4 min. de lectura Brigitte Bardot murió a los 91 años en Francia, según confirmó oficialmente la Fundación Brigitte Bardot, entidad que ella misma creó y presidió durante décadas. El fallecimiento se produjo tras un período prolongado de deterioro de su salud, luego de varias internaciones en el sur francés a lo largo de los últimos años.
La comunicación oficial evitó precisar una causa médica puntual y se limitó a informar que la actriz murió en su residencia, donde vivía retirada desde hacía tiempo, lejos de la vida pública y del circuito mediático que la había perseguido durante buena parte del siglo XX.
En los meses previos a su fallecimiento, Bardot había atravesado distintos episodios de salud que motivaron hospitalizaciones en Tolón y controles médicos frecuentes. Desde hacía años residía en la exclusiva área de Saint-Tropez, en una propiedad donde convivía con numerosos animales, bajo un régimen de cuidados permanentes en ka “Costa Azul”.
En 2025, incluso, había tenido que desmentir públicamente rumores falsos sobre su muerte que circularon en redes sociales, una situación que dejó en claro hasta qué punto su figura todavía seguía generando impacto mundial.
La Fundación Brigitte Bardot señaló en su comunicado que la actriz había dejado atrás su carrera artística para dedicar “toda su energía” al activismo por el bienestar animal, y que esa había sido su prioridad hasta el final de su vida. La confirmación oficial puso fin a especulaciones y reactivó, de inmediato, el repaso por una trayectoria que excedió largamente el cine.

Una figura que cambió el cine francés
Nacida en París en 1934, Brigitte Anne-Marie Bardot se convirtió en una estrella internacional a partir de 1956, cuando protagonizó “Y Dios creó a la mujer”, dirigida por Roger Vadim.
Ese film marcó su carrera y redefinió la manera en que el cine europeo mostraba el deseo femenino. Bardot encarnó un tipo de sensualidad que rompía con los códigos tradicionales de la época y la transformó en un símbolo cultural de alcance universal.
A lo largo de casi tres décadas, participó en cerca de 50 películas, trabajando con directores y actores centrales del cine europeo. Títulos como “La verdad”, “El desprecio” o “Viva Maria!” consolidaron su estatus de estrella, y mostraron una actriz que intentó (no siempre con éxito) escapar del encasillamiento como simple objeto de deseo.
Su imagen de belleza “hegemónica” fue utilizada de manera intensiva por la industria, una exposición que ella misma reconoció luego como una carga difícil de sobrellevar.

Retiro temprano y giro radical
En 1973, con apenas 39 años, Bardot anunció su retiro definitivo del cine. La decisión sorprendió a la industria, ya que se encontraba aún en plena vigencia comercial.
A partir de ese momento, se alejó deliberadamente del mundo del espectáculo y comenzó a construir una nueva identidad pública vinculada al activismo
Ese giro se formalizó en 1986 con la creación de la Fundación Brigitte Bardot, dedicada a la defensa de los derechos de los animales. Desde allí impulsó campañas internacionales contra la caza de focas, el maltrato en la industria alimentaria y la experimentación animal.
Brigitte Bardot dejó una huella profunda en el cine, la cultura popular y el activismo. Para las nuevas generaciones, su vida representa el recorrido de una mujer que fue ícono global previo a la globalización y a las redes, y que se retiró en la cima de la fama, eligiendo intervenir en el mundo público desde un lugar completamente distinto al que la había convertido en leyenda.