Por: Redacción Semanario de Junín

El INTA atraviesa horas delicadas en cuanto a su supervivencia, acuciado por la motosierra de Javier Milei, acicateada por Federico Sturzenegger y que no hacen más que cortar las piernas de todos los argentinos, particularmente aquellos que vivimos en el interior y en particular en la pampa húmeda.

Lo llamativo es que justamente desde los sectores que lograron un crecimiento productivo de excelencia, no se escuchan voces en defensa de un instituto que más allá de las personas, resulta un faro del conocimiento no sólo para el país sino para la región.

No hay que olvidar que el Consejo Directivo del INTA está integrado, más allá del sector público, por entidades del sector agropecuario como la Asociación Argentina de Consorcios Regionales de Experimentación Agrícola (CREA), Sociedad Rural Argentina (SRA), Confederaciones Rurales Argentinas (CRA), Federación Agraria Argentina (FAA) y Coninagro. Al ser un órgano colegiado, también está conformado por un representante de la Facultad de Agronomía, uno de la Facultad de Ciencias Veterinarias de universidades nacionales, así como tres de parte de la Secretaría de Agricultura, Ganadería y Pesca.

No es una “cueva de ñoquis” como tratan de justificar los bárbaros gobernantes y sus huestes aplaudidoras, si así fuera le cabe responsabilidad a los que hoy se silencian.

Tampoco se trata de que en Junín se achique o no la agencia, que en verdad nunca fue lo suficientemente valorada, tanto por estas como otras administraciones públicas,así como por los propios beneficiarios.

No sólo los productores consiguieron beneficios; también los fabricantes de insumos y maquinarias, semilleras, veterinarios, agrónomos y decenas de industrias, comercios, profesionales y oficios; sin olvidar a los propios vecinos que recibieron semillas y consejos para tener su huerta en casa.

El sector agropecuario en nuestro distrito concentra, junto con el sector comercio la mayor participación -casi el 50% entre ambos- del Producto bruto Geográfico (PBG) y lo supera si tomamos el ítem de la agroindustria en los indicadores.

En tiempos en que la “información” aparece desbocada por manifestaciones malintencionadas de creadores de falsas noticias, vale tomarse algunos minutos para reflexionar acerca de las verdaderas necesidades que tenemos frente al Estado, cuya función no es más que la de devolver en beneficios los impuestos que pagamos.

De esa manera caeremos en la cuenta de que no se trata de creer el cuento del individualismo, sino de promover los reclamos necesarios para que los gobernantes sean honestos y eficientes.

La destrucción de las fuentes del conocimiento no puede llevarnos más que al esclavismo, que supone quedar atados a naciones y grupos económicos externos que propenderán lógicamente a maximizar sus ganancias en detrimento del resto.

A partir de allí, no todos podrán acceder a las mejoras productivas para competir en forma libre.

Hay ejemplos sobresalientes respecto a los buenos resultados logrados a partir del asociativismo y cooperativismo en el sector agropecuario.

Nunca el individualismo sirvió para el desarrollo de los pueblos y en medio de tanto discurso violento e insustentable, parecen olvidarse de los logros científicos poniendo solamente el foco en la numerología excéntrica de un equipo económico que no hace más que repetir fórmulas ya fracasadas.