

Por: Semanario
Si no es el efecto Niño con sus lluvias, lo es La Picasa con sus desvíos; si no es el Plan Maestro del Salado, lo es el faraónico proyecto de la hidrovía continental.
Lo real es que con los bolsillos pobres para inversiones, el gobierno nacional sigue mandando mensajes de que todo está maravillosamente y la naturaleza con sus cambios nos pone en alerta naranja a quienes estamos cerca de cursos de agua y, para peor, nuestra economía regional mucho depende de cómo se comporten.
El gobierno, con el objetivo de querer mostrar algo que no es, tal como nos ha acostumbrado con su metodología duranbarbista, termina causando confusión, ya que ese es -al fin y al cabo- el objetivo final.
Entonces hoy, quienes hasta ahora venían haciendo la plancha en cuanto a reclamar obras efectivas en torno al Salado y más aún el tramo que pasa por nuestra geografía, saltan del sillón donde dormitaban y con un dedo acusador apuntan a las autoridades de la provincia de Santa Fe, porque “escucharon” que habilitarían un canal para el drenaje de ese espejo de agua, que podría traer más agua a nuestras lagunas de Junín y zona y –suponen- que eso podría causar anegamientos e inundaciones.
Vale recordar al respecto que el año pasado, para esta época, el senador Esteban Bullrich y el intendente Pablo Petrecca, hablaron con autoridades de hidráulica para que liberaran agua de esa laguna santafesina para satisfacer la demanda de un pesquero de la localidad de Agustina, propiedad de familiares que estarían emparentados con el concejal de Cambiemos, Manuel Llovet, todo ello con la finalidad de seguir usufructuando ese destino turístico. (http://semanariodejunin.com.ar/nota/3637/hidraulica_los_negocios_bajan_turbios)
Demostrando de ese modo hasta donde llega la cadena de desatinos gubernamentales, ya que cualquiera maneja el agua según conveniencia y no teniendo en cuenta las verdaderas necesidades, que debieran ser supervisadas por personal provincial (las aguas interiores son jurisdicción bonaerense).
BUSCANDO UNA VERDAD
Con particular “sabiduría”, la comunicación del gobierno nacional y provincial busca llenarnos de informaciones confusas para que no entendamos nada más que “se hacen obras”.
Después que nos bombardeen con datos y fotos y videos y trolls en las redes sociales, ya no sabremos ni cuántas, ni dónde, ni para qué son esas famosas obras que de eficientes tienen poco.
Esta estrategia se aplica en todos los niveles; el mismo Petrecca es habitué de este modelo que imita de sus superiores. Aunque más no sea cambiar una lamparita, podría llevarlo al máximo de informarlo, siempre con el apoyo de su hueste amiga de periodistas ávidos de información (y pauta) estatal.
Precisamente, el pasado febrero, el presidente, Mauricio Macri y la gobernadora de la provincia de Buenos Aires María Eugenia Vidal, llegaron al municipio de Roque Pérez para recorrer las obras que se realizan en la cuenca del río Salado.
En esa zona del noreste bonaerense el objetivo de los trabajos es profundizar y ensanchar su cauce, de modo de evitar inundaciones y recuperar miles de hectáreas productivas en la provincia de Buenos Aires.
Estas obras corresponden al Tramo IV de la Cuenca del Salado, que consiste en la adecuación, ensanche y profundización del cauce del río que beneficiaría a 95.000 personas, según publicó la agencia oficial de noticias Télam que, además, agregó que se trata de la última etapa del Plan Maestro del Río Salado y que tiene una inversión de 1.200 millones de dólares, financiados entre Nación y Provincia de Buenos Aires; asimismo, comprende una superficie total de 220 kilómetros.
Quiere decir que si esta es la última etapa ¿qué pasaría con los trabajos de dragado que faltarían en nuestra región?
Al menos cabría realizarlos desde la laguna El Carpincho y aguas abajo pasando por Chacabuco, donde en los últimos 50 años por lo menos no ha pasado una draga para mantener el cauce que se desborda continuamente y se transforma en un cuello de botella que no deja escurrir el agua que baja, incluso, desde mucho más arriba de Junín.
Vale recordar que en nuestro distrito se realizó un dragado en el canal paralelo al camino al balneario, al que en 2017 hubo que improvisarle montículos de tierra y plástico para que no desbordara y el agua comenzara a entrar en barrios tanto populosos como exclusivos, aledaños al rebelde curso de agua.
Teniendo en cuenta tal imprevisión y habida cuenta de que el plan llegó a su fin, podríamos suponer que Junín sigue estando en zona de riesgo de inundaciones, más aún cuando se finalice y conecte el desagüe Pluvial Norte que desembocará con una inusitada cantidad de material orgánico e inorgánico haciendo más denso aún el ya denso canal.
LA PICASA Y OTRO CUENTO
Y mientras quienes debían ocuparse del comité de cuencas de modo permanente, ahora se alarman porque Santa Fe dice que abrirá canales para desagotar La Picasa, los archivos vuelven a poner en tela de juicio esta gestión pobre en acciones pero rica en relatos.
Hace unas semanas, el Consejo Asesor del Salado salió a criticar al gobierno de Santa Fe por la apertura de un canal “clandestino” para el escurrimiento de la laguna La Picasa.
“Exigimos la inmediata restitución al estado anterior mediante el cierre de esa canalización para dar paso a la actuación de los organismos técnicos”, expresó el titular del organismo bonaerense, Alberto Larrañaga.
Precisamente, a fines de 2017, el gobierno nacional anunció que la laguna La Picasa descargaría sus aguas en el Paraná.
Para ello presentaron esta solución ante la Corte Suprema de Justicia, con un presupuesto de 250 millones de dólares que en ese entonces (u$s = 17,55) significaban unos 4.400 millones de pesos y que hoy rondarían los 11.000 millones de pesos.
El gobierno nacional financiaría el 70% y el resto lo pondrían las provincias, pero aparentemente acá también “pasaron cosas” y no se hizo lo pactado y hoy el gobernador santafesino trata de escurrir el agua por donde sea y eso sería por algún canal aliviador que podría afectar tierras del noroeste bonaerense, cuando el proyecto original estipulaba claramente cuatro tramos de excavación: Uno entre La Picasa y la laguna Los Patos (caudal 10 m3/segundo); otro entre Los Patos y Quirno (10 m3/segundo), el tercero entre Quirno y en canal San Urbano (5 m3/segundo) y el último entre Quirno y el canal Juncal (variante Hughes que tiene un caudal de 3 m3/segundo).
De haberse cumplido la promesa que fue realizada con bombos y platillos -como ocurre en cada caso-, hoy no habría riesgos ni compungidos.
En 2004, el Instituto Nacional del Agua elaboró el primer diseño del drenaje de la cuenca endorreica de La Picasa hacia el Paraná y a 15 años de ese planteo, aún estamos viendo qué hacemos con el agua estancada.
El diseño incluiría el abordaje de ríos verdes, entendidos como canales y trazas en el territorio, incluyendo depresiones naturales, nuevas conducciones a construir, así como la adaptación de las infraestructuras existentes, por ejemplo cruces de vías, puentes o caminos e incluso los cientos de canales clandestinos que existen actualmente.
Pero nada se hizo realidad.
LA IMAGINACIÓN AL PODER
El gobierno nacional en estos tres años nos ha tenido acostumbrados a los “globos de ensayo” que a diario han lanzado para ver cuál es el efecto en la opinión pública.
En materia de obras públicas debemos considerar que la falta de tareas en el mantenimiento del Río Salado en nuestra zona, tiene un parangón a lo que padecen por caso los chacabuquenses con la prometida autopista de Ruta 7 que, de los 160 kilómetros prometidos para finalizar este año, sólo se llevan a cabo 80 y de ese 50% sólo se completa hasta el momento un 50% por lo cual la eficiencia es paupérrima ya que de no ser reelectos, esta obra la terminaría la próxima gestión y vaya a saber si tiene fondos para hacerlo, merced al endeudamiento con el sello de Cambiemos.
Lo mismo ocurre entonces con las obras hidráulicas porque mientras no se han visto en Junín tareas de mantenimiento del Salado con una sola draga trabajando en la región, el secretario de Infraestructura y Política Hídrica de la Nación, Pablo Bereciartua, adonde va insiste en que se llevará a cabo la “hidrovía continental”, una obra más que faraónica para un gobierno que ha reconocido tener los bolsillos flacos, aunque seguramente no tanto como sus ciudadanos.
Se trata de un proyecto de canal de unos 600 kilómetros planeado desde Arroyito (Córdoba) hasta la localidad pampeana de Catriló.
La carga se transportaría en barcazas y tren. Sería una alternativa a la hidrovía del Paraná, por donde sale el 85% de las exportaciones.
El proyecto ha sido bautizado “Hidrovía Continental” y Bereciartua estimó que “la primera etapa puede ser llevada adelante en tres o cuatro años, lo que ya alcanzaría para despachar parte de la producción por una vía navegable alternativa al Paraná”.
Este primer tramo del que habla el funcionario, según una estimación oficial, fue presupuestada en unos 3 mil millones de dólares. Se trata, sin lugar a dudas, de una cifra tal vez cuantiosa para un gobierno ocupado hoy por hoy en que no le aumente el arroz, la leche y el pan en las góndolas de los supermercados.