Por: Redacción Semanario de Junín
NOTA DE TAPA PUBLICADA EN LA EDICIÓN IMPRESA Y EDICIÓN DIGITAL Nº 487 DE SEMANARIO DE JUNÍN. SEMANA DEL 8 AL 14 DE NOVIEMBRE DE 2025
Después de tres períodos de sequía que inexplicablemente en Junín alcanzaron para secar la Laguna de Gómez, algo que no ocurrió ni en 100 años, otra vez buena parte de la provincia de Buenos Aires se encuentra anegada o inundada.
Se trata, según dicen, de cinco millones de hectáreas productivas pero subestimadas por parte de las distintas administraciones políticas de los últimos 30 años, a pesar de haberse convertido en uno de los pocos recursos que permitieron al país salir de la crisis fatídica del 2001.
Esta semana, en una descarada puesta en escena, el gobierno nacional anunció un “operativo integral de asistencia en la provincia de Buenos Aires ante la crítica situación generada por las intensas lluvias e inundaciones que afectan a amplias zonas del territorio bonaerense”.
El flamante jefe de Gabinete, Manuel Adorni, y la ministra de Seguridad, Patricia Bullrich, encabezaron una conferencia de prensa en la Casa Rosada donde detallaron las medidas adoptadas. Según explicaron, el Ejecutivo dispuso “todos los recursos disponibles para asistir a los bonaerenses” a través de la Agencia Federal de Emergencias (AFE).
El despliegue apunta a restablecer la conectividad y el acceso en las zonas rurales más comprometidas. “Ante la situación que enfrentan productores y familias enteras que quedaron aisladas, decidimos implementar un operativo que permita abrir caminos y llegar con asistencia directa”, explicaron.
El centro de operaciones se instalará en la ciudad de 9 de Julio, desde donde coordinarán acciones junto a los intendentes de los distritos más afectados: 9 de Julio, Viamonte, Bragado y Casares.

En 2014, Vidal decía: “con esta inundación en Provincia, si fuera gobernadora no podría dormir”.
La información periodística asegura que, desde Vialidad Nacional, organismo que fue vaciado justamente por la motosierra de Javier Milei, ahora “se enviarán equipos de trabajo para la limpieza de zanjas, alcantarillas y drenajes, además de maquinaria pesada y camiones volcadores”.
En paralelo, el Ministerio de Defensa —a través del Estado Mayor Conjunto de las Fuerzas Armadas— aportará máquinas viales y personal especializado para tareas de movimiento de suelo y la instalación de puentes provisorios en los caminos más dañados. También se sumarán fuerzas federales con vehículos todoterreno y unidades de apoyo logístico para garantizar el acceso y la seguridad en las zonas donde aún permanecen familias aisladas.
En poco más de una década pasamos de inundaciones (2014 al 2017) a sequías históricas (2022 a 2024) y vuelta a inundaciones y anegamientos
PAREMOS UN POCO
En medio del fárrago que propone Bullrich, hay un punto claro cuando expresa que “esto es un desorden que tiene que ordenar la Provincia, pero como no lo está haciendo, y los intendentes no tienen jurisdicción, estamos en una situación donde no sabemos quién se hace cargo. Por lo tanto, nosotros nos vamos a hacer cargo de la emergencia”.
La ministra, lógicamente, incurre en variadas falacias aunque la irresponsabilidad de Kicillof no sea una de ellas, al tener en cuenta que hidráulica provincial ha sido durante este tiempo un “organismo bobo” con técnicos olvidados detrás de un escritorio.
Dicho esto, miente Bullrich al señalar que los intendentes no tienen injerencia, ya que al menos en el caso de Junín y la región nunca se ocuparon convenientemente de atender en forma eficiente los comités de cuenca que presidían, por lo que ahora no vale llorar sobre la leche derramada.
En poco más de una década pasamos de inundaciones (2014 al 2017) a sequías históricas (2022 a 2024) y vuelta a inundaciones y anegamientos.
Mientras tanto, las obras del Plan Maestro iniciadas en el siglo pasado siguieron tan lentas como en sus inicios, a punto tal que se paralizaron completamente tras la llegada al gobierno de la motosierra libertaria.
El discurso de la ministra suena a burla cuando dice que “acompañará a los productores agropecuarios que sufren el impacto de una acumulación histórica de lluvias” cuando de haber existido un trabajo conjunto del estado respecto al mantenimiento de las cuencas y caminos rurales, la situación sería otra.
El presente no difiere del pasado, pero deja claramente establecida la ineficacia de los gobiernos y de la dirigencia agraria, que compró los espejitos de colores de la política partidaria, en desmedro de sus bases, que terminan pagando las consecuencias y del conjunto de la economía del país, afectada por la acumulación de pérdidas de divisas durante décadas, con el lógico deterioro de las arcas nacionales, pero también las economías regionales.
Las promesas de ayer parecen confluir en las de hoy, mientras los pueblos desaparecen en manos de quienes no miran más que al agronegocio
LA CAMPAÑA CONTINÚA
El gobierno nacional toma la posta frente al provincial como si todavía no se hubiera detenido la campaña electoral.
La agenda deja de lado la economía para abocarse al agua desbordada en un llamamiento tardío cuando ya todos sabemos que tras el desborde nada se puede hacer, más que esperar a que baje nuevamente. Lo demás es puro fugo de artificio.
Lo que sí podemos advertir es respecto a la estafa vivida durante estas últimas décadas respecto al Río Salado, que hace más de 100 años (1884) un tal Florentino Ameghino propuso “domarlo” a través de un ensayo práctico que denominó “Sequías e inundaciones en el Salado. Obras de retención y no de desagüe”.
Más de un siglo después seguimos con los mismos cuentos que se reiteran una y otra vez por parte de la casta más rancia de la política, de ayer hoy y siempre.
Desde su reaparición en 2016, SEMANARIO indagó y advirtió una y otra vez sobre los problemas recurrentes del río Salado en materia hidráulica. En rigor, hemos considerado como un desatino que el municipio de Junín no cuente con un experto en la materia teniendo a su cargo la administración de tres lagunas, que hacen su aporte a la actividad productiva en torno al turismo (abandonado a su suerte por esta administración) como al agronegocio, donde por sequías y anegamientos ha perdido miles de millones de dólares.

Adorni y Bullrich anunciaron un operativo por las inundaciones: "el Gobierno nacional está ocupándose de los bonaerenses".
Del mismo modo, por la desatención de los caminos rurales, que en su mayoría están a cargo de la gestión municipal, los problemas hidráulicos se agravan tal y como lo venimos graficando desde nuestra páginas con gran precisión y contando con una gran seguimiento por parte de los lectores afectados por este tipo de situaciones.
Repetir discursos de memoria sin entender el contenido de los dichos, sólo está reservado a los mediocres y a los deshonestos
ADVERTENCIAS VANAS
En nuestra edición del sábado 16 de septiembre de 2017, bajo el título “Más humo sobre el agua”, decíamos: “este 18 de septiembre se cumplieron tres años de la recordada frase ‘con esta inundación en Provincia, si fuera gobernadora no podría dormir’, pronunciada –vaya destino- por la hoy gobernadora María Eugenia Vidal, quien ya lleva algo así como 600 días al frente del Ejecutivo bonaerense”.
El por entonces presidente de la Confederación de Asociaciones Rurales de Buenos Aires y La Pampa (Carbap), Matías De Velazco, aseguraba que “gran parte del trigo y la cebada no se pudieron sembrar por la inundación, y estamos a un mes de iniciar la siembra de soja y maíz”. Por eso desde Carbap hablaban de un piso de pérdida de 1.500 millones de dólares en Buenos Aires y La Pampa. “Hay algunos que han pasado varias inundaciones y no tienen ya esperanzas de que esto vaya a cambiar”, sostenía el dirigente.
Tiempos aquellos en los que Pablo Petrecca aseguraba: “hay una inversión récord en la provincia” y junto a Bereciartua y Sarquís aseguraban que “el Gobierno nacional invertirá 1.000 millones de dólares en obras hídricas en el Río Salado”.
Eran tiempos en que el intendente local mandó a construir el murallón de tierra y plásticos en el canal que une las lagunas de Gómez y El Carpincho.
Y uno se pregunta por qué creerle a los “expertos holandeses” que, con el agua al cuello, llegaban a Junín y que también habían traído desde Duhalde hasta Scioli, pasando por Solá y Ruckauf.
Tiempos en que el contador Petrecca intentaba dar una clase magistral de “cambio climático” para poder encontrar un escape a su ineficiencia, tan probada como ahora.
Engañaban a la gente cuando hablaban de “inundaciones históricas” y sin embargo las precipitaciones caídas en Junín en los 12 meses que fueron desde septiembre de 2016 hasta agosto de 2017 sumaban 1.386 milímetros cuando la lluvia anual del 2001 fue de 1.778 mms, en tanto que en 2014 llovieron 1.519 mms, en 2015 fueron 1.388 mms y en todo el 2016 sumaron 1.023 mms.
Tampoco el jefe comunal había dado entidad al comité de cuencas, al cual convocó también de apuro y con el agua al cuello.
Tal como pasa ahora con el espectáculo montado por Bullrich y el jefe de Gabinete, Manuel Adorni, ¿acaso qué obras se pueden llevar a cabo con el agua al cuello?

Al igual que anteriores administraciones, hasta ahora todo se trata de prometer, siguen fallando en los tiempos verbales, desconocen la naturaleza de la cuestión y creen que los chacareros son ovejas que podrán ser guiadas por el buen pastor.
Una película gastada de tantas repeticiones, aunque cada uno proponga un nuevo “show del agua”.
Sin embargo, las certezas se logran a través de conocimiento y la convocatoria de quienes sí pueden aportar ayuda. Repetir discursos de memoria sin entender el contenido de los dichos, sólo está reservado a los mediocres y a los deshonestos.
Desde su reaparición en 2016, SEMANARIO indagó y advirtió una y otra vez sobre los problemas recurrentes del río Salado en materia hidráulica
EN 2001, LA ODISEA DEL AGUA
La inundación del 2001 fue una de las más graves ocurridas en la provincia de Buenos Aires. Al respecto, los especialistas Olga Eugenia Scarpati (Universidad Nacional de la Plata), Juan Alberto Forte Lay (Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas) y Alberto Daniel Capriolo, también de la UNLP, llevaron a cabo un trabajo analizando dicho evento y haciendo hincapié en que “a partir de la década del '70 comienza un periodo húmedo con un aumento del régimen de precipitaciones, y en el período 1978- 2001, el 80% de los desastres naturales que sucedieron en la Cuenca del Salado se debieron a inundaciones”.
La inundación en la cuenca del Río Salado del año 1993 afectó 14.500 productores y abarcó 6.500.000 ha, incluyendo el sistema de lagunas Encadenadas. El Ministerio de Producción estimó pérdidas por U$S 507 millones (Scarpati et al., 2002).
En el año 2000, ocurrió una breve inundación durante el mes de mayo (9 días) que afectó varias localidades. Si bien el evento no fue muy grave, las ráfagas de vientos que acompañaron las lluvias destruyeron tambos y cultivos.
En noviembre del año 2000, las lluvias provocaron el desborde de los ríos Salado y Quinto y de numerosos arroyos, dejando inundadas 1.852.000 ha y pérdidas estimadas en U$S 187 millones. Se debió declarar la Emergencia Agropecuaria y se cortaron las rutas 33, 188, 70, 66, 86, 78, 226 y 68.
Los especialistas consideraron que “por lo explicado, se debe considerar que la inundación del año 2001 fue más seria por los antecedentes del año 2000. Es interesante y muy importante tener en cuenta que el evento hidrológico del 2001 no estuvo relacionado con el fenómeno El Niño - Oscilación del Sur (ENOS). El ENOS presenta tres fases: El Niño, La Niña y Neutral y ejerce una fuerte influencia en los patrones de lluvias en la región pampeana, El Niño está asociado a mayor precipitación mientras que La Niña a menor precipitación y el año 2001 es clasificado como Neutral”.
La inundación del año 2001 comenzó en noviembre de 2000, con excesos de agua en el suelo de 400 y 500mm. Había 1.350.000 ha inundadas en el noroeste de la provincia.
Esta situación afectó más de 2.000.000 ha del noroeste bonaerense y más de tres mil kilómetros de caminos rurales cortados por las aguas.
El INTA señaló que como en octubre las lluvias se concentraron en la cuenca del Salado, se elevó el nivel del río en las cuencas media y baja hasta valores superiores a las cotas históricas máximas de 1985 y 1993. Por ello, a principio de noviembre se evidenció el escurrimiento de las aguas.

La investigación señala, además, que “el INTA previó la pérdida del 20% de la cosecha fina (trigo y cebada), la afección por plagas y enfermedades: hongos, roya y mancha amarilla y la falta de piso. Por ello, en algunas zonas se desistía de sembrar girasol y maíz”.
PROMESAS DEL PLAN MAESTRO
Por aquellos tiempos, la Subsecretaría de Recursos Hídricos anunció la apertura a licitación de cuatro obras del Plan Maestro de la Cuenca del Salado: el enlace de las lagunas La Picasa y La Salada, la canalización de la cañada Las Horquetas, la adecuación de la laguna Mar Chiquita y la regulación del sistema de las lagunas Gómez y Rocha.
Juntos, estos proyectos sumaban alrededor de U$S 101 millones. El gobierno bonaerense envió a la Legislatura provincial un proyecto para conformar un fondo hidráulico-agrícola con destino específico para obras de infraestructura en los sectores afectados por las inundaciones.
De aprobarse el fondo -que contaría con unos U$S 80 millones al año recaudados mediante un incremento de un dólar en las facturas de luz de usuarios de empresas concesionarias y cooperativas eléctricas- permitiría iniciar las obras del Plan Maestro en enero de 2002.
“El 6 de noviembre la severa amenaza de inundación en los cascos urbanos y la desesperación por sacar el agua marcó un pico de máxima tensión entre los distritos de Rivadavia y Trenque Lauquen. El conflicto se originó cuando más de mil vecinos, desoyendo el criterio de la Dirección Provincial de Saneamiento y Obras Hidráulicas, decidieron romper las compuertas de un canal y, de esa forma, derivar las aguas hacia el reservorio de Vidaña. La Municipalidad de Trenque Lauquen, pidió al Ministerio de Obras y Servicios Públicos (MOSP) provincial la reconstrucción de la compuerta abierta por los vecinos con picos y palas.
Para muchos juninenses aún debe estar fresco el recuerdo de que “el 11 de noviembre se abrieron grietas en las cintas asfálticas de los dos puentes que cruzan el río Salado -uno para cada mano-, haciéndolos intransitables, en el kilómetro 259 de la ruta nacional 7”, a la altura de nuestra ciudad.
Hasta ese momento, en ese lugar sólo se permitía el tránsito de vehículos livianos y camiones sin carga. Para detener los embates de la corriente se colocaron jaulas rellenas con piedras y cemento, pero no lograron detener las aguas, que ganaron el puente. Por eso se resolvió interrumpir el tránsito. Posteriormente se ubicaría el puente de hierro que permaneció allí algunos años.
Scarpati, Forte Lay y Capriolo, concluyen en que “las inundaciones en la provincia de Buenos Aires, según un informe oficial del gobierno bonaerense en 2001, tuvieron para el sector agropecuario pérdidas por U$S 700 millones y según los productores de las zonas afectadas una cifra mayor. Se debe considerar que no se tuvo en cuenta los gastos en movilidad de personas y maquinarias, que fue muy alto. Según los productores los perjuicios calculados integralmente, debían, por lo menos, duplicar la suma de la que hablaban las autoridades”.
Hoy volvió el circo y los funcionarios tiran panes a los “frente blanca” del interior en el convencimiento de que sólo les importa el precio de las 4x4.
Las promesas de ayer parecen confluir en las de hoy, mientras los pueblos desaparecen en manos de quienes no miran más que al agronegocio, como si estuviéramos frente a una nueva Conquista del Desierto donde los poderosos abaten a los “bárbaros” tal vez con una violencia más morigerada y solapada, aunque con la misma y salvaje ambición.