Por: Redacción Semanario de Junín
NOTA DE TAPA PUBLICADA EN LA EDICIÓN IMPRESA Y EDICIÓN DIGITAL Nº 491 DE SEMANARIO DE JUNÍN. SEMANA DEL 6 AL 12 DE DICIEMBRE DE 2025
Sin intendente electo en funciones, con un Concejo Deliberante que renovará la mitad de sus bancas con ediles de escasa o nula experiencia legislativa y una estructura política fragmentada como no se veía desde hace muchos años, Junín deberá transitar un 2026 que puede marcar un quiebre histórico o dar la sorpresa que todos ansiamos.
El desafío no es sólo administrativo: implica decidir si la ciudad entra en una lógica de desarrollo sostenido o si continúa en la pendiente lenta de paralización, atraso y pérdida de competitividad regional.
Hay un acompañamiento de una parte de la comunidad para mantener la vara baja, a no meterse en cuestiones “políticas” cuando es la política la que nos atraviesa en forma cotidiana (ver editorial, pág. 3). A naturalizar la desidia y el descontrol del gobierno, a sostener funcionarios vagos que no hacen más que repetir relatos irreales y promesas que nunca llegan. Hay poco de empatía hacia aquellos que reclaman y mucho de individualismo, como epidemia social.
Infraestructura, control urbano, servicios públicos, turismo, producción y política social: los ejes son conocidos, pero la profundidad del problema obliga a repensarlos con una mirada técnica y estratégica, más allá de slogans y parches.
Los juninenses necesitan despabilar a la dirigencia para que entiendan que el tiempo se agotó
OLVIDOS PREMEDITADOS
Junín lleva años conviviendo con un contraste que ya forma parte del paisaje: la prolijidad del centro convive con barrios que sienten que están a décadas de distancia. Veredas rotas, zanjas abiertas, calles de tierra que se transforman en barriales ante cada lluvia y pasillos de circulación donde es imposible mover un cochecito de bebé o un andador. Ni hablar de la accesibilidad de los adultos mayores que terminan poniendo en riesgo su cuerpo por el mero de hecho de tener que hacer los mandados hasta el almacén de la esquina.
El problema no es nuevo, pero sí se profundizó por la falta de planificación integral y la profunda improvisación de salir a solucionar lo que se transformó en crónico.
Durante mucho tiempo el mantenimiento urbano se manejó con lógicas de urgencias, respuestas fragmentadas o demandas puntuales, sin un programa estructural que ordenara prioridades, estableciera plazos y garantizara continuidad de gestión. Prima la improvisación y la respuesta al amiguismo.

Lo paradójico es que existen herramientas de política pública que podrían marcar la diferencia. Municipios de escala similar -como Bolívar, Trenque Lauquen o General Viamonte- implementaron modelos de financiamiento compartido o “presupuesto participativo” en los que el Estado fija la planificación, asume dirección técnica y una parte del costo, pero permite que los frentistas aporten mediante esquemas progresivos según nivel socioeconómico o situación de vulnerabilidad, evitando que el vecino deba afrontar todo el arreglo o, peor aún, que la falta de recursos termine bloqueando mejoras indispensables. Es un sistema que combina responsabilidad pública, equidad y previsibilidad.
En Junín, en cambio, el avance del deterioro produjo un fenómeno adicional: se multiplicaron los reclamos individuales y disminuyó la capacidad de intervenir de manera estratégica. Un ejemplo concreto es el caso de los cruces de calles y la accesibilidad para personas con movilidad reducida. En ciudades donde se avanzó —como Olavarría o Rafaela— el primer paso fue un relevamiento exhaustivo de rampas, pendientes y obstáculos, seguido de un plan anual de corrección geométrica de veredas públicas y cruces prioritarios. Nada de eso ocurre hoy en nuestra ciudad, mientras el intendente Pablo Petrecca se jacta de tener recursos para “pagar el aguinaldo”, cuando en realidad no hace inversiones y pone los ingresos a plazo fijo sin dar cuenta del uso de los intereses que le reporta
La idea de que el Concejo Deliberante sólo legisla es vieja; en ciudades que avanzan, el Concejo promueve desarrollo
A LA BUENA DE DIOS
La situación del cruce ferroviario de Rivadavia es otro caso emblemático. Con una obra que continuará cerrada durante al menos dos años, la ciudad requeriría un plan robusto de reordenamiento del tránsito, ampliación y mejora de los pasos alternativos y señalización inteligente. Ferrocarriles ha dado respuestas parciales, pero el municipio podría avanzar en mecanismos de articulación técnica, exigencias regulatorias y convenios de cooperación como los aplicados en obras similares, cuando los municipios lograron que la Nación realizara operativos de circulación preventiva que mejoraran la transitabilidad, mientras se cumplen los plazos de finalización del proyecto.
La falta de gestión y predisposición de los funcionarios a dar soluciones causa irritación. Otro caso simbólico es el del plan de 149 viviendas: un proyecto que quedó atrapado entre cambios administrativos, conflictos de financiamiento y ausencia de cronogramas públicos verificables. La vivienda no es sólo una obra: es una señal de ordenamiento territorial, arraigo y planificación urbana y la gestión Petrecca ha sido un gran fracaso en este ítem.
Cuando un proyecto como el Pro.Cre.Ar se paraliza, se interrumpe mucho más que una construcción: se altera una cadena de expectativas familiares y se profundizan las desigualdades habitacionales.
Existen ejemplos cercanos de reorganización de planes habitacionales. El municipio, en lugar de hacer un seguimiento de las obras en el distrito ya sean provinciales o nacionales, se ha desentendido permanentemente de las mismas cuando por caso de las 149 viviendas podría implementar un esquema de auditoría externa, estado de la obra y priorización por vulnerabilidad.
La ciudad podría articular acciones con los clubes de pescadores y cazadores, pero necesita una planificación turística moderna
SALUD E INSEGURIDAD
En materia de salud, los Centros de Atención Primaria (CAPS) atraviesan un deterioro gradual que se expresa en línea con este “dejar hacer, dejar pasar” de la gestión municipal, con mínima inversión, escaso presupuesto, infraestructura insuficiente y una demanda que termina derivando todo al Hospital Interzonal que parece sólo juninense, cuando debe ocuparse -a duras penas y a pura vocación- de una amplia región.
La experiencia de otros lugares respecto a la atención primaria de la salud podría replicarse en el distrito con una red de referencia y contrarreferencia digital donde cada CAPS cuenta con un sistema de derivación estandarizado que contenga información clínica y por supuesto tender a una propuesta de telesalud que con los conocimientos tecnológicos actuales permite un mayor acceso a la atención. De esa manera también debiera promoverse una ampliación de horarios -en particular tardes y fines de semana- para evitar que las guardias hospitalarias se transformen en el único acceso posible a la salud pública. Junín, con su densidad poblacional y su dispersión urbana, necesita una reforma semejante.

La seguridad es otro eje en el que la inversión tecnológica de la última década no se tradujo en percepción de cuidado efectivo. La cantidad de cámaras instaladas parece relevante, pero sin un sistema de patrullaje dinámico su utilidad es limitada. En ese sentido, hay una cantidad inusitada de patrulleros fuera de servicio cuando no hace tanto el distrito recibió una gran cantidad de móviles.
De la misma manera, se sabe que las cuadrículas o modelo de circulación por “cuadrantes críticos”, donde cada patrullero debe cubrir un recorrido específico con tiempos máximos entre pasadas, verificados por GPS como se había prometido no ha sido puesto en marcha. Eso generaría un resultado traducido en mayor presencia territorial y un descenso de la sensación de abandono en zonas periféricas y revertir el proceso que se ve en estos últimos años. Otra área donde faltan recursos y se achicó el presupuesto.
El gobierno podría implementar un sistema eficiente, combinando monitoreo y patrullaje real, evitando que las cámaras funcionen sólo como un archivo de imágenes para revisar después del delito.
El avance del deterioro produjo un fenómeno adicional: se multiplicaron los reclamos individuales y disminuyó la capacidad de intervenir de manera estratégica
DESARROLLO SOCIAL
La expansión de asentamientos irregulares en la periferia de Junín es uno de los procesos urbanos más significativos —y menos atendidos— de los últimos años. El fenómeno no es exclusivo de la ciudad, pero aquí se profundizó por la falta de una política de monitoreo y por la ausencia de mecanismos de contención temprana.
Ejemplos de municipios que enfrentaron situaciones similares, debieran considerarse para adoptar herramientas técnicas que podrían aplicarse sin dificultad en nuestro medio.

Resulta un contrasentido que Petrecca hable de robótica y “ciudad del conocimiento” en almibarados discursos, pero en la gestión los funcionarios no cuenten con herramientas tecnológicas básicas para utilizar en sus áreas respectivas.
De ese modo se podrían llevar a cabo inspecciones quincenales en zonas de riesgo, registro nominalizado de familias y articulación inmediata con programas habitacionales, ya sea municipales, provinciales o nacionales.
Esa información sirve para intervenir antes de que el asentamiento se consolide, evitando luego desalojos conflictivos o la consolidación de barrios sin infraestructura básica, con costos sociales y económicos mucho mayores. Sin monitoreo, la ciudad sólo reacciona cuando el problema ya explotó.
Otro punto crítico es la red de comedores y merenderos. En escenarios de crisis, la asistencia alimentaria suele ramificarse con rapidez y desorden. Censar y nominalizar estos espacios no tiene que ver con control político, sino con eficiencia: permite conocer demanda real, evitar superposiciones y llegar con recursos a donde realmente se necesitan.
Vale recordar que en pandemia dejó al desnudo la falta de registros y que la ayuda municipal y de donaciones llegaba de forma desprolija e inequitativa a estas organizaciones, lo cual también hacía que hubiera ciertas preferencias para algunos y abandono para otras. Hoy la situación es crítica.
Y para peor nada cambió. Se podrían haber implementado registros únicos que permiten detectar aumentos abruptos de demanda, evaluar déficits nutricionales y planificar compras públicas con mayor precisión. Junín tiene las capacidades técnicas para hacerlo, pero falta voluntad política.
El crecimiento de la vulnerabilidad en las periferias ya no puede ser analizado como un fenómeno aislado. La ciudad necesita presencia territorial, convenios con organizaciones sociales si mirar el color político, equipos interdisciplinarios y una política clara de integración urbana que incluya infraestructura mínima, trazado de calles, acceso al agua y electricidad y acompañamiento social.
De lo contrario, el distrito corre el riesgo de reproducir en su periferia las mismas desigualdades que históricamente se observan en otras ciudades más grandes.
Junín lleva años conviviendo con un contraste que ya forma parte del paisaje: la prolijidad del centro convive con barrios que sienten que están a décadas de distancia
PRODUCCIÓN Y TURISMO
El Parque Natural Laguna de Gómez constituye probablemente la oportunidad económica más subutilizada de la ciudad, aunque esta gestión exitista haya salido a celebrar una elección de “joya rural” del lugar aparecida en un sitio de internet.
Pero todo se basa en belleza natural, ya que el municipio petrequista le ha dado la espalda desde hace diez años sin presupuesto y sin propuestas productivas de interés.
La pesca deportiva, los concursos, las actividades náuticas y el turismo de fin de semana largo podrían transformar la economía local (como ocurría antaño) si existiera una estrategia de aprovechamiento real. Hay casos que son ejemplo de desarrollo combinado. Con sólo mirar lo hecho por Teodelina alcanza para preguntarse: ¿qué hicieron esas ciudades? Y la respuesta es contundente: obras básicas de accesibilidad, normas claras, promoción privada, ordenamiento ambiental y, sobre todo, continuidad. Donde el Estado definió un horizonte y garantizó reglas, la inversión llegó sola. Un municipio activo y participativo puede cambiar la dinámica de una ciudad, si sólo se ocupa de lo básico, el distrito se torna gris, tal como nos ocurrió y eso también se debe a la falta de funcionarios capacitados. En su mayoría los actuales carecen de especialización en gestión pública y tampoco cuentan con un “intendente gerente” que los movilice en cuanto a lograr resultados. No hay ejemplos arriba para replicar abajo.
El de la Laguna de Gómez sigue siendo un parque hermoso pero subexplotado. La pesca deportiva prácticamente desapareció cuando la mala praxis en el manejo del agua la dejó seca, los concursos obviamente se extinguieron y el turismo de fin de semana perdió atractivo frente a localidades -como ejemplificábamos- que ofrecen experiencias completas, desde gastronomía top hasta alquiler de embarcaciones, actividades familiares, senderismo y múltiples propuestas culturales y de diversión para todos los gustos. Llama la atención que no haya habido en tanto tiempo propuestas privadas para el PNLG y que la única que validó Petrecca era un parque aéreo con mal olor, como lo denunció el concejal Pablo Petraglia.
La ciudad podría articular acciones con los clubes de pescadores y cazadores, pero necesita una planificación turística moderna: servicios ordenados, propuestas temáticas, recuperación de balnearios y senderos, y una campaña de promoción en coordinación con la provincia y no con una camioneta ploteada que sólo sirve de opción turística para algún funcionario paseandero. Sin estrategia, no hay turismo; sin turismo, no hay economía vinculada al ocio.
INVERSIONES
En materia productiva, el contraste con ciudades vecinas es evidente. Chacabuco consolidó en diez años un ecosistema de empresas tecnológicas vinculadas al agro que trabajan con software, sensorización y maquinaria inteligente. Lincoln avanzó en la ampliación de su parque industrial y atrajo proveedores de insumos agrícolas. Rojas y Pergamino fortalecieron clusters productivos con cooperativas, empresas medianas y desarrolladores de sistemas para gestión de datos agronómicos. No es un relato optimista: basta recorrer la RN7 desde el kilómetro 200 hacia acá o caminar sus parques industriales, ver las nuevas inversiones, escuchar a sus intendentes o leer los informes del Ministerio de Producción.

Nuestro distrito, a pesar de su buena ubicación estratégica y su historia productiva, podría liderar esa transformación. Pero falta una política de promoción industrial adaptada a los tiempos modernos con incentivos fiscales progresivos, simplificación administrativa, disponibilidad de suelo, articulación con universidades y cooperativas. Las carencias terminaron frenando el dinamismo que sí se observa en la región.
Un modelo posible es el que implementó Tandil para su polo tecnológico: ordenamiento del suelo, exenciones condicionadas a generación de empleo, vinculación con centros universitarios y organismos agropecuarios e industriales plazos estrictos de obra y un modelo con vistas a 2050 y lo que es mejor resultados presentes que animan a seguir trabajando. Nada impide que Junín adapte ese esquema a su escala.
En ese sentido interviene un Concejo Deliberante independiente, que no espera con las manos levantadas los caprichos del Ejecutivo. Acá también los ediles juegan un papel preponderante para que Junín crezca o deje de ser el referente del noroeste bonaerense.
También el cuerpo deliberativo juega un rol decisivo. La idea de que el Concejo Deliberante sólo legisla es vieja; en ciudades que avanzan, el Concejo promueve desarrollo. ¿Cómo? Con ordenanzas basadas en el resultado de mesas de articulación con sectores productivos. Se trata de entender que el desarrollo no depende sólo del Ejecutivo.
Turismo y producción, lejos de ser capítulos separados, integran una misma lógica y más todavía en nuestro distrito atravesado por tres importantes espacios lacustres: la necesidad de poner a Junín en movimiento, con reglas claras, visión de largo plazo y capacidad de gestión
DESAFIO POLITICO
La nueva composición del Concejo Deliberante será clave. Cinco concejales de una fuerza que no pertenece a las dos coaliciones que dominaron la última década podrían haber representado un freno o una oportunidad. Sin embargo, no ocurrirá por ahora nada de eso porque ya arreglaron sostener la “gobernabilidad” de un Petrecca ausente, esto es en buen romance votar lo que les indique el Lord Mayor. Oportunidad perdida y la vuelta del titiritero.
De todas formas, los juninenses necesitan despabilar a la dirigencia para que entiendan que el tiempo se agotó. Ya no se trata de administrar la ciudad: se trata de transformarla. Y esa tarea excede partidos y mandatos. Los ejemplos de ciudades que crecieron en la región muestran un patrón común: participación, integración, continuidad, planificación técnica, reglas estables e inversión pública estratégica.
Junín podría encaminarse hacia ese horizonte. Pero también podría seguir paralizada, viendo cómo otras localidades aprovechan oportunidades que acá nunca terminan de concretarse.
De eso se trata este 2026, de decidir si la ciudad será protagonista o espectadora. Si será o desaparecerá como referente del noroeste bonaerense, esa es la cuestión y para nada desechable.