

Por: Escribe Andrés ‘Tato’ Rissolo, especial para Semanario
“A los 8 días del mes de diciembre de 2001 queda constituida la Comisión Directiva del Grand Prix de la provincia de Buenos Aires, a cargo de ella presentar en próxima reunión los estatutos y reglamentos generales de su funcionamiento, quedando constituida de la siguiente forma: Presidente: Celso Rissolo – Junín, Vice Miguel Rodríguez – Bolívar, Secretario Omar Navarro- Olavarría, Prosecretario Aldo García Labandal – Gral. Lamadrid, Tesorero Roberto Vilas- Daireaux, Protesorero Gustavo Molfesa –Rauch, Vocales Rubén Spata- 25 de Mayo, Pablo Trinitario- Pehuajó, Juan Scipioni – Olavarría, Jorge Novela- Saladillo, Julio Arjona- Olavarría, Flavio Caporale- Moreno”.
Fue hace 24 años, en esos días cálidos cuando en Junín se realizaba el Encuentro Internacional de Escuela de Ajedrez “PEONCITO”, que junto a los profesores reunidos conformaron el primer Grand Prix de ajedrez infantil de la provincia de Buenos Aires, copia y ejemplo de los otro tantos Grand Prix de la especialidad, que hoy se entiende a lo largo y a lo ancho del país y exhibe el resultado de su objetivo principal: la evolución del juego y de chicos pensantes que se destacan a nivel nacional e internacional.
El Grand Prix de la provincia, en plena actividad, fue presidido los primeros cinco años por el profesor Celso Rissolo, que junto a la comisión directiva impulsaron esta modalidad en las distintas provincias de la república, y en alguna de ellas hay más de un Prix que identifica los distintos puntos cardinales de cada región.
El sistema de Grand Prix consiste en organizar un campeonato que dura todo un año, los sucesivos torneos se disputan mensualmente en las diferentes ciudades donde pertenecen las escuelas participantes. A fin de año se evalúan los puntos y se obtiene la mejor escuela, los campeones de acuerdo a las categorías y las mejores damas. De esta manera, no sólo se promueve el juego sino también la integración social entre sus participantes y el turismo provincial, donde cada ciudad expone sus característica geográficas y sociales.
“No se puede pedir hoy lo que no se empezó ayer” bien podría ser la frase que sintetice la realidad actual del deporte sin tribunas y que asombra a más de uno. Lo que no se puede olvidar es que fue en Junín, hace 24 años cuando en “Peoncito,” Celso Rissolo junto a los profesores del oeste de la provincia de Buenos Aires salieron con un objetivo claro: laburar la educación para labrar la cultura del juego ciencia.
Porque están convencidos que la ciencia enseñada en forma lúdica, tras años de esfuerzos y porfía, en momentos de incertidumbre y desesperanza recoge resultados no sólo en preseas y premios, sino que da la seguridad y la certeza de saber que en momentos imperiosos, ya sea por el tiempo o la adversidad, los peoncitos sabrán mover las piezas para que el resultado sea una sonrisa contagiosa.