viernes 26 de abril de 2024

OPINIÓN | 13 may 2020

mirada extrema

Ambición mortal

Escribe Andrés Rissolo, especial para Semanario


Lo dijo S.S.P.P. Francisco I en la Misa matutina celebrada en la Capilla de la Casa Santa Marta, el lunes de la Segunda Semana de Pascua: “Que los políticos busquen el bien del pueblo”. El pedido insta a quienes manejan los destinos de los países a tomar conciencia de la responsabilidad asumida.

 

El impacto político que provoca la pandemia mundial del coronavirus no hace más que poner en la palestra, bien en alto, como para que nadie se haga el distraído y pueda justificarlo, los delitos cometidos por los funcionarios públicos pasados y presentes, quienes en su afán de ahorro en divisas para el Estado las depositaron en sus propios intereses.

 

En tiempos de epidemia nos encontramos que populosas barriadas como las del gran Buenos Aires, donde viven casi 11 millones de personas, el número de hospitales y camas a disposición para enfrentar la crisis son irrisorias. Del mismo modo sufre el resto del país porque se anunciaron la construcción y/o remodelación de hospitales, por montos  millonarios aportados por la provincia o nación respectivamente, y sólo parte de los mismos concretaron ciertos objetivos.

 

Gran parte de ese dinero debió tomar un rumbo desconocido al proyectado, porque sólo se hizo una parte minúscula, que además tienen deficiencias edilicias y de materiales. La temible enfermedad del coronavirus provocó otro duro impacto en la economía, el aislamiento social impuesto promueve que ocho de cada diez empresas solicitaran ayuda estatal para hacer frente al pago de salarios y otras obligaciones.

 

La fuerte caída en el consumo, consecuencia de las medidas de aislamiento social, llevó a que  más de 400.000 empleadores -la mayoría pymes- se registraron en el sitio de la Administración Federal de Ingresos Públicos (AFIP) para solicitar subsidios.  Los años por mantener en el subdesarrollo al país y ser los únicos beneficiados del sistema aplicado, hace que los políticos hoy vean sus futuros también amenazados.

 

La relación con los funcionarios en el poder ya no será lo mismo. Quizás harta de las mentiras y privilegios, que por décadas disfrutaron las huestes que detentaron el poder público,  la sociedad exija  en las nuevas instancias un cambio de paradigmas y de privilegios.

 

La animosidad evidenciada estos últimos tiempos está directamente enfocada en la corrupción que los actores gubernamentales tienen en favor de su persona y sus linajes, traicionando el tan mentado principio de servir a la comunidad. Desde tiempos inmemoriales la desviación de los beneficios de la cosa pública a los bienes personales se han sucedido sin solución de discontinuidad.

 

La impunidad e inmunidad, que además no han sido prudentes de ocultar, antes bien la han detentado y puesto tan alto en el firmamento de la figuración social, como para satisfacer  los más íntimos sentimientos de vanidad y beneplácito. Demuestran que desde la más perfecta ignorancia han sido capaces de encaramarse en los primeros puestos mando, pero nunca con santos procederes.

 

El cambio en ciernes estará vinculado entonces en la actividad que desarrollaran por los futuros representantes, sus sueldos, viáticos y asistencias. La finalización de los privilegios, tal como lo hace Suecia desde hace más de 30 años, con el primer ministro Olof Palme viajando en subterráneo como cualquier vecino, hecho éste que causa pavor anche algunas escena de terror entre los jóvenes políticos vernáculos.

 

El pánico desatado produjo especial eclosión ya que impediría llegar a consagrarse y realizarse como las antiguas generaciones. Frente a tal amenaza, al igual que sus antecesores, los novatos conservan ese gen ancestral que los delata.

 

Si bien nada se parece tanto a un hombre honesto como un artero que conoce su oficio, para obrar con premura y celeridad en pos de su objetivo esencial, los principiantes se ubican dentro del área de la transversalidad. Esto le permitirá, llegado el momento, movilizarse de un lado a otro del espectro político sin el menor pesar ni remordimiento.

 

El que avisa no traiciona. Y quien toma todas las precauciones se posiciona. Esto les permitirá consolar de antemano posibles contrariedades, por lo cual vale la pena el esfuerzo inicial para realizarlo, como la  ventaja que en el futuro le reportará un respaldo, más un inédito apoyo.

 

El poder no se delega ni se comparte. Ni más ni menos. Se ejerce sin contemplaciones, porque se asienta en la premisa de que nadie sabe cuánto puede durar, ni las consecuencias que puede ejercer.

 

Adjuntar a monstruos y fantasmas, eternos socios y cómplices de siempre la responsabilidad y culpas de todas las aberraciones cometidas, es también parte del viejo sortilegio que usan los pipiolos.

 

Los demostrados anuncios de injusticia, inequidad, falta de trabajo genuino, la negación a propiciar el clima para fomentar los negocios, propicias leyes que depriman el desarrollo, propenden la dispersión de los anticuerpos contra los corruptos.

 

Con cinismo se pretende ocultar el útero contenedor de los farsantes que conmueven cuando pregonan no despreciar las políticas públicas, pero cuando alcanzan posiciones de mando las ignoran en favor propio.

 

La falta del hábito de la solidaridad y del reconocimiento de la población como auténticos destinatarios de todos los esfuerzos y recursos, muestra hoy la total falta de infraestructura Estatal para afrontar las necesidades de la comunidad en el día a día. Peor aún, en época de pandemia, faltan hospitales públicos nuevos y la mantención adecuada de los viejos.

 

Con descaro, algunos se pavonean diciendo que tienen 2500 camas para tender la emergencia cuando, por lo bajo, debieran tener al menos 250.000. El visceral desprecio no es contra la política sino contra los corruptos y tantos funcionarios delincuentes sueltos. No son los textos. Ni los de derecha ni los de izquierda. Son los hombres, los delincuentes que no cumplen en sostener con acciones sus ideas.

 

Hace tiempo que ha oscurecido. La larga y negra noche llegó para quedarse. Hay quienes vienen con reservas ancestrales obtenidas de las arcas del Estado para pasar el invierno. No es lo mismo para el resto de la población. Están aquellos que deberán enfrentar solos las frías y duras horas de  desconcierto, desconsuelo y desesperanza.

 

Es entonces cuando la angustia de los desplazados, desalojados, deslizados, desconsiderados, despreciados, quienes con el más justo de los reclamos se vuelve una oración, una plegaria nunca escuchada y menos aún correspondida.

 

Los nuevos políticos están preocupados por el futuro. Por el futuro de ellos. Por eso exigen el cuidado de la política y su jaez. Aun no se han escuchado voces que propugnen cuidados especiales e intensivos para el hombre de a pie. 

 

Es que jamás persona alguna de humilde estado ha ganado gran poder, en cambio, un malicioso, siempre se ha favorecido con la fortuna mal habida. Con ello dejó de ser un pillo, es un banquero, un político, un administrador. En definitiva… un hombre que ha triunfado.

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