

El Gobierno ya le puso fecha al bisturí y el Instituto Nacional de Semillas (Inase) parece estar entre los primeros en pasar por el quirófano. El organismo, que se encarga de la fiscalización, control y registro de semillas, será rebajado a una dirección nacional mediante un DNU, según le confirmaron a los delegados de ATE en el organismo. Pero no se trata solo de un cambio de cartel: el ajuste podría implicar la pérdida de más de la mitad de su personal actual, compuesto en un 74% por trabajadores contratados, sin estabilidad ni carrera administrativa.
Según los delegados Gloria Gómez y Darío Littieri, la situación interna es de “incertidumbre total” y la angustia empieza a ganar terreno entre los pasillos. “La gente está muy mal, porque todos los días están esperando el decreto. Empieza a correrse la bolilla sobre el listado de despidos”, advirtió Gómez. El temor no es menor: quienes tienen contratos hasta diciembre podrían ser echados sin indemnización alguna, ya que no están amparados por una planta permanente.
El Inase no es una dependencia más. Se trata de un ente técnico y estratégico que, según describen desde adentro, funciona como un verdadero “organismo escuela”. El 75% de su personal es profesional, con formación específica en fiscalización, etiquetado, biotecnología y ensayos agronómicos. Muchos de ellos ingresaron por convocatorias abiertas o recomendaciones técnicas y se formaron a lo largo de los años dentro del propio organismo. La posible eliminación de áreas administrativas y de soporte bajo el argumento de “funciones duplicadas” amenaza con desarmar esa estructura de formación interna.
De los 245 trabajadores que integran hoy el Inase, 182 son contratados y solo 46 pertenecen a planta permanente. Con la degradación ya en curso, las áreas de administración, recursos humanos, legales, comunicación, informática y auditoría serían las primeras en desaparecer. Solo quedarían en pie las funciones técnicas duras: Fiscalización, Registro de Variedades y Calidad. A esto se le suma el riesgo de cierre de las delegaciones regionales, lo que, según ATE, podría dejar fuera de juego al 50% del personal en el interior del país.
El expresidente del organismo Carlos Ripoll, que lo condujo entre 2006 y 2013, advirtió que esta medida es “una muy mala señal para el agro y para los inversores”. Para él, no se trata solo de un recorte más, sino de un retroceso institucional con consecuencias a nivel nacional e internacional. “Reducir gastos no puede ser excusa para desarmar una estructura que es eficiente y que, además, transfiere fondos al Estado”, apuntó.
Ripoll recordó que el Inase fue modelo en América Latina, con visitas de técnicos de otros países interesados en replicar su funcionamiento. Además, explicó que el organismo tiene autonomía financiera, con un presupuesto de entre 15 y 20 millones de dólares anuales sin necesidad de aportes del Estado. “Tiene siete delegaciones y hasta genera superávit. Su rol es estratégico: administra la propiedad intelectual de las semillas, además de fiscalizar el comercio”, explicó.
El exfuncionario también repasó un antecedente poco conocido: durante el gobierno de Fernando de la Rúa ya se había intentado cerrar el Inase, pero la decisión fue revertida tras comprobar que sin su existencia era imposible garantizar la calidad ni la identidad genética de las semillas. Para Ripoll, el actual intento de degradación desconoce un principio básico de la producción agropecuaria: “El éxito de una siembra depende en un 50% (o más) de la semilla utilizada. Ningún país serio descuida eso”.
Mientras tanto, el decreto que formaliza la rebaja del Inase aún no fue publicado, pero ya circula entre los trabajadores como un fantasma inminente. En enero, el Gobierno ya había despedido a 22 empleados del organismo, aunque 15 de ellos fueron reemplazados en silencio. En ATE anticipan que este nuevo recorte puede ser más profundo y sin reemplazos a la vista. Con un personal reducido desde 2018, la situación amenaza con desarticular un engranaje técnico que venía funcionando incluso con menos de lo necesario.