Por: Redacción Semanario de Junín
El gobierno provincial insiste en presentarse como el polo opuesto al modelo Milei. Sin embargo, cuando se revisa el presupuesto aprobado —y aquí vale recuperar la lectura crítica publicada por Lorena Timko en La Izquierda Diario— aparecen coincidencias difíciles de esconder: equilibrio fiscal como mantra, priorización del pago de deuda y un nivel de gasto que no acompaña ni por asomo la inflación real del período.
En la provincia que aporta más del 37% del PBI nacional, el Estado vuelve a correr detrás. Lo hace, además, con un discurso que atribuye todas sus imposibilidades al recorte de Nación, lo cual es cierto… pero no explica todo. La discusión política interna y la decisión de no tocar intereses poderosos —del campo concentrado a los grandes grupos financieros— también pesan.
En Junín y en tantos distritos del interior, esa combinación se traduce en lo que ya venimos viendo: infraestructura escolar frenada, obras demoradas, salarios que pierden con la inflación, programas sociales acotados y un empleo público que no crece, aunque la demanda social sí lo haga.
Si hace le sumamos la decadencia municipal, el resultado no es más que desastroso.
ENDEUDARSE; VIEJA COSTUMBRE
Uno de los puntos más sensibles es el pedido de autorización para tomar USD 3.685 millones de deuda nueva. Según el propio Ejecutivo, casi el 90% irá a pagar compromisos previos: intereses, refinanciaciones y servicios de deuda que ya vienen arrastrándose desde la gestión Vidal. Hace años Kicillof calificó aquella toma de deuda como “una estafa”. Hoy, con el presupuesto en la mano, queda claro que eligió el camino de la continuidad: pagar dólar sobre dólar, aun a costa de resignar inversión en áreas sensibles. Los números hablan solos: el presupuesto total crece 17,7%, cuando sólo para igualar el poder de compra de 2023 debería aumentar cerca del 55%.
El mensaje fue sencillo y brutal: “Si no hay endeudamiento, peligran los aguinaldos y las transferencias a los municipios”. En la Provincia más grande del país, donde la mitad de los sueldos estatales están por debajo de la línea de pobreza, el condicionamiento funciona.
A la Ley de Presupuesto se suma la Ley Fiscal Impositiva y un pedido de autorización por parte del gobierno para endeudar a la Provincia por 3685 millones de dólares
EDUCACION CON RECORTES
El informe de Timko pone el dedo en la llaga: educación cae al 24,8% del presupuesto, su nivel más bajo en años, mientras continúan faltando cargos docentes y se siguen acumulando horas cátedra congeladas o recortadas.
Para quienes recorremos escuelas de la región, esto no sorprende. La infraestructura escolar viene golpeada desde hace años y los anuncios de universalización de salas de 2 y 3 años chocan con la realidad edilicia. Aun así, la Provincia insiste en la narrativa del avance pedagógico mientras ejecuta un presupuesto de retroceso.
En paralelo, continúa el esquema de precarización laboral en áreas críticas como salud y niñez. Más de 20 mil becarios seguirán sin pase a planta, un tema que afecta directamente a municipios como Junín, que dependen del sistema provincial para sostener servicios esenciales. El gasto en personal crece apenas 15,2%, menos que el presupuesto total, menos que la inflación, y mucho menos que las necesidades reales.
El discurso dominante en La Plata intenta situar a Kicillof como la resistencia progresista a la motosierra nacional. Pero cuando se observan los números del presupuesto, aparece otra imagen: una provincia que administra el ajuste, no lo confronta. Un gobierno que denuncia el ahogo nacional pero evita tocar a los sectores que sí podrían aportar más. Y una dirigencia sindical que acompaña más de lo que presiona.
En definitiva, el presupuesto propuesto deja una foto clara:
– deuda en aumento,
– inversión pública que no despega,
– salarios estatales que se siguen licuando,
– obras que no alcanzan,
– políticas sociales en modo mínimo,
– y un Estado provincial que no amplía su capacidad sino que la reduce.
Para un 2026 que promete ser tan complejo como el 2024 y el 2025, el desafío será enorme. Y el interior bonaerense —Junín incluido— volverá a sentirlo en cada aula sin arreglar, cada barrio sin vivienda y cada pyme que hace equilibrio para no cerrar.
Porque el presupuesto, más que un cuadro de números es un mapa político: y este mapa muestra que la Provincia eligió sobrevivir, no transformar.