

Por: Semanario
El término “agarren la pala” se fue popularizando en algunos sectores para dar cuenta de personas que en apariencia no trabajan.
Tras el reclamo de un lote para construirse un rancho por parte de un grupo de autoconvocados “Sin Techo” que no tienen para el alquiler y que están a punto de cumplir un mes “viviendo” en la plaza central de Junín, la frase tomó fuerza para estigmatizarlos y de ese modo minimizar sus necesidades.
El reconocido médico Jonas Salk expresó hace ya mucho que “la recompensa del trabajo bien hecho es la oportunidad de hacer más trabajo bien hecho”, dejando en claro que muchas veces es la retribución lo que hace la diferencia salvo, claro está, que estemos dispuestos a transitar la esclavitud, la cual vale decirlo adquiere muchas formas para subyugarnos y muchas veces lo logra. Aunque no parezca.
Tal vez por eso entendemos al trabajo como fuerza bruta y creemos que es “el otro” quien debe hacerlo en ese caso. Agarrar la pala llevaría implícita esa forma de sometimiento que, justamente, se trata de evitar.
Sin embargo, el trabajo, la tarea, el compromiso, no sólo debe ser reclamado como forma de desprecio a quienes muchas veces no tienen ni las capacidades ni las posibilidades desde el mismo momento que salieron de la matriz.
Por cierto y con el mismo ahínco debiera ser enrostrado a quienes no cumplen con su deber asumido para sentirnos, de ese modo, menos esclavos.
Años atrás, en una manifestación, un ciudadano le gritó al por entonces Presidente de México, Enrique Peña Nieto: ¡Agarre una pala y póngase a trabajar!, durante la recorrida del mandatario por una zona que había sufrido un terremoto.
Y si bien en nuestros pagos no hemos sufrido un desastre natural, suficiente con lo que acontece día a día con la economía doméstica para saber del daño causado.
Por lo que urge exigir que “Agarren la pala” a quienes hoy, con displicencia, administran la ciudad, en momentos en que paradójicamente el lejano Paso Pehuenche nos acerca recuerdos de un Junín con funcionarios que ideaban, proyectaban y planificaban. Tal vez con frustración viendo el “diario del lunes” pero con responsabilidad y compromiso, sabiendo que cumplían con su función en medio de gobiernos centrales de otro color político, lo cual en algunos casos hacía más pesada la tarea.
Y “agarrar la pala” adquiere una connotación particular a pocos meses de la elecciones para poder elegir con conciencia, con pensamiento crítico, tratando de soslayar el marketing barato de la política fotogénica que termina siendo cáscara vacía.
El ciudadano también es responsable de “agarrar la pala” para despejar el terreno de falacias y buscar la verdad y no tener que cumplir luego el triste papel de estafado.
Cada quien tiene un rol a cumplir si es que se quiere cambiar el presente. Echar culpas a otro no es más que convertirse en un irresponsable y de eso hemos bebido bastante en los últimos años.