El domingo 22 de octubre del año 2000 comenzó con los mejores auspicios en Chacabuco, ciudad del noroeste bonaerense con unos 45.000 habitantes.
El Aero Club Chacabuco organizó un festival aéreo como parte del lanzamiento de la Fiesta Nacional del Maíz, con actividades programadas de aeromodelismo, acrobacia, exhibición de parapentes y de paracaidismo, además de los acostumbrados vuelos de bautismo.
Por supuesto, se llenó de visitantes, admirados por las exhibiciones acrobáticas y con muchas ganas de subirse a los aviones para ver la ciudad desde el aire aunque sea por un ratito.
Pero una terrible tragedia enlutó la celebración: las dos aeronaves que realizaban los vuelos de bautismo chocaron en el aire y murieron 11 personas, entre ellos cuatro niños. Hoy la jornada, de la que se cumplieron 25 años, se recuerda como el día más triste de Chacabuco.
Todo comenzó, de acuerdo con Diario de Hoy, después del mediodía. Además del biplano que realizaba los vuelos acrobáticos, se había sumado a participar en el festival una aeronave invitada proveniente de Bragado, un Piper Séneca bimotor, y el Piper Archer del Aero Club como avión afectado a la instrucción de la escuela de vuelo.
Los vuelos de bautismo se realizaron entre las 12 y las 15 horas y se reanudaron desde las cinco de la tarde. Costaban 10 pesos por persona y consistían en un paseo aéreo de 15 minutos sobre la periferia de la ciudad de Chacabuco. Por supuesto, se llenó de gente que quiso conocer a la ciudad desde las alturas, en épocas en las que Google Maps ni siquiera estaba en los planes.
Por esta asistencia de público, las autoridades solicitaron al piloto del Piper Séneca, Jorge Raúl Milanesi (41), que se sumara a los vuelos de bautismo.
Segundo vuelo
De esa manera, a las 17.15 el avión despegó en un segundo vuelo desde la pista 18. Llevaba como pasajeras a Andrea Alejandra Avellaneda (20), Patricia Beifiori (29), Ornella Stéfano (3), Daíana Stéfano (12) y Angela Mozzino (84). Diez minutos después despegó el Piper Archer, piloteado por Leandro Alberto Limia (23), y con Nancy Beatriz Belfiori (36), Loreta Avellaneda (5), Viviana Belfiori (28) y Santiago Soldevia (5) a bordo.
Cerca de las cinco y media el bimotor piloteado por Milanesi realizaba la maniobra de giro con dirección este, para regresar al punto de partida, mientras la avioneta de menor porte, piloteada por Limia, volaba en línea recta hacia el oeste con el Sol de frente.
Encandilado
Se presume que Limia fue encandilado con el Sol del atardecer, lo que provocó que no viera el otro avión. Las aeronaves chocaron de frente a unos 400 metros de altura. Las palas de la hélice del motor derecho del Séneca dieron contra la aeronave Archer y la cortó en la parte de la cabina, sector de asientos de los puestos de piloto y copiloto.
El motor del Archer se desprendió y cayó, como también la hélice del motor derecho del Séneca. El Archer se precipitó en proximidades de las instalaciones de la empresa Ingeser y el Séneca recorrió unos 600 metros para caer en el patio de una casa, sobre la calle 829, entre Elguea Román y Alem, a unas 12 cuadras del centro de Chacabuco.
El horror
Según informó DIB en el momento del hecho, “desde el suelo, observaron el siniestro unas 16 personas que esperaban subir a las avionetas cuando tocaran pista. El destino las ubicó como testigos preferenciales de la tragedia”.
Cuando los familiares de las víctimas de la colisión aérea se acercaron al lugar donde cayeron las naves se encontraron con el horror más abyecto. Entre los restos de una de las avionetas estaban los cuerpos sin vida de sus ocupantes, pero en la otra, totalmente destrozada, sólo permanecía el cadáver del piloto. El resto de los pasajeros yacía sin vida, a pocos metros del lugar. Una de las víctimas salió despedida de la máquina y su cuerpo cayó sobre las vías del ferrocarril.
"Sólo quedaban hierros retorcidos. Esto nunca pasó en esta ciudad", relató el oficial principal de la policía bonaerense Miguel Angel Bauche, citado en su momento por La Nación.
"Prácticamente, la mitad del pueblo se llegó hasta el sitio donde cayeron las aeronaves", comentó por su parte Mario Vergaglio, uno de los bomberos que participaron del rescate.

Duelo El intendente Horacio Recalde decretó inicialmente un día de duelo municipal, que luego fue extendido por dos días más. La ciudad quedó paralizada por el dolor, con la casi totalidad de los negocios cerrados en señal de luto. Los funerales para las diez víctimas locales fueron un acto multitudinario, que se llevó a cabo en el patio central del recinto municipal. Aproximadamente 400 familiares y allegados participaron de la ceremonia dentro del edificio, mientras que cientos de vecinos y vecinas permanecieron durante horas en las afueras de la municipalidad y en la Plaza San Martín, acompañando el dolor de las familias.
Tres familias
En el accidente tres familias quedaron totalmente destruidas. Alejandro Avellaneda, empleado municipal, perdió a su esposa, Nancy Belfiore, a su hija Andrea, y a su nieta Loreta Avellaneda. Mientras que Juan José Stéfano perdió a su esposa Patricia Belfiore, y a sus hijas Ornella y Daiana. Viviana Belfiore era la hermana de Patricia, que viajaba con su hijo Santiago. Angela Mozzino, de 85 años y oriunda de Tandil, era tía de las hermanas Belfiore.
Sepelio
Al velatorio -se realizó a cajón cerrado- asistieron el jefe de la Policía bonaerense, Ramón Verón; el vicegobernador Felipe Solá; el intendente de Chacabuco, Horacio Recalde; y los funcionarios oriundos de Chacabuco, Julián Domínguez -ministro de Obras Públicas - y Diego Rodrigo -senador-.
Tras la ceremonia unos 150 vehículos tomaron parte del cortejo fúnebre. Frente a la capilla del Hospital, sobre la avenida Garay que conduce al cementerio, los empleados municipales formaron una doble fila en señal de duelo.
El entierro se llevó a cabo a las 17.30 del lunes, aproximadamente a la misma hora en la que se desató el horror en el aire.
Informe
La Junta de Investigaciones de Accidentes de Aviación Civil produjo el 20 de diciembre de 2001 su informe final sobre el accidente. Allí se concluye que el Sol, posiblemente por su ubicación, dada la hora, podría haber encandilado al piloto del Archer, y que además faltó coordinación entre las autoridades de la Comisión Directiva del Aero Club y la autoridad designada a cargo de la coordinación durante el festival. La Junta señaló cuatro factores contribuyentes al trágico desenlace:
"1) Posibilidad de encandilamiento en el piloto de una de las aeronaves, por tener de frente a la Posición del Sol, próximo a la puesta
2) Actividad sin una correcta organización y control que permitió el vuelo de una de las aeronaves sin la información que impartiera la autoridad a cargo de la coordinación durante el festival.
3) Falta de comunicación tierra/aire.
4) Falta de un plan de operaciones adecuado para la realización del festival aéreo”.
Más allá de las explicaciones, el 22 de octubre de 2000 quedó como el día más triste de la historia de Chacabuco, una herida abierta que todavía, un cuarto de siglo después, sigue doliendo.