

Ayer llegó el ansiado turno de inaugurar la terminal que era interminable. Fueron más de 13 años desde el anuncio y 10 de la gestión del intendente Pablo Petrecca que ha hecho de la ineficacia un distintivo de su trabajo. Cabe en principio preguntarse si el paso bajo nivel correrá con los mismos tiempos.
En ese caso los que están del “otro lado” ya debieran ir viendo los pasos para la autonomía, aunque habrá que cuidarse que su futuro jefe comunal no sea otro familiar de Petrecca, ya que “atiende en todas partes”.
"Hoy es un día histórico para Junín", afirmó el alcalde y llamó a los vecinos "a defender lo construido", mostrando su primer ejemplo del alardeo ya que es su propia gestión la que no defiende lo construido ni construye lo prometido. El nombrado paso bajo nivel, las 149 viviendas, más las 25 que vienen del 2016. Los tres parques industriales que prometió y el desarrollo del distrito que no recibió ni una inversión de magnitud en una década.
A partir de este domingo 10, toda la operatividad de la terminal se muda al nuevo predio y la vieja, quedará clausurada luego de haber sido -durante años- la carta de presentación harapienta de la ciudad, sin apenas un lugar para comprar un paquete de pastillas, mientras los pasajeros se horrorizaban del estado de los baños, de las luces y la mugre en general.
Hasta el homenaje a Meoni es falso, ya que tras su llegada al poder Petrecca intentó (con la justicia a su favor), encontrarle algún resquicio de corrupción para ponerlo preso, pero no lo halló. Cuidado con el karma.
Un Meoni que seguramente no habría compartido la idea de entregarle el manejo administrativo a una empresa privada, cuando el municipio podía obtener importantes dividendos si lo hacía por sí misma. Pero el petrequismo carece de funcionarios idóneos además de interés comunitario.
Pedirle a los juninenses que cuiden la nueva terminal, tal como lo expresó el alcalde, es de perogrullo, porque a ninguno de los vecinos se les ocurriría dejarla en el estado en que quedó la del centro. Pasen y vean.
En su caravana de palabras no sentidas, un Petrecca genuflexo destacó a su actual socio político Abel Miguel, que quiso tener protagonismo y le pidió que lo señalara como parte del proyecto. Algo que efectivamente no aconteció. Cuidado con los que se cargan medallas de cartón.
Mintió el jefe comunal cuando dijo que “Nosotros entendíamos que debíamos seguir con este proyecto, que fue pensado de una manera pero que debería tener en cuenta cuestiones actuales”, porque en verdad, la empresa con la anuencia municipal, “olvidó” hacer construcciones que estaban en el pliego y no se hicieron, y que hoy investiga el Tribunal de Cuentas, al igual que ocurrirá seguramente cuando los jueces analicen la privatización, en un par de años. La justicia es lenta.
Todo lo demás fue “blableta” de campaña, con esas apariciones emotivas de pastor electrónico que realiza cada dos años, pidiendo el voto y la confianza de los vecinos.
Lo que dejó en claro la inauguración es que Junín atrasa al menos 10 años y que distritos cercanos han avanzado mucho más a través de distintos canales de diálogo y sin nepotismo en sus gabinetes.
Lo han hecho con un proyecto de trabajo, con un plan determinado por consenso y sin caer en sospechas por negociados. Con alianzas políticas que sirvan a la comunidad y no a los oportunistas. De frente a la ciudadanía y sin cotillones, de esos que se quitan después de cada festejo y se vuelven a poner la próxima elección.
Hablar habla cualquiera; hacer, hacen muy pocos.