

Por: Redacción Semanario de Junín
La muerte de la directora del Grupo Clarín dejó una cuantiosa fortuna que rondaría entre los 1.180 (según la versión oficial del Grupo) y los 1.650 millones de dólares –según un informe de la Bolsa de Valores de Buenos Aires de abril del 2015–, sólo en acciones del multimedios. Estas se repartirán de manera automática entre los dos herederos, Felipe y Marcela Noble. Pero, además, podría marcar el comienzo de una nueva era del holding signada por la puja del poder que la matriarca dejó vacante.
Su partida amenaza no sólo con abrir batallas internas entre los hermanos –quienes hasta hoy desconocen todo lo que su madre tenía y manejaba– y los socios del grupo mediático, sino que también echará luz sobre los secretos que la bailarina de flamenco devenida en empresaria guardó durante más de cincuenta años, los que sólo conoce el CEO del Grupo, Héctor Magnetto. “Hay cosas del funcionamiento de la empresa que sólo sabían ella y Magnetto”, aseguró un allegado de la familia.
En cuanto a la división de bienes de Ernestina, se pudo saber que existe un testamento. En la familia están ansiosos por saber qué dice ese documento puesto que, el nuevo Código Civil, permite que un 20 por ciento de la fortuna se pueda testar en favor de no herederos. Como era de esperar, la persona designada para hacer cumplir la última voluntad de Ernestina y de custodiar sus bienes hasta que finalmente se repartan es nada más y nada menos que Magnetto.
LOS HEREDEROS
Felipe y Marcela fueron adoptados por Ernestina durante la última dictadura militar, lo que generó una larga causa penal por presunta apropiación ilegal que ya fue cerrada por la Justicia. La dueña de Clarín logró que sus hijos pudieran llevar el apellido de su fallecido marido, Roberto Noble.
Felipe hace casi cinco años que trabaja en la Fundación Noble. Su relación con el CEO de Clarín es muy buena. “Para él, Magnetto es como un padre. Felipe confía ciegamente en él y en todas las decisiones que tome. Igualmente, recién ahora sabrá con certeza todo lo que tenía y manejaba Ernestina”, aseguran personas cercanas al heredero.
Marcela, junto a su marido, el periodista juninense Javier “Chueco” Molina se preparó para este momento de definiciones y madre ausente. La actual gerenta de Asuntos Corporativos del Grupo cursó, en el 2011, una maestría en Comunicación en la Universidad Austral. Ahora que se convirtió en una de las dueñas del multimedios habrá que ver cómo se posiciona entre los socios. Ella es la única que muestra interés en el devenir del holding, ya que Felipe manifestó en varias oportunidades que lo suyo no son los negocios.
El dueto que manejó Clarín desde la muerte de Roberto Noble, en 1969, guarda secretos que solamente ellos pueden responder y que ahora deberán ser revelados, al menos, a Marcela y Felipe. “Ellos no conocen el alcance del Grupo. Para Magnetto, Felipe no será mucho problema. Marcela, en cambio, tiene más carácter, es más parecida a Ernestina”, explicó una fuente.
FESTEJO POR TRES
Hace un año, la hija de la entonces propietaria del Grupo Clarín celebraba en La Mansión del Four Seasons varios acontecimientos importantes, entre los que se destacaba su matrimonio con uno de los gerentes comerciales, el periodista juninense Javier Fernando Molina.
Si bien hacía dos años que estaban de novios, Marcela presentó a Javier en sociedad recién en diciembre de 2009, cuando su hermano Felipe se casó con la abogada Vanesa Defranceschi Sadi. En aquella oportunidad, ambos se mostraron relajados y posaron para varias fotos de los festejos de la boda. Marcela había estado casada antes con Sebastián Naso Arce, de quien se separó a comienzos de 2007.
El sábado 4 de junio de 2016, en una “reunión” para amigos y familiares, Marcela Noble propuso un múltiple festejo. Por un lado, celebró 40 años, que casualmente coincidieron con el mismo año en que en la historia argentina se cumplieron cuatro décadas del golpe militar. Un hecho que, según se mire, también se bifurca con la historia de su familia adoptiva y la suya propia.
Pero festejar su natalicio no fue lo único que ella se propuso: también coincidió con los 40 años del juninense Javier “Chueco” Molina, uno de los gerentes comerciales del grupo Clarín, con quien Marcela mantiene una relación desde hace aproximadamente diez años. Y fue ese doble festejo el que dio origen a un tercero: la oficialización ante todos sus invitados de que ambos ya había pasado por el registro civil para convertirse en marido y mujer. Y lo hicieron a su estilo, con extrema discreción, sin fiesta ni pompa, y tan sólo hubo un brindis con los más íntimos. Después de que Marcela Noble tuviera un alto perfil público en la época en que la Justicia trató de verificar su verdadero origen familiar, ella volvió a su vida discreta.
MARCELA Y JAVIER
El periodista Javier Fernando Molina tiene 41 años y hace casi diez se convirtió en la pareja inseparable de Marcela Noble. El “Chueco” cursó sus estudios en el Colegio Marianista y trabajó durante algunos años en la sección deportes del Diario La Verdad, hasta que se fue a vivir a Capital Federal, e ingresó a trabajar en el área comercial del Grupo Clarín, a fines de 2006. Fue allí que conoció a Marcela. Actualmente es el jefe de ventas para el segmento rural, que depende de la Subgerencia de Ventas Notables y Revistas de Arte Gráfico Editorial Argentino (AGEA).
Molina eligió siempre ser reservado, y de perfil bajo. Claro que ambas características se le presentaron algo complejas de llevar a cabo desde que se puso de novio con Marcela Noble Herrera. Y menos aún, cuando en 2011 se hizo pública la noticia del embarazo de la hija de la dueña de Clarín, y la tarea del anonimato prácticamente se transformó en algo imposible.
Las sospechas sobre el embarazo de Marcela comenzaron cuando se confirmó su ausencia en la 67ª Asamblea de la Sociedad Interamericana de Prensa (SIP) que se realizó en Lima, Perú, en octubre de 2011, y los voceros del multimedia dejaron entrever la buena nueva. La hija de Ernestina figuraba en la lista de asistentes, y también en la de candidatos para ocupar puestos en la junta de directores. Javier Molina, junto a su mujer, hicieron abuela a Ernestina de Noble por segunda vez, un motivo más para brindar que excedió los resultados favorables de los exámenes de ADN.
Javier Molina está vinculado a Ferias y Exposiciones Argentinas SA (Feasa). Nacida en agosto de 2002 y creada por el Grupo Clarín, Feasa surgió para desarrollar y consolidar la actividad ferial como canal de difusión complementario de los medios de comunicación del grupo.
En 2003, en Junín, se organizó la primera edición de Feriagro Argentina, la muestra de campo abierto que tuvo como objetivo contribuir al desarrollo y crecimiento del campo argentino y, por supuesto, uno estrictamente comercial. Tras cuatro exitosas exposiciones de Feriagro Argentina, surgió luego la muestra Expoagro (2007, también en Junín), en la que se fusionaron para su organización los diarios Clarín y La Nación.
CONTRA LA LEY
A pesar de dirigir durante casi medio siglo el diario con mayor tirada del país, Ernestina siempre optó por no aparecer en los medios. Pero en 2003 publicó una carta abierta luego de haber sido detenida por una denuncia de Abuelas de Plaza de Mayo en la que se presuponía que Marcela y Felipe, sus hijos adoptados, podrían ser hijos de desaparecidos. La causa estuvo abierta durante más de una década y se convirtió en un slogan para el kirchnerismo, hasta que fue cerrada. A pesar de eso, el estigma siguió hostigando a la dueña de Clarín: las adopciones registraban visibles irregularidades.
Similar suerte corrió Ernestina con la otra causa que la persiguió durante mucho tiempo: Papel Prensa. Se la acusaba de haber coaccionado a sus competidores al amparo de la dictadura para quedarse con esa empresa.
Ernestina Herrera de Noble se fue en silencio. La mujer que condujo el holding más importante de la Argentina, que llevó a la realidad ese axioma que indica que “es imposible gobernar con Clarín en contra” (menos para CFK).
Llegó a ser una de las empresarias más importantes de la Argentina. Murió como vivió: con perfil bajo y sin soltar el poder, hasta en el último suspiro.