

La producción de acero crudo cayó 8,6% en junio respecto a mayo y la de laminados en caliente se desplomó un 20,9%, arrastrada por la débil demanda de sectores como la construcción y la industria automotriz. Aunque hay señales de mejora interanual, el sector sigue lejos de los niveles históricos.
La industria siderúrgica atraviesa un nuevo retroceso. Según el último informe de la Cámara Argentina del Acero, la producción de acero crudo cayó un 8,6% en junio en comparación con el mes anterior, alcanzando las 320.100 toneladas. Si bien la cifra representa un aumento del 16,5% respecto al mismo mes del año pasado, el desempeño mensual revela la fragilidad de la recuperación.
La baja se sintió con fuerza también en los laminados terminados en caliente, cuya producción fue de 262.500 toneladas, un descenso del 20,9% frente a mayo. En este caso, la variación interanual mostró un alza del 12,2%. A pesar de estos contrastes, desde la Cámara se mantiene cierto optimismo moderado, anticipando que la demanda en 2025 podría superar levemente la de 2024, aunque aún lejos de los niveles históricos.
El segmento de hierro primario registró la contracción más pronunciada: cayó un 26,5% respecto al mes anterior y un 36,8% en la comparación interanual, con una producción total de 146.500 toneladas en junio.
Por su parte, los productos laminados en frío también mostraron una caída mensual del 18,4%, ubicándose en 94.500 toneladas. No obstante, en términos interanuales, ese indicador subió un 15,3%.
Sectores demandantes sin señales claras de reactivación
El contexto macroeconómico continúa afectando a los sectores que mayor demanda generan para el acero. La construcción mantiene una actividad baja y dispar, sin evidencias de un repunte sostenido. Los despachos de cemento, por ejemplo, cayeron un 1% en junio respecto al mes anterior.
En la industria automotriz, la producción nacional mostró un descenso del 11% mensual, aunque con un aumento interanual del 34%, dando cuenta de cierta volatilidad en el sector.
El sector de maquinaria agrícola es uno de los pocos que sostiene un nivel saludable de demanda, alentado por una cosecha gruesa favorable. Sin embargo, enfrenta amenazas por la creciente entrada de maquinaria y componentes importados —principalmente desde Brasil y China— que ponen presión sobre la producción local.
En el ámbito del consumo masivo, los productos como línea blanca, envases de hojalata y tambores siguen impactados por la competencia de productos importados. Aunque se ha observado una tímida reactivación en línea blanca, impulsada por mayores opciones de financiación, la producción nacional continúa siendo insuficiente para un repunte consolidado.