Por: Redacción Semanario de Junín
El reciente hallazgo de ejemplares juveniles de entre 10 y 15 centímetros- de pejerrey en la Laguna El Carpincho, así como reportes informales de su presencia en Laguna de Gómez y Mar Chiquita; las hermosas encadenadas que posee nuestro distrito, representa una buena noticia para la comunidad local ya que la especie junto a las demás que conviven en los espejos de agua -que sufrieron fuertes declives por sequías, mortandades por cianobacterias y problemas de contaminación por agroquímicos- comienzan a mostrar señales de recuperación. Este fenómeno abre una ventana de oportunidades en pesca deportiva, turismo, conservación y desarrollo sustentable para Junín y su entorno.
A continuación, intentaremos analizar los aspectos fundamentales de esta recuperación, sus oportunidades y, también, los riesgos latentes.
El pejerrey bonaerense, cuya denominación científica es Odontesthes bonariensis, pertenece a la familia Atherinopsidae. Es un pez de cuerpo fusiforme, ligeramente comprimido lateralmente, con coloración plateada e iridiscencias azuladas, y una franja brillante a lo largo del costado. Presenta dos aletas dorsales -una pequeña y otra más larga- aletas ventrales sin espinas, y una cola en forma de horquilla. Estas características le aportan gran velocidad y adaptabilidad.
El también llamado “flecha de plata” es una especie nativa de la cuenca del Plata -sur de Brasil, norte y centro de Argentina, Uruguay- aunque con el tiempo su distribución se amplió: actualmente se encuentra en lagunas pampeanas, ríos, estuarios, embalses y lagunas artificiales en distintas provincias.
Su plasticidad ecológica -capacidad para adaptarse a aguas dulces o salobres, con distintos grados de salinidad y condiciones ambientales variables- explica su éxito en ambientes diversos como el nuestro, lo que lo hace ideal tanto para ecosistemas naturales como para hábitats modificados o artificiales. Algo que podría además facilitar la tarea de los privados en tantos cursos de agua que existen de ese estilo.
En cuanto a su ciclo de vida, el pejerrey alcanza la madurez sexual hacia el primer año de vida, y puede reproducirse en los meses cálidos —generalmente entre septiembre y diciembre— aunque también puede presentar una freza secundaria en otoño. Cada hembra puede desovar decenas de miles de huevos adheridos a la vegetación acuática. Motivo por el cual esta temporada presenta un ciclo de alta vulnerabilidad si no se cumplen las actividades de control ambiental.
Su dieta se muestra variada según la estación y la edad: los juveniles son predominantemente zooplanctófagos —consumiendo crustáceos planctónicos, larvas de insectos—, mientras que los adultos se tornan parcialmente piscívoros, consumiendo peces menores cuando el plancton escasea. Sin duda que los pescadores deportivos podrán agregar otras innumerables posibilidades al conocer y probar variadas “carnadas”.
Además, su carne de buena calidad, su resistencia a variaciones térmicas, su rápido crecimiento y su adaptación a ambientes lénticos templados lo convierten en una especie ideal para pesca, consumo y también producción en cautiverio, tal como indicábamos más arriba.
Por estas razones, el pejerrey es considerado un recurso íctico de alto valor ecológico, deportivo, económico y cultural en los ambientes pampeanos.
MOTOR DEL MINITURISMO
Para municipios como Junín, la recuperación del pejerrey representa una oportunidad invaluable en varios frentes:
Pesca deportiva: El pejerrey es, desde hace décadas, la especie dulceacuícola de mayor relevancia para la pesca recreativa en muchas lagunas de la provincia de Buenos Aires, y también en espacios pampeanos.
En las lagunas de Junín -Gómez, El Carpincho, Mar Chiquita- su presencia genera expectación entre pescadores, tanto locales como visitantes, que buscan experiencias con caña de mano en entornos naturales y si es de costa mucho mejor.
Atracción turística y recreativa: La pesca deportiva es un motor de turismo local: familias, aficionados, clubes de pesca y visitantes ocasionales pueden llegar en busca del “trofeo” lagunero, con fines recreativos, descanso y contacto con la naturaleza. Esto puede dinamizar servicios turísticos - alojamientos, comida, guías, equipamiento, alquiler de lanchas o kayaks- e impulsar un «miniturismo sostenible» asociado al recurso pesquero.
Desarrollo económico local: Una pesca responsable y ordenada favorece la economía local no sólo para quienes practican la actividad, sino para prestadores de servicios, comercios e incluso emprendimientos familiares. La presencia de ejemplares juveniles sugiere una población recuperándose, lo que a mediano plazo podría permitir la planificación de pesca deportiva regulada, concursos, festivales (como la tradicional “fiesta del pejerrey”) y potenciar a Junín como destino regional de pesca recreativa. De hecho, la actividad pesquera ya se menciona entre los atractivos turísticos de Junín, pero fue descuidada por la actual gestión petrequista.
Potencial de acuicultura y producción local: Dada su adaptabilidad y calidad de carne, la reactivación de poblaciones silvestres podría abrir también una puerta para proyectos de acuicultura —extensiva o semiintensiva— en lagunas adecuadas, generando empleo, diversificación productiva y valor agregado local.
Por todo esto, el retorno del pejerrey no es sólo un dato biológico: es una oportunidad estratégica para el desarrollo local, turístico y ambiental de Junín.
Entre los riesgos potenciales a considerar no debemos olvidar de mencionar a la contaminación química y bacteriológica, enfermedades e insostenibilidad de las poblaciones.
A pesar de las señales alentadoras, el pejerrey sigue expuesto a diversas amenazas estructurales que podrían comprometer su recuperación definitiva:
Contaminación acuática — agroquímicos y eutrofización: Como muchas lagunas pampeanas, las de Junín han sido afectadas históricamente por procesos de contaminación agrícola -fertilizantes, agroquímicos, etc.- y por floraciones de cianobacterias, vinculadas a escasez de agua, aumento de temperatura y exceso de nutrientes. Estos factores deterioran la calidad del agua, reducen oxígeno disuelto, alteran la base trófica (zooplancton, vegetación acuática) y comprometen tanto a juveniles como adultos.
Enfermedades e infestaciones: Incluso en condiciones naturales, el pejerrey es susceptible a múltiples patógenos: bacterias (géneros Aeromonas, Pseudomonas, Mycobacterium), hongos y hongos-afines (como Saprolegnia spp., Fusarium), así como a parásitos internos y externos: por ejemplo, Lernaea cyprinacea, Cangatiella, Gyrodactylus, Contracaecum, Diplostomum. Esto representa un riesgo elevado para poblaciones silvestres y para cualquier eventual cultivo.
Vulnerabilidad ante la pesca intensiva o ilegal: Estudios sobre vulnerabilidad del pejerrey muestran que su captura con caña reduce la «condición» física de los peces (peso relativo), comparado con capturas con redes, lo que implica un sesgo: los ejemplares deportivamente pescados pueden ser juveniles o adultos subóptimos, con menor peso/talla. Esto incrementa el riesgo de sobrepesca, especialmente si no hay controles adecuados.
Impactos de sequías y variabilidad hídrica: Períodos prolongados de sequía como el ya mencionado (y padecido), combinados con bajos niveles de agua pueden desencadenar mortalidades masivas, reducir hábitats, concentrar contaminantes y eliminar refugios naturales para juveniles. Y en esos casos, como ha quedado demostrado, no hay dios ni rezos que nos salven del desastre. La mano del hombre improvisado es el peor destino para la naturaleza.
Por ese motivo, vale destaca que el retorno de juveniles es una buena señal, pero no garantiza la estabilidad de la población sin medidas de conservación, monitoreo y regulación.

Alberto Borgatello de la comisión directiva del Club de Pescadores de Junín mostró entusiasmado en las redes sociales una captura de pejerrey, especie que venían monitoreando.
CONTROLES Y REGULACIÓN
En principio el municipio debiera definir un área específica para el control de la pesca deportiva e ilegal que ya no tiene. No se trata de “inventar” cargos para sumar ñoquis a la planta permanente, sino de eficientes empleados con conocimiento del tema y coparticipación de los clubes de pesca y caza ubicados en la laguna El Carpincho y guías de pesca registrados y autorizados para cumplir dicha labor.
Para asegurar que el regreso del pejerrey signifique una recuperación sostenible y un motor de desarrollo turístico y productivo, los conocedores y especialistas sugieren determinadas acciones.
Monitoreo regular de la calidad del agua. Control periódico de parámetros físico-químicos (temperatura, oxígeno disuelto, salinidad, nutrientes, contaminantes agrícolas). El hábitat del pejerrey tolera variaciones, pero debe mantenerse dentro de rangos saludables.
Evaluación de la carga de cianobacterias, algas nocivas o eutrofización, sobre todo en épocas cálidas o de sequía prolongada.
Seguimiento de la comunidad zooplanctónica e íctica, para verificar disponibilidad de alimento para juveniles y adultos.
Regulación estricta de la pesca deportiva (por el momento se hace impensada la pesca comercial)
Por lo tanto debe establecer claramente la prohibición del uso indiscriminado de redes de enmalle, “mediomundos” o trampas sin control —artes que tienden a capturar grandes cantidades indiscriminadas, juveniles y adultos, afectando la estructura poblacional.

Se debe evitar que los pejerreyes desaparezcan por falta de control en las lagunas de Junín. Se trata de un recurso productivo imprescindible para mejorar la economía local.
MUCHO POR HACER
Promover la pesca con caña de mano, devolución obligatoria de ejemplares de tamaño sub-óptimo, límites de capturas por día/persona, temporadas de veda durante la freza (primavera-verano).
Registro y control de torneos, concursos y pesca recreativa, con permisos municipales o provinciales, asegurando controles de cumplimiento.
Educación ambiental y concientización comunitaria
Campañas de sensibilización sobre la importancia del pejerrey no sólo como recurso recreativo, sino como patrimonio natural.
Difusión de reglas de pesca sostenible, buenas prácticas (carnada, devolución, uso de anzuelos sin muerte, evitar sobrepesca).
Incentivo a la participación comunitaria en monitoreo ciudadano (fotografías, reportes de capturas, control de artes prohibidas).
Planes de manejo adaptativo y restauración de hábitats
Restauración de vegetación ribereña, juncales y zonas de refugio natural —fundamental para desove y cría de juveniles—.
Regulación del uso de agroquímicos en zonas de influencia de las cuencas de las lagunas: control del escurrimiento, franjas de amortiguamiento, buenas prácticas agrícolas.
OPORTUNIDADES
La gestión Petrecca generó la “década perdida” en materia de explotación de los recursos naturales de Junín para favorecer el turismo y miniturismo.
El retorno del pejerrey puede convertirse en un pilar estratégico de desarrollo para Junín, con múltiples ventajas:
Turismo de pesca recreativa y naturaleza: Con una población estable de pejerrey, Junín puede reposicionarse como destino regional para pescadores deportivos y familias. Eso implica demanda turística fuera de la temporada tradicional, diversificación del turismo —no solo pesca, sino contemplación, naturaleza, paseo ribereño, observación de aves, etc.— y un incentivo para infraestructura local: alojamientos, guías, servicios.
Valor sociocultural e identidad local: El pejerrey puede volver a integrarse al imaginario local como lo fue oportunamente con eventos, concursos, festivales como la “Fiesta del Pejerrey” , promoviendo orgullo comunitario, sensibilización ambiental, participación ciudadana.
Desarrollo productivo sostenible: Si se planifica con cuidado, podría explorarse una acuicultura responsable, respetando las particularidades del ecosistema. Esto generaría empleo, diversificaría la producción, ofrecería pescado de calidad para consumo local o regional, y contribuiría a la seguridad alimentaria sin sobreexplotar el recurso silvestre.
Conciliación entre conservación y desarrollo: Con regulaciones, monitoreo, educación ambiental y participación comunitaria, Junín puede convertirse en un modelo de gestión sustentable de recursos acuáticos —demostrando que es posible armonizar pesca deportiva, turismo, producción y conservación de biodiversidad.
COMPROMISO COLECTIVO
La “vuelta del pejerrey” es una buena noticia que merece celebrarse, pero también exige responsabilidad y planificación. El pejerrey no sólo tiene valor ecológico, sino que también representa una oportunidad concreta de desarrollo local: una fuente de pesca recreativa, turismo, identidad comunitaria y posible producción sustentable.
Sin embargo, esos beneficios sólo serán reales si se acompaña de políticas públicas, control ciudadano, uso responsable y un genuino compromiso ambiental. Es necesario monitorear la calidad del agua, evitar la contaminación y sobrepesca, regular la actividad pesquera, y promover la participación de la comunidad.
En definitiva: Junín tiene hoy la posibilidad de transformar un pez emblemático en un motor de desarrollo sustentable, aprovechando sus recursos naturales con respeto y visión de futuro. Que este retorno del “peje” sea el puntapié inicial de una nueva etapa —una etapa de equilibrio entre naturaleza, gente y progreso.