Alexia se va y deja un reino sumido en el atraso

Aunque insiste que queda preparado para el futuro, deja obras inconclusas, aunque cuenta que el pago es una maravilla, deja promesas por cumplir, aunque insiste que se marcha con la tranquilidad del deber cumplido. PetrEGO a full y te CONTAMOS LO QUE NO HICIMOS esta semana.

Por: Redacción Semanario de Junín

PÁGINA DE HUMOR POLÍTICO PUBLICADA EN LA EDICIÓN IMPRESA Y EDICIÓN DIGITAL Nº 483 DE SEMANARIO DE JUNÍN. SEMANA DEL 11 AL 17 DE OCTUBRE DE 2025

Despareció de los lugares que solía frecuentar. Raro, o no tanto. Porque antes aparecía por conveniencia personal y ahora hizo todo lo contrario y por los mismos motivos.

Ya se sabe, tras la noticia que Desquiziuz mandará los acres para avanzar en la obra del bajo nivel que detuvo, Alexia se dio por satisfecho. Con la noticia que se pondrá en movimiento después de años de parate, le puso la frutillita al postre que le presentó a los de las afueras antes de su retirada.

Porque si todavía queda algún distraído, el mentado ‘proyecto’ por el que Alexia tanto trabajó no precisa mucha explicación. Con solo seguirle el rastro a los retratos y las quejas quedó más que claro que lo suyo fue una apuesta personal a futuro que amasó con paciencia y devoción y logró consumar en el momento apropiado.

Con este final, Alexia demostró una vez más que no solo jugo a la mancha con las liebres, sino que surfeó la ola como un campeón. Porque primero disfrutó la movida con el viento a favor en tiempos de Amarillo I, inaugurando sin ponerse colorado obras que estaban hechas y haciendo alarde de integrar el mejor equipo de los últimos 50 años. Y después, cuando esa careta se cayó, pegó el salto para hacerse el guapo en soledad ladeando sus simpatías, viendo de qué lado estaba el sol.

Pero como no hay alegría que dure cien años ni fulanos que no se den cuenta, el amarillo intenso se destiñó, pero Alexia lo hizo otra vez. Esperó si maduraba la convivencia a matrimonio, pero ni Desquiziuz ni Amarillo se calzaron los anillos por lo que prefirió dar el salto a nuevos colores, con el ‘1’ asegurado en su espalda y el sillón.

Y así, sin hacer nada más que unos metros de caños de agua para los de las afueras, un par de candiles y mucho retrato de cotillón, logró su cometido.

Deja un reino sumido en el atraso, aunque insiste que queda preparado para el futuro, deja obras inconclusas, aunque cuenta que el pago es una maravilla, deja promesas por cumplir, aunque insiste que se marcha con la tranquilidad del deber cumplido.

Son las contradicciones que pueden constatarse entre sus dichos y los hechos. Para verdad, está la realidad. Y en el reino, lo que sobran son los pesares para dar cuenta que entre sus dichos y lo hecho, hay todavía un largo trecho.

Pero esas diferencias tienen a Alexia sin cuidado. Lo suyo pasa por otra historia, y mal, a él no le va. El problema son los demás, pero tampoco le importa demasiado. Quedó visto.

PetrEgo

Como un encantador de serpientes, PetrEgo lo hizo de nuevo. Posó con el papelito, como diploma de recién recibido, y hasta contó que lloró de emoción por el logro conseguido.

Nada mejor que esa noticia para su despedida soñada. Irse antes, por conveniencias personales dejando el circo armado con la familia a cargo y con buenas noticias, es la frutilla que cualquier fulano que disfruta la buena vida política desea y PetrEgo lo logró.

Ahora se verá si aquello firmado dura, si finalmente se hará realidad, pero para él, ya es tarea cumplida. Por eso, para una gestión que avanzó a los palos y a puro anuncio y cotillón, ese es el universo soñado.

Total, en el pago sobran las quejas por lo bajo, pero ninguna le hizo mella, deja el tendal de lamentos, pero pocos levantan la voz, deja viviendas sin terminar, pero hay poco rezongo; deja una ciudad que podría ser un faro y apenas es un farol; deja un montón de promesas y expedientes de ideas.

Deja años perdidos, que no volverán. Es hora de mirarse el ombligo, si se quiere dejar de ser Ciudad Fría, para ser una ciudad regional.

Claro que a juzgar por lo visto y por la herencia que deja, todo suena a quimera. En fin, habrá que esperar. O reclamar, y exigir. Así tal vez se pueda cambiar.