martes 10 de junio de 2025

OPINIÓN | 8 jun. 2025

El hijo de Las Morochas (II)

Cuando ganar es sostener la historia

Argentino sigue en la Liga Nacional. Es de Primera. Pero, más importante aún, sigue siendo Argentino: un milagro barrial que se construye cada día a fuerza de compromiso, de memoria y de orgullo.


Por: Victor Pancho Rivera

Anoche, Argentino de Junín escribió una nueva página de su historia. Venció a Zárate Básquet, cerró la serie 3 a 1 y aseguró su permanencia en la Liga Nacional. El Fortín de Las Morochas fue testigo de una celebración que no entra en los casilleros de la estadística, pero sí en el corazón de su gente. Un grito de gloria, un puño cerrado en alto y una imagen que quedará grabada para siempre en la memoria del barrio.

Después del partido y los festejos, me llega un mensaje de alguien que pregunta:

“¿Qué festejan? ¿Haber evitado el descenso?”

Esa frase, lanzada con ironía, dice mucho más de lo que parece y dispara reflexiones que van mucho más allá de su literalidad. Porque quien hace —o se hace— esa pregunta, evidentemente no conoce a Argentino. No entiende lo que significa ser hincha del Turco. No sabe que lo que se celebra no es simplemente una permanencia, sino la dicha de pertenecer a algo único. Algo que no se explica: se siente, se sufre, se vive con el alma.

Argentino es un club que se defiende con las manos y se construye a pulmón. Es un gimnasio pintado por hinchas, rifas y cenas para juntar fondos, tortas de trigo vendidas para sumar un mango más. Es la cantina llena para ver un partido de visitante. Es gente que, conociéndose o no, se funde en un abrazo y llora. Es la tribuna que canta aunque el equipo vaya perdiendo. Es un barrio entero sosteniendo un sueño que siempre parece imposible, pero nunca se abandona.

Y en el centro de esa historia está Diego Camún. El Paragua. El hijo de Las Morochas. Aquel que jugó, que colaboró, que creció en el club y que ahora lo dirige con ese amor profundo y silencioso que solo tienen los que crecieron entre los tablones, el ruido del gimnasio y los sueños del barrio. Diego asumió en el momento más crítico, cuando todo parecía cuesta arriba. Y lo hizo como siempre: con humildad, con pasión, con sentido de pertenencia.

No necesitó grandes discursos. Su sola presencia alcanzó. Él es uno de los nuestros. Camina por las mismas veredas que los hinchas. Siente por los colores lo mismo que cualquiera de los que estábamos ahí, y más. Y anoche, ese sentimiento se transformó en victoria.

Por eso se festeja. Porque no es solo una permanencia: es la reafirmación de una identidad, de la resistencia, de una forma de entender el deporte que no se negocia. Argentino sigue en la Liga Nacional. Es de Primera. Pero, más importante aún, sigue siendo Argentino: un milagro barrial que se construye cada día a fuerza de compromiso, de memoria y de orgullo.

Y eso, para quienes llevamos esta locura en la sangre, que sabemos lo que cuesta cada triunfo, vale más que cualquier campeonato.

 

 

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