea en los entrenamientos). Todo un cambio de vida para alguien que hasta hace poco era más habitué de podcasts y fiestas que de precalentamientos y tácticas defensivas.
Por lo pronto, su nuevo objetivo está en marcha. ¿Es un sueño legítimo o una performance disfrazada de ilusión? Difícil saberlo.
Lo que sí está claro es que Maratea volvió a hacer lo que mejor le sale: ponerse en el centro de la escena y dejar que los demás decidan si lo siguen… o si esta vez le cantan el “offside”.