Un estudio realizado por el Instituto Tecnológico de Buenos Aires (ITBA) ha vuelto a poner en alerta a la provincia de Buenos Aires, debido a la contaminación por arsénico en el agua subterránea que se consume en gran parte de las ciudades del interior.
El relevamiento, que abarca 14 años de monitoreo, indica que aproximadamente el 70% del territorio provincial presenta niveles de este elemento por encima de los límites seguros, afectando potencialmente a unos 4 millones de habitantes.
El arsénico, un contaminante de origen natural liberado por la descomposición de cenizas volcánicas en los sedimentos pampeanos no tiene olor, sabor ni color, y su detección solo es posible mediante análisis de laboratorio. Su ingesta sostenida en el tiempo incrementa significativamente el riesgo de padecer graves patologías, incluyendo diversos tipos de cáncer (pulmón, laringe), enfermedades cardiovasculares, diabetes y trastornos neurológicos.

Algunos de esos departamentos bonaerenses “comprometidos” son Cañuelas, Chivilcoy, Ezeiza, Junín, Lobos, Mercedes, Monte, Navarro, San Vicente, Suipacha y Tres Arroyos, entre otros. Un dato: algunos de estos puntos geográficos son cercanos a lagunas o espejos de agua de grandes dimensiones.
Según la OMS, “la fuente más importante de exposición para la salud pública es el agua subterránea contaminada. El arsénico inorgánico está presente de forma natural en altos niveles en las aguas subterráneas de varios países, como Argentina, Bangladesh, Camboya, Chile, China, India, México, Pakistán, Estados Unidos de América y Vietnam”. “La contaminación por arsénico es mayoritariamente natural y obedece a fenómenos que se produjeron hace millones de años cuando se levantó la estructura de lo que hoy conocemos como la Cordillera de los Andes", advierte el trabajo del ITBA.
“En nuestro país, las áreas geográficas más damnificadas con este fenómeno son el 70 por ciento de la provincia de Buenos Aires, particularmente lo que es el corredor de la ruta 5, como son las localidades de 9 de Julio, Bragado, Casares y Trenque Lauquen, y también zonas aledañas a Mar del Plata”, especifica el trabajo respecto del territorio bonaerense.
La investigación del ITBA, que incluyó el relanzamiento de su "Mapa de Arsénico" interactivo, identificó a 16 municipios bonaerenses en una situación crítica, superando incluso el límite máximo permitido por la ley argentina, que es de 0.050 mg/L (50 ppb).
Entre los partidos más comprometidos se encuentran Junín, Baradero, Tornquist, Suipacha, 9 de Julio y Chacabuco, donde en algunos casos se ha llegado a prohibir el consumo de agua de pozo para ingesta directa y cocción de alimentos.

De todos modos el informa agrega que se encuentra también en todo el sur de Córdoba y Santa Fe y en La Pampa y Mendoza. En el norte, en particular Tucumán, Santiago del Estero, Salta, Chaco y Formosa.
Es importante destacar que, si bien la normativa argentina actual permite hasta 50 ppb, este límite es cinco veces superior al recomendado por la Organización Mundial de la Salud (OMS) y adoptado por normativas internacionales más estrictas (10 ppb). Esto genera un debate sobre la urgencia de adecuar la legislación nacional a estándares más protectores de la salud pública
A diferencia de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires (CABA), donde el agua de red proviene mayormente del Río de la Plata y es tratada por AySA cumpliendo los estándares, gran parte de la provincia depende de aguas subterráneas, que son las más expuestas a esta contaminación geológica.
Ante este escenario, expertos del CONICET y del ITBA insisten en la importancia de la concienciación ciudadana. "La única forma de saber si el agua es segura es analizándola", subraya el comunicado del ITBA, que invita a la comunidad a colaborar con muestras para actualizar el mapa interactivo y tomar medidas preventivas.
Las autoridades sanitarias locales recomiendan a los residentes de las zonas afectadas no consumir agua de pozo sin un análisis previo o un tratamiento de potabilización adecuado (como filtros específicos de ósmosis inversa o destilación) y, en su defecto, recurrir a agua envasada segura.
Es importante aclarar que el estudio del ITBA no solo abarca muestras del último año, sino también casos que se remontan a más de una década atrás (por ejemplo Pergamino, también en rojo) y pueden generar cierta confusión a la hora de analizar el diagrama provincial del arsénico. Estos viejos valores -que se acumulan a las mediciones más actuales- pueden variar con el paso del tiempo (por ejemplo, nuevas tecnologías en tratamientos de aguas), lo que deriva en nuevas “zonas en rojo” y evita una nueva recategorización, con su consecuente remapeo dinámico.
Los riesgos sanitarios de la ingesta prolongada
La exposición sostenida a niveles elevados representa un peligro para la población. Las estimaciones indican una posible afectación sobre más de cuatro millones de habitantes en el territorio nacional. El contacto ocurre al beber líquido contaminado, utilizarlo para cocinar alimentos o durante la higiene personal en la ducha. La presencia del químico varía según la profundidad de los pozos de extracción en cada domicilio.
El consumo continuo puede derivar en el Hidroarsenicismo Crónico Regional Endémico (HACRE). Esta condición médica comienza muchas veces con manifestaciones dérmicas visibles. La falta de tratamiento médico oportuno habilita la aparición de patologías graves. El listado de enfermedades asociadas incluye cáncer de pulmón, cáncer de laringe, tos crónica y fibrosis pulmonar. Casos avanzados pueden desencadenar tumores y fallas multiorgánicas.
Cómo impacta en el organismo
“El arsénico ingresa a nuestro cuerpo bajo formas inorgánicas. Y en el hígado se transforma en formas orgánicas, que son excretadas por la orina en pocos días. Gracias a ese mecanismo de defensa, las posibilidades de acumulación son pocas”, graficó el director de ingeniería química del ITBA.
Por último, el especialista hizo una diferenciación importante. “Una vez que sabemos de la presencia de arsénico en el agua, la limitación apunta a disminuir su ingesta directa, como así también la cocción de alimentos. Para el resto de las actividades hogareñas, como higiene personal o limpieza de ropa, no hay problema”, concluyó Stripeikis.