La micropyme Naranja Mandarina afronta un riesgo existencial: un fallo de la justicia laboral de la provincia por una suma impagable ($190 millones) para el tamaño de la empresa y un embargo ($330 millones) que supera largamente su facturación anual y paralizó su giro comercial la dejaron al borde de la quiebra
Al cabo de doce años de una exitosa iniciativa de fabricación y venta de ropa para niños y preadolescentes con un local en Junín y venta en otras localidades bonaerenses, un distribuidor se consideró “despedido” y al mes siguiente planteó un juicio laboral.
A Naranja Mandarina solo puede salvarla que la Corte Suprema de Justicia bonaerense acepte antes del inicio de la feria judicial el recurso “en queja” que presentó el abogado de la empresa. De lo contrario, la quiebra será inevitable, tras una serie de acciones y fallos y un nuevo absurdo del fuero laboral.
“Arrancamos al año y medio de creación de la empresa. Él ya tenía una zona de trabajo y empezó a llevar la mercadería bajo ciertas normas propias. Nosotros respetábamos su zona. Pero el fuero judicial lo consideró un viajante de Comercio y nos condenaron a pagar $14 millones”, contó Mariana.
La suma engordó 1.257%, a $190 millones, por aplicación del “fallo Barrios”, una sentencia controversial, dictada en el caso de un accidente de tránsito, pero que la justicia laboral aplica con un criterio capaz de llevar a Naranja Mandarina, y a cualquier pyme o micropyme a que se aplique, a la quiebra. A la cuenta se aplicó también una tasa de interés del 6% y multas “que metieron adentro”, según la dueña.
En la Provincia de Buenos Aires, si una empresa quiere recurrir a la Corte Suprema de Justicia provincial debe depositar el monto del fallo en sede judicial. Serian $190 millones líquidos, suma imposible para cualquier micropyme.
El abogado de Naranja Mandarina presentó un recurso extraordinario para que la empresa pueda defenderse, el Tribunal Laboral de Junín impuso una “pericia contable” y mientras corría el lazo para su realización impuso un embargo de cuentas bancarias por más de $330 millones. El abogado de la empresa fue entonces “en queja” a la Corte provincial, pero con las cuentas embargadas la firma tiene paralizado el giro comercial.
Giro comercial roto
“No podés cobrar, no podés pagar a proveedores ni a empleados, ni impuestos. Todos los cheques te vuelven, el giro comercial está roto. Si nos agarra la feria de enero en esta situación, tenemos que concursarnos”, explicó Cademartori. Y eso, dice ante la pregunta, a pesar de la buena voluntad de los tres empleados y los más de quince colaboradores indirectos (diseñadores, cortadores, etc.) de la micropyme.
“Ya suspendí la temporada que viene. No puedo asumir compromisos”, afirmó, angustiada, aunque gratificada por el respaldo de la comunidad, de gente del Municipio e incluso “a nivel provincial” que quiere “dar una mano”.
“La gente y los talleres nos bancan, pero la realidad es muy angustiante”, explicó. A Naranja Mandarina le es imposible afrontar un embargo de $320 millones, una cifra que supera largamente no solo sus ganancias, sino también su facturación anual.
Cademartori recordó que en diciembre de 2024 la demanda propuso un arreglo por el equivalente a 30.000 dólares, que rechazaron, porque hubiera sido aceptar que el distribuidor era algo que no era, empleado de la empresa. La empresaria pyme apuesta a que visibilizar el caso haga que la CSJ bonaerense enmiende un verdadero absurdo laboral.