Por: Redacción Semanario de Junín
NOTA DE TAPA PUBLICADA EN LA EDICIÓN IMPRESA Y EDICIÓN DIGITAL Nº 490 DE SEMANARIO DE JUNÍN. SEMANA DEL 29 DE NOVIEMBRE AL 5 DE DICIEMBRE DE 2025
Con Petrecca de licencia en pos de sus sueños que siempre estuvieron fuera de la ciudad y por ello usó a la comunidad como trampolín de sus aspiraciones, nos deja a su cuñado, Juancito Fiorini, un muchacho tímido, sin bagaje político, que desconoce del manejo de las instituciones y sólo cumplirá la tarea de mandadero, aunque acosado por una interna silenciosa y cínica que ya comienza a tironear por el poder y las cajas que hay detrás de él.
Sería engañar y engañarnos si dijéramos que estaremos en manos de un estadista. Lejos estuvo de serlo Petrecca, quien hasta el final de su partida mostró que sólo le interesan los cargos y los negocios de la política.
En el medio parece desatarse una nueva conformación de fuerzas partidarias en el distrito y por ello se espera un reacomodamiento.
Tras las elecciones del 7 de septiembre, y por segunda vez en la última década -la primera fue en 2023- comenzó a tomar mayor protagonismo una tercera fuerza y lo hizo con inusitada convicción a través de nuevos jugadores, como lo es el caso de La Libertad Avanza, que contará con cinco concejales de ese color.
Claro que después de dos años en los que sólo mostraron desunión y conflictos, ahora tendrían que empezar a demostrar cuánto traen de ideas para modificar la parsimonia política local encasillada por el petrequismo a través de su alianza con radicales y Coalición Cívica a partir del toma y daca, como así también con “opositores de cotillón” que jugaron más de macristas que de peronistas.

Petrecca se va como vino, dejando un relato lejos de la realidad, con un déficit de gestión enorme que trata de tapar con el apoyo de los medios “tradicionales” ávidos de la pauta que son capaces de vestir a la mona con sus mejores galas utilizando sus tapas a plano para magnificar el circo y esconder los fracasos que terminaron sumiendo a Junín en una ciudad productivamente gris.
El “cuñado” carece de identidad política. Hasta ahora, Fiorini no logró construir una figura autónoma, con voz propia fuera del círculo de la gestión
EL MANDADERO
El cambio no alcanza siquiera para esperanzarse, Fiorini no es siquiera la continuidad de Petrecca, sino simplemente su encargado, ya que el “evangelista” no deja ni un milímetro de poder en manos de nadie que no sea él.
Cuando el 10 de diciembre próximo asuma la intendencia de Junín -no por voto directo, sino porque le toca por “sucesión” como presidente del Concejo Deliberante- Juancito llegará enarbolando el pedido de “continuidad”. Pero su falta de carisma, su escasa conexión con los vecinos y sus contradicciones políticas -especialmente durante la pandemia- despiertan dudas sobre su capacidad real de gobernar con legitimidad. ¿Qué herencia deja su paso como senador provincial y concejal, y qué panorama enfrenta como posible mandatario?
El mandadero tiene una trayectoria pública: fue senador provincial por la Cuarta Sección entre 2017 y 2021 y a pesar de tener la posibilidad de renovar el cargo quiso volver a Junín porque la política “lo aburría”, tal y como le confió a uno de sus pares de aquel entonces. Luego fue elegido como edil en Junín, y actualmente preside el Honorable Concejo Deliberante, luego que Petrecca lo hiciera renunciar, cuando todavía le faltaban dos años de mandato, para ponerlo de secretario del municipio y a los pocos meses lo podría nuevamente de candidato en primer término en 2023 para que fuera presidente del cuerpo y el primero en la sucesión.

Es así que su origen como cuñado del alcalde plantea desde el vamos una forma de acceso al poder más heredada que fruto de una elección directa, lo que le resta legitimidad política y abre un interrogante, a saber: este salto de Petrecca a la legislatura bonaerense no busca en realidad sortear la ley que le prohibiría presentarse nuevamente como candidato a intendente en 2027. Por eso habrá que ver la letra chica y sus posibles modificaciones a futuro ya que el “evangelista” no hace nada si no le reporta algún tipo de beneficio.
Pero volviendo al cuñado y su estilo más técnico, discreto, con escasa presencia pública, poco carisma y bajo perfil de calle, no da indicios de una figura con peso propio ni de un vínculo orgánico —y sostenido— con sectores populares o comunitarios que le dé raíces más allá del núcleo del poder local.
El futuro lo encuentra, entonces, a días de la intendencia, con un desafío clave para él en sus discursos previos: conseguir que su eventual Gobierno no sea visto como “la continuidad de Petrecca disfrazada”, sino como un proyecto propio.
Hasta ahora, esa hoja de ruta parece más de palabra que de hechos.
Revisar los antecedentes legislativos de Fiorini no arroja grandes banderas épicas ni iniciativas transformadoras. Algunos ejemplos muestran su perfil en una época que marcó a fuego al mundo por la letalidad de un virus que nadie esperaba.
En 2020, cuando la pandemia puso en jaque al sistema sanitario, presentó un proyecto para crear un “fondo especial de salud” destinado a combatir pandemias, dengue o sarampión. Su intención (al menos formal) era anticiparse a las crisis, cosa que ya estaba planteada.
En abril de 2020 planteó además que la información sobre el avance del COVID-19 —casos, test, fallecidos, recuperados— fuese centralizada y pública en la provincia. En ese sentido, reclamaba transparencia institucional en medio del caos más absoluto y cuando en Junín los centros de atención primaria de la salud a cargo del municipio estaban cerrados y recargaban todo sobre el hospital interzonal.
Pero al mismo tiempo, en plena segunda ola de 2021, Fiorini cuestionó las medidas de cuarentena, el cierre de comercios y la suspensión de clases. Favoreció la declaración de la educación como “servicio esencial” para insistir con la presencialidad mientras la crisis se agudizaba.
Si lo que asume el 10 de diciembre será una intendencia “por herencia”, con estructura armada y continuidad de discursos, Junín no ganará en democracia participativa
En su crítica, advirtió que las restricciones impactaban sobre pymes, comercios, empleos, diciendo que “la gente necesita trabajar”, mientras el parlamento estaba cerrado y él en su casa con barbijo.
El problema es que sus gestos no lograron traducirse en resultados concretos. Sus denuncias y pedidos de transparencia quedaron en la nada: según sus propias declaraciones, “muchos proyectos presentados no fueron tratados en comisiones o directamente fueron descartados”. Esa falta de impronta propia deja en el aire una pregunta: ¿qué legado deja? Y esto se ve reflejado en el cargo que ocupará: ¿dónde está la meritocracia de parte de quienes la pregonan?

Fiorini, al igual que su cuñado, son pura contradicción en materia política, justamente porque son la “antipolítica”.
Por un lado, reclamó transparencia: pidió que la provincia publique diariamente datos desagregados por municipio —casos, test, recuperados, fallecidos— para que los vecinos sepan la real situación sanitaria. Pero por otro, objetó las políticas de restricción: defendió la presencialidad escolar aun cuando los contagios avanzaban, dijo que “las escuelas en Junín no se van a cerrar”, que la educación es esencial y cuestionó al gobierno provincial por “mensajes de miedo” y para él electoralistas.
Esa doble variable -demandar transparencia, pero rechazar medidas sanitarias- habla de una visión política más atenta a la imagen, a la reapertura y a la normalidad “productiva”, que a la salud pública y la solidaridad social.
Más aún: tras sus dichos, Junín vivió momentos de tensión social, incertidumbre, riesgos sanitarios y pedidos de explicaciones que nunca se tradujeron en liderazgos concretos.
Esa postura revela una faceta de “populismo de apertura” pero sin responsabilidad real: priorizó los reclamos de comerciantes y sectores vulnerables, pero no ofreció plan sanitario alternativo, ni liderazgo en comunidad, ni articulación real entre Estado- sociedad para enfrentar la crisis.
Hoy, esa contradicción se mantiene como mancha: un perfil que busca mostrarse cercano al “vecino que sufre el cierre”, pero sin asumir las consecuencias —ni las obligaciones— que implica gestionar una pandemia.
Petrecca se va dejando un relato lejos de la realidad, con un déficit de gestión enorme que trata de tapar con el apoyo de los medios “tradicionales”
GOBERNAR SIN SUSTENTO
Tal como lo adelantamos, cuando asuma la intendencia Fiorini lo hará por sucesión -no por elección directa— y sin haber sido votado como jefe comunal. Eso lo pone en una situación de fragilidad política.
Deberá enfrentar la falta de legitimidad popular ya que muchos vecinos no lo conocen como referente propio, sino como un acompañante de Petrecca. Eso reduce su margen de maniobra y lo expone a cuestionamientos sobre representatividad.
Dependencia del “núcleo duro” del oficialismo: para sostener su gestión, necesitará del apoyo de concejales, funcionarios, militantes del bloque. Pero si hay fisuras, como los resultados electorales recientes evidencian con la actitud de algunos referentes de peso del radicalismo, la Coalición Cívica y la dirigencia agraria, la gobernabilidad puede quedar en jaque. Le suma (otro nepotismo) que su suegro Julio Miguenz sigue manejando a su placer los reclamos fomentistas como presidente de la federación. Sin embargo, en ese ámbito también aparecen algunos díscolos que podrían “agrandarse” ante la fuga de Petrecca a La Plata.

El “cuñado” carece de identidad política. Hasta ahora, Fiorini no logró construir una figura autónoma, con voz propia fuera del círculo de la gestión. Apenas se conoce su voz y por eso ha recibido el mote de “Bernardo” en la comidilla de empleados municipales, en alusión al asistente de “El Zorro” de la legendaria serie. Sus discursos combinan defensa del “statu quo” con promesas poco concretas; su marca política es débil.
Fiorini arranca con déficit ya que deberá entregar resultados tangibles para ganarse la confianza. Los últimos pasos de la gestión Petrecca fueron entregar administraciones a los privados. La Terminal interminable sigue en “veremos” con un 20% de su capacidad activada. Los caminos rurales, no mejoran la foto de una década de desatención y los controles están ausentes. Las lluvias amenazan con agravar la situación cuando el movimiento agrícola está a full. Infraestructura decadente, plan viviendas fracasado, inversiones nulas y grandes superficies en riesgo de quebranto junto al comercio en general.
En síntesis: su camino hacia la intendencia deja abierta la pregunta de si será un administrador inercial, un continuador sin sello, o si tendrá capacidad de deliberar un proyecto propio, con participación colectiva, más allá del aparato político
Fiorini, al igual que su cuñado, son pura contradicción en materia política, justamente porque son la “antipolítica”
COMO NO SER “EL CUÑADO”
Aunque parezca difícil que Fiorini termine siendo un verdadero administrador de Junín con decisión propia y al mismo tiempo diferenciarse de modo positivo con Petrecca, nunca se pierde la esperanza. Sin embargo, algunos pasos que debería dar en ese sentido pueden enumerarse.
Construir legitimidad popular a través de hacer recorridas reales en sitios “incómodos”, algo que el actual intendente nunca hizo. Escuchar vecinos de distintos barrios, no sólo las sociedades de fomento aliadas. Transparencia en la gestión y asumir compromisos tangibles y lo más importante: cumplirlos.
Mostrar iniciativa más allá del recambio. Presentar proyectos propios, con impacto en problemáticas reales: empleo, vivienda, servicios, salud. No depender únicamente del legado de Petrecca.
Transparencia y rendición de cuentas a través de informes públicos claros sobre avances de obras, presupuesto municipal, respuesta a crisis sociales o sanitarias. Consultas realizadas en el Concejo desde la oposición.
En fin requiere de una comunicación directa y sincera con la comunidad, dejando de lado el perfil bajo y técnico. Acercarse genuinamente a la gente y mostrarse como realmente es y no como se lo exige su cuñado. De ese modo quizás podamos descubrir nuevas capacidades del dirigente, mostrando capacidad de liderazgo separándose del rol de “ámbito familiar”, mostrando autonomía política, capacidad de diálogo plural con la oposición y con las instituciones que reclaman sin ser escuchados.
Sin olvidar que “cuando el gato no está los ratones bailan” y hay varios de estos últimos que aspiran a tener su “tiempo político” a como dé lugar, sin importarles golpes bajos y traiciones variadas como ya ha quedado demostrado. El tema central es que cuando hay que pagar los platos rotos de una gestión, la deuda no alcanza a los políticos, sino que como lo demuestra la historia, se la carga al pueblo, algo que hoy sin ir más lejos, tenemos a la vista.
Juan Carlos Fiorini llega al umbral del Ejecutivo municipal con un pasivo simbólico: no fue elegido por la gente para ese cargo; su trayectoria es más de funcionario que de líder; su vínculo con los vecinos es bajo perfil, y su legado legislativo y concejal no destaca por transformaciones profundas, sino por defensas de la normalidad económica, aun en tiempos de crisis sanitaria.

Si lo que asume el 10 de diciembre es una intendencia “por herencia”, con estructura armada y continuidad de discursos, Junín no ganará en democracia participativa: solo seguirá un turno más del mismo ciclo alicaído y gris de los último 10 años. Pero si decide aprovechar la oportunidad para construir su propio liderazgo -con participación, transparencia y sensibilidad social- podría reivindicar parte de su nombre. Por ahora, las cartas están puestas sobre la mesa. Falta ver si arriesga para cambiar algo, o prefiere obediente y pusilánime, mantener el tablero como está.