

Por: Daniel Bajarlía
Que Ca7riel y Paco Amoroso hayan arrasado en la última edición de los Premios Gardel no sorprendió a nadie. En total, se alzaron con siete estatuillas, incluyendo el codiciado Gardel de Oro al “Álbum del Año” por Baño María, su primer disco en conjunto. Si en junio de 2024 Duki coronó al trap argentino como faro de la música urbana a nivel mundial con su concierto en el estadio Bernabéu de España, el dúo se transformó en el siguiente producto nacional for export tras la viralización de su Tiny Desk Concert en los Estados Unidos. Juntos desarrollaron un estilo único y distintivo que fusiona lo urbano con lo electrónico, pero a su vez tiene pinceladas de funk, rock y jazz. Sin embargo, lo de ellos no es una cuestión meramente musical. Ambos entendieron a la perfección la lógica de las redes para captar la atención del público actual, por eso siempre salen por la tangente con un look extravagante o una acción que da que hablar.
Catriel Guerreiro y Ulises Guerriero (sus apellidos son prácticamente iguales) son amigos de la infancia. “Nosotros nos conocemos desde muy chiquitos. Íbamos a fútbol, éramos malísimos; íbamos a básquet, éramos malísimos; íbamos a natación y nos ahogábamos. Íbamos al colegio juntos y había abanderados; nosotros nunca llegamos a eso, así que esto, para nosotros, es colgar la bandera”, dijo Ca7riel al recibir el máximo galardón que otorga la música argentina. Lo suyo, en lo que eran realmente buenos, era la música.
Mientras que él hizo el secundario en la Escuela de Música Juan Pedro Esnaola, su amigo estudió violín y batería. El primero dio sus primeros pasos como guitarrista de sesión y en bandas de covers. Su padre, miembro de la banda de rock and roll El Tinto Mandamiento, le transmitió el amor por la música.
En 2013 formaron Astor, una banda que fusionaba rock progresivo, reggae y funk y que en 2015 participó del concurso televisivo Camino a Abbey Road. La epopeya del grupo dejó Vacaciones todo el año, un EP que puede escucharse en plataformas digitales.
En paralelo, a través de un amigo de la infancia, Ca7riel se empezó a interesar en el hip hop. Llegó a competir en las batallas de freestyle El Quinto Escalón, aunque con magros resultados, y montó un estudio casero donde empezó a hacer sus primeras composiciones de rap. Sacó su álbum debut, xCVE7Ex, y lanzó dos EP, Povre y Livre. Paco fue el amigo que lo ayudó a sostener esta nueva faceta alejada del rock, haciéndole la segunda sobre el escenario.
En cada presentación, la química entre ellos fluía de una manera única. Ya desde el comienzo sus shows eran una performance que no pasaba inadvertida. En 2018 sacaron su primera canción juntos, “Piola”, pero fueron las siguientes, “Jala jala” y en especial “Ouke”, las que los pusieron en el centro de una escena que estaba en pleno auge. Además de destacarse por ser un dúo en un ambiente de artistas solistas, su propuesta con banda en vivo puso desde el inicio el énfasis en la música más que en el flow de las rimas.
Con “Cono hielo” lograron su primera consagración: agotar un estadio Obras. Llevaban solamente un año en el ruedo y habían sacado apenas siete sencillos, pero con la fuerza de su música se estaban llevando al mundo por delante. No por nada ese concierto llevó el nombre de La celebración.
Cuando llegó la pandemia, Ca7riel y Paco Amoroso hicieron una pausa y sacaron sus respectivos álbumes en solitario en los que cada uno exploró sus influencias. El primero editó El disko –puro hip hop con un groove funky y mucha actitud rockera que tuvo dos nominaciones al Grammy Latino–, y el segundo, Saeta, un trap más electrónico que tuvo una colaboración con Adrián Dárgelos, líder de Babasónicos.
En 2022 regresaron con los sencillos “Paga Dios” y “En el after” e hicieron su primera gira internacional. El tiempo sin actividad no hizo más que acrecentar sus figuras. Ese año terminó con dos shows sold out en Obras, pero a cielo abierto. Su nivel de convocatoria no paraba de crecer. Aun así, Ca7riel tuvo tiempo de armar en paralelo Barro, una banda de heavy metal con la que editó un EP y un disco que ganó un Gardel.
Su siguiente movimiento fue audaz. En tiempos donde hay que estar en constante actividad para no caer en el olvido, ellos se tomaron dos años para grabar su primer álbum juntos, Baño María. Primero, difundieron un cortometraje donde adelantaron un fragmento de cada una de las doce nuevas canciones. Luego, tomaron por asalto uno de los escenarios del Lollapalooza 2024 e hicieron una listening party sorpresiva en la que sonaron todos los temas nuevos. Aparecieron en un jacuzzi, como en la tapa del disco, y no tocaron ni una nota. Algunos lo tomaron como una provocación, otros como una ruidosa acción de marketing. Lo que es seguro es que no pasaron inadvertidos y días antes del lanzamiento ya habían generado expectativas.
En lugar de llamar a traperos amigos, en Baño María hicieron solo dos colaboraciones: con Tini y con Lali, es decir, con las máximas exponentes del pop argentino actual. La jugada les permitió llegar a nuevas audiencias y eso se vio reflejado en la presentación del álbum, en el Movistar Arena, que tuvo como invitada estelar a Wanda Nara.
El hito que le dio un alcance global a su carrera fue su participación en los Tiny Desk Concerts, una serie de presentaciones pequeñas en una habitación de las que han participado desde U2 hasta Taylor Swift y que pueden verse en el canal de YouTube de la radio pública estadounidense (NPR). Ya desde el vamos, rompieron el molde con su vestimenta: Ca7riel apareció con un chaleco confeccionado con peluches de corazón, mientras que Paco se puso una remera con la imagen del actor Roly Serrano interpretando a Diego Maradona. Pero el mayor impacto lo lograron con su música. Casi como si se tratara de un unplugged, dotaron a sus canciones de un sonido más analógico, con percusión latina, arreglos de viento y un aire de jazz fusión que elevó la vara respecto de hasta dónde puede expandirse el género urbano.
El concierto se volvió viral (superó las cinco millones de vistas en diez días y acumula 38 millones nueve meses más tarde) y los llevó a los festivales más importantes del mundo: en menos de un año pasaron por el Lollapalooza (por todas sus ediciones globales, tanto de Latinoamérica como Europa y Chicago), el Roskilde de Dinamarca, el Montreux Jazz Festival en Suiza, el mítico Coachella en California y recientemente por el Fuji Rock en Japón. En todos lados acapararon las miradas. Unas semanas atrás debutaron en Glastonbury, posiblemente el evento musical anual más importante de Inglaterra desde 1970 en adelante, y la prensa británica los señaló como uno de los shows imperdibles de una jornada en la que participaron artistas como Neil Young y Rod Stewart. Otra vez salieron airosos, con el título de nuevas promesas de la música, y hasta Ed O’Brien, guitarrista de Radiohead, destacó su espectáculo.
Para capitalizar el éxito del Tiny Desk, lo incluyeron en Papota, un álbum con cuatro temas nuevos, entre los que sobresalen “#Tetas” y “El Día del Amigo”, que presentaron en el show de Jimmy Fallon disfrazados de fisicoculturistas y vestidos con ropa de gimnasio. Para este trabajo también hicieron un cortometraje en el que, bajo la dirección de Martín Piroyansky y la participación de Martín Bossi, llevaron hasta el absurdo el éxito que lograron con ese concierto. Si bien es innegable que están disfrutando su gran momento, ellos se toman con humor todo lo que están viviendo. Como dicen en “Impostor”: “No nos merecemos ser los número 1/ Salimos primeros cuando buscan en Google/ Y eso que venimos desde el culo del mundo/ Y yo no sé ni cantar/ Y yo no sé ni rapear/ El futuro pinta mal”.
Al menos en el futuro cercano, la canción no parece muy premonitoria. Es cierto que los acontecimientos se les están dando a una velocidad vertiginosa, pero la consagración en los Premios Gardel con Baño María fue el reconocimiento de la industria de que están yendo en la dirección correcta. Además de haberse convertido en un número puesto de los festivales más importantes del globo, también serán los encargados de abrir la gira del rapero Kendrick Lamar en Latinoamérica, que en la Argentina tocará nada menos que en el Monumental.
Ca7riel y Paco Amoroso soñaron alguna vez con llenar estadios haciendo rock, pero el destino los llevó por un camino completamente distinto. Lo que resulta claro es que tienen un potencial enorme que está llevando la música urbana a su siguiente nivel. Publicado en El Planeta Urbano.