

Por: Redacción Semanario de Junín
Para bien o para mal de los juninenses; el agua corriente, al igual que el sistema de cloacas está a cargo de la municipalidad, a diferencia de otros distritos donde el servicio es provisto por terceros y de esa manera, hay quien pueda ejercer un control o arbitraje, cuando se presenta algún conflicto como el acontecido en nuestro medio.
Precisamente en el inicio de esta semana, los vecinos de la ciudad empezaron a manifestar una creciente preocupación por la disparada de cuadros de gastroenterocolitis con epicentro en los barrios Los Almendros, La Merced, Las Marías, Petit France, Gregorio González y Virgen del Carmen.
Rápidamente los funcionarios municipales salieron a buscar a quienes los criticaban, antes que a las bacterias.
Por eso en un comunicado decían estar “analizando la situación” y pidieron a los vecinos “no dejarse llevar por información no verificada ni por mensajes anónimos, sino por los canales oficiales”.
Claro que cuando el municipio dice “canales oficiales” se refiere a sus propias fuentes y a los medios tradicionales de comunicación que repiten falsedades.
Sin embargo, es difícil confiar en la palabra de los funcionarios petrequistas que al igual que su mandamás, ante cada problema prefieren negarlo a solucionarlo.
El problema del agua es Junín no es nuevo y va más allá de las cuestiones relacionadas con el arsénico que nos envenena metódicamente sin sentadas por horas en el inodoro o el caso de altos contenidos de nitritos y nitratos.
En este caso puntual se trata de los deficientes controles bacteriológicos tanto en los laboratorios, como en la recogida de muestras o en el “dejar hacer, dejar pasar” que existe en el municipio respecto al tema ambiental.
Si bien durante toda su gestión a Petrecca y su cohorte le ha interesado poco y nada llevar adelante la obra de una planta depuradora para no seguir tirando nuestras propias miasmas allende la laguna El Carpincho, dirigidas hacia los vecinos chacabuquenses; poco puede importarle que se sigan vaciando camiones atmosféricos en el Río Salado y que lleguen a ese curso de agua desagües industriales que no son controlados. Todo ese contenido y más aún tras los años de sequía bien podrían estar llegando a los pozos viejos, como a los nuevos.
Tampoco podrían afirmar los funcionarios que no existan filtraciones de los desagües cloacales hacia las napas, llevando consigo y por percolación toda una batería de bacterias del tipo Escherichia coli, principal promotora de este tipo de cuadros de gastroenteritis, que tampoco son novedosos.
MEMORIA Y VERDAD
En marzo del 2023, el ya renunciado ex secretario general del municipio Luis Chami, pidió informes a la justicia por el tema de la seca de la laguna, pero en declaraciones a SEMANARIO destacó no sólo la pérdida de la fauna íctica “que dejó devastada la población de pejerrey”, sino que puso el acento en la calidad del agua de la red domiciliaria producto de la baja de las napas y la mayor proliferación de bacterias. “Hay una gran cantidad de afectados por esta situación, me pasó a mí personalmente y a mi familia, de tener problemas intestinales y hay lugares de atención de la salud a los cuales llegan gran cantidad de vecinos con los mismos problemas”. Además Chami agregó que “la falta de una planta depuradora y el vertido de líquidos sin tratamiento en el río Salado que quedan estancados por falta de correntada, están generando una gran fuente de contaminación en Junín”.
Aquella acción de amparo de Chami fue interpuesta “por derecho propio como ciudadano y residente de Junín, consumidor de agua potable de la ciudad y concurrente al Parque Natural Laguna de Gómez”.
PEDIDO DE INFORMES
Una vez más el Concejo Deliberante, votó por unanimidad un pedido de informes para conocer la calidad del agua. Hay desde hace años otros que se apilan sin respuesta.
Pero en función de las quejas en las redes sociales, ahora la municipalidad tardó menos de 30 horas para decir que: “Terminados los análisis de laboratorio correspondientes y luego de haber esperado el tiempo necesario, los pozos 36 y 37, ubicados en la zona de la ciudad donde mayor cantidad de casos de gastroenterocolitis se registraron, han arrojado como resultado: Potable – apta para consumo humano».
Agregando que “en el marco de un permanente monitoreo y seguimiento de la situación, desde el municipio se continúa, según indican los protocolos para estos casos, con la toma de muestras en diferentes pozos y domicilios de la ciudad”.
Al fin y al cabo, sólo controlaron dos pozos de lo que consideraron la zona más “caliente” de los brotes, pero no hubo un solo funcionario de salud que al menos diera una explicación de qué hacer frente a esta patología.
La información básica al respecto indica que “la Escherichia coli es una bacteria que puede causar enfermedades si produce una toxina denominada Shiga. Puede encontrarse en los alimentos y en el agua, aunque también se transmite por contacto entre personas. Saber cuáles son sus reservorios y cómo llega al agua y a la comida que ingerimos es fundamental para prevenirla”.
También debemos conocer cuáles son los límites máximos de presencia de esta bacteria en el agua para saber si debemos desinfectarla o revisar los sistemas de tratamiento de que disponemos. Algo que -lamentablemente- no sabemos debido al escueto comunicado oficial.
¿Se puede confiar en estos funcionarios? Claramente no. Y justamente el caso adquiere relevancia por lo que decíamos en el inicio de este artículo ya que el municipio es juez y parte en este conflicto, produciendo el presunto daño y controlando si como tal existió.
Una resolución seria habría sido poner como árbitro a otra entidad para que efectivamente controle la calidad del agua, tal como ocurre cuando un policía comete un delito y no es investigado por su propia fuerza.
Precisamente la UNNOBA, a través de su escuela de Ciencias Agrarias, Naturales y Ambientales, cuenta con personal capacitado y profesionales de primer nivel para llevar adelante una investigación, al menos imparcial para determinar la calidad del agua domiciliaria en Junín.
Sin embargo, al respecto también hay un antecedente negativo y es hace unos años, cuando los investigadores de la universidad realizaron un relevamiento en la laguna y encontraron presencia de agroquímicos, los “defensores del ambiente” desde el Ejecutivo municipal pusieron “el grito en el cielo” y lo relativizaron.
¿Se animarán ahora a que sea un tercero el que haga los controles o seguirán planteando evasivas, mientras los juninenses siguen expuestos a riesgos en perjuicio de su salud?