

Agosto cerró con una inflación superior al 2% y con picos que rondaron el 3% en alimentos y bebidas, según índices privados que se adelantan a la publicación del Índice de Precios al Consumidor (IPC) del Indec.
Los elevados números son el resultado de la volatilidad del dólar, que impactó en la formación de los precios minoristas en la primera quincena. La consultora PxQ proyectó que la inflación mensual será del 2,2%, con foco en la tracción de los precios de los alimentos (especialmente hortalizas y panificados) y las bebidas no alcohólicas.
Para la consultora LCG, la suba de los alimentos y bebidas fue del 3% en agosto. El rubro más inflacionario del «Índice LCG-Alimentos y bebidas» fue frutas, con un aumento del 6%, mientras que bebidas e infusiones trepó 4,6%. Por otra parte, verduras aumentó 3,3% y carnes 2,5%, aportando también a la aceleración de la canasta.
Analytica, en tanto, midió un aumento de alimentos y bebidas del 1,8% que explicó en función de los precios de las verduras y frutas (5,2% y 4,3% respectivamente) y de las carnes, que subieron 2,1% en las cuatro semanas. El resto de los rubros quedó por debajo del promedio y el único que tuvo deflación fue pescados y mariscos (-5,4%).
Septiembre picante
La preocupación ahora se concentra en los aumentos de servicios anunciados para septiembre, que vuelven a amenazar los bolsillos de los trabajadores y la clase media.
En el noveno mes aumentarán las prepagas, los boletos de colectivos, las tarifas de servicios públicos y las cuotas de los colegios.
Los comerciantes chicos y medianos siguen de cerca esos incrementos porque obligan a las familias a destinar recursos a ese tipo de gastos y, por consiguiente, a reducir todavía más las visitas a los negocios de proximidad.
Otro ajuste que irrumpirá en septiembre es el de los combustibles, que encarece el flete de los productos de consumo masivo y termina aumentando los precios en mostradores y góndolas
La discusión vuelve a empezar ¿Se puede seguir subiendo los precios? En la calle la percepción se resume en una sentencia que es también una advertencia: “El bolsillo del trabajador argentino no resiste un aumento más”.