

El jueves, como varios días de la semana pasada, la espesa niebla reconvirtió el paisaje en Junín, redujo la visibilidad y obligó a extremar los cuidados porque en la calle, se veía unos pocos metros. Tal vez eso hizo que el hombre que circulaba a bordo de su motocicleta y que iba rumbo a su trabajo fuera a baja velocidad y eso mismo, que el golpe fuera más leve.
A eso de las 6, un cable prácticamente invisible, que colgaba a baja altura, y que cruzaba avenida Padre Respuela, a la altura de calle Zapiola, se le enredó en la moto, la desestabilizó, le hizo perder el control, cayendo contra el pavimento.
Vecinos que escucharon el ruido de la caída, lo ayudaron, y aunque pudo reincorporarse por sus propios medios, esperó la llegada de una ambulancia de Intermed que lo trasladó a un centro de salud, para ser evaluado por los golpes recibidos.
Podría pensarse en el viejo dicho popular que fue una 'desgracia con suerte', porque el cable estaba tan bajo que se enganchó en la moto y no en su cuerpo, lo que hubiera provocado una tragedia: Mejor ni pensar si en lugar de enredarse en la rueda de la moto, se hubiera enganchado con su cuello.
Esta situación del cableado en Junín es un peligro que viene de lejos y persiste en Junín. Los cables que cruzan desordenados, y casi sin control, son un peligro para cualquiera.
Algunos cruzan a baja altura, otros a centímetros de ventanas de una segunda planta, los hay de internet (este habría sido el que provocó la caída del motociclista) pero también penden los del canal de cable y telefonía.
¿Quién controla?
Se mira poco para arriba, porque con solo levantar la vista, -en el cuadrante céntrico, y peor en los barrios-, el cableado desordenado se multiplica sin control y es un peligro para cualquier vecino que tiene un enemigo silencioso y acecha sin distinción de sexos o edad.