martes 5 de agosto de 2025

NACIONALES | 3 ago. 2025

QUIÉN ES EL INVASOR

La rebelión de los carpinchos

Declarada invasora en Nordelta, la especie es objeto de culto a escala planetaria y se encuentra bajo amenaza en el país. Caza furtiva, «mascotización» y negocio inmobiliario


Por: Jorgelina Hiba

La rebelión de los carpinchos Declarada invasora en Nordelta, la especie es objeto de culto a escala planetaria y se encuentra bajo amenaza en el país. Caza furtiva, «mascotización» y negocio inmobiliario en la nota de la semana de Revista Acción. Por Jorgelina Hiba En un rincón del territorio argentino llamado Nordelta, los carpinchos han sido declarado invasores de la especie humana. En el mundo cerrado de un barrio sin historia que fue construido sobre la parte final del gran humedal del delta del río Paraná, algunas de las personas que fueron a vivir allí para estar en contacto con la naturaleza odian las expresiones de la vida silvestre del lugar, con su fauna a la cabeza. Así nació un falso debate sobre la supuesta «invasión» de los carpinchos a su propio hábitat.

El tema viene siendo un tema de discusión desde hace unos años, con amplia cobertura de la prensa, incluida la internacional: «Carpinchos invaden barrio y generan debate sobre su hábitat en Argentina», escribieron en la CNN en español. El diario británico The Guardian, en tanto, llevó el episodio a otro nivel: «¿Ataque de roedores gigantes o lucha de clases?». El caso abrió, entonces, algunas preguntas: ¿Quién es el invasor? ¿Cómo conviven diferentes especies de animales, incluida la humana, en un ámbito antes silvestre y ahora antropizado?

En las últimas semanas, los vecinos de Nordelta decidieron avanzar en su lucha contra estos animales, con la ayuda del actual responsable político del área de Ambiente a nivel nacional, Daniel Scioli. Para quienes viven allí, ya no son bichos simpáticos: arruinan sus jardines, atacan a sus mascotas y hasta provocan accidentes de tránsito al ocupar las calles internas de la urbanización. Los planes gubernamentales incluyen desde esterilizar a los machos para que dejen de reproducirse hasta trasladar a los animales a alguna isla alejada del Delta.

Borrar la identidad natural del lugar.

La gran bestia pop

El popular capibara (palabra de origen guaraní que significa «señor del pasto» o «comedor de pasto») tiene varios nombres: para los científicos es Hydrochoerus hydrochaeris (cerdo de agua), mientras que de manera popular se lo llama carpincho en Argentina, Paraguay, Uruguay, Bolivia y Ecuador; capivara en Brasil y México; chigüiro en Colombia y ronsoco en Perú.

Por razones difíciles de develar, los carpinchos están de moda y son un objeto de culto en todo el planeta. Hoy la imagen de estos animales es tendencia en Tik Tok y YouTube y se multiplica en remeras, tazas, peluches y almohadones. Como foto o caricatura, con música o con palabras, los carpinchos generan un mercado que, muchas veces, va más allá del merchandising inocente y deriva en el mascotismo de especies silvestres, algo que en Argentina está prohibido por ley nacional.

Franco Perugino, del refugio de fauna silvestre MundoAparte, explica las razones por las cuales no solo no es «simpático» tener un carpincho como mascota, sino que, por el contrario, es peligroso para la especie y para la naturaleza, y prohibido por la legislación vigente en Argentina. «El intento de mascotizar animales silvestres (sean carpinchos, loros, tortugas o monos) tiene dos consecuencias: una, directa, para ese ejemplar en particular, que fue robado a la naturaleza. No hay criaderos de carpinchos en Argentina, en todos los casos se trata de ejemplares robados por cazadores tras matar a sus madres. Entonces el primer daño es para esa cría que va a estar fuera de su entorno, sin otros de su especie y sin alimentación adecuada», dice el especialista.

El segundo daño ‒no menos importante‒ es el que sufre todo el ecosistema: «Todos los animales cumplen un rol. Cuando una especie es diezmada por causa de la acción humana, se desequilibra el sistema al comenzar a faltar una especie o varios ejemplares de una especie».

Un mercado ilegal Según datos oficiales, el mercado del comercio ilegal de vida silvestre genera entre 15.000 millones y 20.000 millones de dólares al año y es el cuarto comercio ilegal mundial después de delitos relacionados con la venta de drogas, la falsificación y el tráfico de personas. Más de 100 especies de aves, 20 de reptiles y 15 de mamíferos de nuestro país son afectados por el tráfico de fauna. De todas ellas, unas 20 entran en una categoría de amenaza.

Además, la tenencia de fauna silvestre está prohibida en Argentina por la ley 22.421, sancionada en 1981, que contempla como fauna silvestre a animales que viven libres e independientes del hombre y considera penas para quienes cacen a estos ejemplares que van desde un mes a tres años de prisión.

Perugino lo explica con claridad: «El tráfico y venta de animales silvestres están prohibidos en la Argentina porque afectan la conservación de la biodiversidad». En el país hay más de 100 especies de aves, 20 de reptiles y 15 de mamíferos afectadas por el tráfico de fauna. De todas ellas, unas 20 están bajo alguna categoría de amenaza. ¿Hasta dónde llegará la moda de los carpinchos? La respuesta es incierta. Mientras tanto, estos mansos roedores gigantescos seguirán su destino de animal silvestre, buscando su lugar en los huecos de las ciudades antropizadas, en las islas del glorioso río Paraná y en los pastizales, lagunas y bañados de las grandes llanuras sudamericanas.

 

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