

Tras una seguidilla de semanas sin actos públicos y con mínima exposición política, el expresidente Mauricio Macri viajó este miércoles a Corrientes para acompañar a Gustavo Valdés en la inauguración del puerto de Ituzaingó, una obra clave para el desarrollo regional y que también sirve de excusa perfecta para reordenar el PRO ante la creciente presión interna y el avance libertario en los distritos.
La postal con Valdés no fue casual. El evento tiene un fuerte contenido político. “El gobernador invitó a todas las personas que atravesaron esta obra, que tuvieron algo que ver. La obra se inició en la presidencia de Macri. Si bien es una obra 100% provincial, hubo autorizaciones del gobierno nacional para poder concretarla”, señaló un dirigente cercano al mandatario radical. La cita llega apenas cinco días antes del cierre de alianzas para las elecciones del 31 de agosto, donde se renovarán 20 bancas provinciales y se jugarán estructuras en 73 municipios.
En su discurso, el presidente del PRO celebró la apertura de la terminal como "un momento histórico para la región" y destacó su potencial como motor de desarrollo y generación de empleo. Estuvo acompañado por la diputada nacional Sofía Brambilla y dirigentes locales.
"Este puerto es una fábrica de empleo. No solo por los puestos de trabajo que va a generar directamente en la región, sino también porque permitirá que miles de productores puedan acceder a nuevos mercados de forma más económica y sustentable", afirmó Macri durante el acto.
Macri llegó a Corriente no solo para apoyar la candidatura del frente Vamos Corrientes, que agrupa a 25 partidos, sino que intentará evitar que el PRO se diluya entre los radicales o sea absorbido por La Libertad Avanza. En ese camino, reunió antes del acto a los principales referentes provinciales para dar una señal clara: el partido sigue en pie y con liderazgo. El exjefe de Estado ya había marcado su postura días atrás, durante la convención nacional en Balcarce, donde pidió a los dirigentes provinciales cerrar acuerdos “con dignidad”, según la necesidad de cada territorio.
Clodomiro Risau, designado como interventor del PRO en Corrientes, es el encargado de ordenar el espacio tras un largo período de inactividad. La decisión de intervenir el distrito fue tomada por la cúpula del partido a comienzos de este año, en un intento por reforzar el armado de cara a los comicios.
Pero el terreno está lejos de ser llano. Sectores internos del PRO, como el que lidera la diputada provincial Lorena Lazzaroff, piden abrir el juego y tender puentes con el mileísmo. Lazzaroff impulsa una “agenda de libertad” y promueve mayor flexibilidad ideológica. La línea macrista resiste: busca sostener la identidad amarilla en un contexto donde el partido arriesga incluso la banca nacional de Sofía Branbilla, una de las diputadas que votó a favor del aumento para jubilados, iniciativa que Milei ya anunció que vetará.
Desde el entorno de Valdés también se encargaron de poner distancia con el oficialismo nacional. “El PRO está dentro de nuestra alianza. Con La Libertad Avanza, la relación es poco y nada. No es una fuerza que esté muy expandida a nivel del interior de la provincia, sino que está muy centralizada en Buenos Aires. Ellos van a participar seguramente en alguna alianza, se sabrá el lunes”, explicaron.
Mientras tanto, empieza a delinearse el escenario local. Valdés no puede volver a presentarse y aún no definió su sucesor, aunque el nombre de su hermano, Juan Pablo Valdés (intendente de Ituzaingó) suena con fuerza. También se menciona al senador Eduardo “Peteco” Vischi, bien relacionado con la conducción nacional del PRO.
En la vereda de enfrente, Ricardo Colombi evalúa volver a competir bajo el sello ECO, mientras que el PJ ya cerró filas detrás del intendente Martín “Tincho” Ascúa, apadrinado por Cristina Fernández de Kirchner. Lisandro Almirón, en tanto, se perfila como el principal referente de LLA en la provincia.
La batalla por Corrientes será clave. No solo para los armados provinciales, sino también para medir fuerzas dentro del PRO. Y Macri lo sabe. Por eso viaja, se muestra, se alinea con los aliados y toma nota: el juego no terminó. Apenas empieza.