![Piden elevar a juicio oral al estafador que habilitó teléfonos a nombre de jueces](./uploads/noticias/3/2024/06/20240609214730_tailhade-espias.jpg)
![Piden elevar a juicio oral al estafador que habilitó teléfonos a nombre de jueces](./uploads/noticias/4/2024/06/20240609214730_tailhade-espias.jpg)
Por: MIGUEL MANCUSO
Dicen los medios y anuncia el gobierno: el 31 de octubre, 31.600 estudiantes del último año, el cuarto, de la carrera docente en todo el país (después dicen que no, que no es en todo el país, vio cómo son las noticias) darán la prueba Enseñar, organizada por el Ministerio de Educación Nacional y su Secretaría de Evaluación Educativa.
Estimado lector no docente: seguro que la noticia le ha gustado! Si tiene un rato, ¿me acompaña a analizarlo? Piense en su trabajo. La pregunta no es: ¿usted, qué trabajo tiene ahora?”, sino “¿usted, de qué trabaja?”
Pongamos que usted dice: docente, anestesista, escribano, soldado, conductor de remises, cartero, encargado de edificios o periodista.
Piense ahora si le parece bien que se evalúe a la gente que hace un trabajo antes de que lo haga. Yo estoy de acuerdo. Algunos trabajos son tan sensibles que quienes quieren realizarlos necesitan ser evaluados antes.
No es que uno entra al trabajo y aprende allí cómo se hace, sino que uno estudia para hacerlos y, si no se formó, no puede hacerlos. En verdad, eso existe: se llama estudios ligados a la habilitación profesional. La docencia es uno de esos trabajos.
Volvamos a la pregunta: “¿usted, de qué trabaja?”
Imagine que le piden a Ud. que arme una prueba para saber que alguien va a hacer bien un trabajo en el área en la que Ud. trabaja. Difícil, dirá Ud., pero no imposible, Ud. sabe de ese trabajo.
¿Saben quiénes están armando las evaluaciones que nos van a asegurar que los futuros docentes saben lo que tienen que saber? Yo conozco de ese trabajo, y no lo sé.
Las pruebas “Enseñar” que anunció el Gobierno no son como se las imagina usted, armadas por gente que conoce el trabajo: son armadas por personas que no sabrían cómo alfabetizar, cómo plantear un proyecto multidisciplinario, cómo trabajar con un acompañante no docente, etc.
Las pruebas Enseñar no son una evaluación sobre la que se viene trabajando desde hace mucho, ni han sido debatidas en lugares donde se sepa un poco sobre el tema: son un conejo sacado de la galera.
Una galera que los de educación conocemos bien, sabemos los trucos que tiene: un Estado que no sabe cómo resolver problemas, disfraza su falta de políticas “evaluando” cómo lo resuelven (siempre mal, claro) otros.
¿Sabe quién controla los estudios que habilitan a los futuros docentes para trabajar? El Estado. En términos operativos, el gobierno.
Por ejemplo: en la Ciudad de Buenos Aires, que gobierna hace diez años esta gestión que hoy tenemos en el país, el gobierno nunca evaluó la “calidad” de sus docentes en los términos en que lo propone ahora.
Ahora el Estado (en términos operativos, el gobierno) dice que va a evaluar a quienes se reciban como docentes como no tuviera nada que ver con su formación. Como si tuviera que contratar (digamos) astronautas, y dijera: “Pero los voy a evaluar antes de habilitarlos”.
Ahora le pido que se imagine la complejidad, la variedad, de la tarea de enseñar. Y que me diga si le parece razonable que una prueba nos muestre mejor que treinta y pico de exámenes la “calidad” de la formación de los futuros docentes.
Algún periodista puede decir: “los docentes se oponen a la evaluación”. Disculpémoslo: al parecer, no tiene la obligación de saber de lo que habla.
En mi caso, soy docente, y digo (una vez más) que los problemas no están allí, y le pido que no se dejen engañar con soluciones fáciles para problemas muy difíciles. De todos modos, no va a servir de mucho.
En el gobierno tienen un problema: La educación es paupérrima (innegable, medido y denunciado por ellos mismos como oposición) pero ahora les toca arreglarlo y no saben cómo. Como no saben recurren a expertos y no expertos que no conocen los problemas del sistema, tocando de oído.
Los conocidos “monitos sabios” de la educación que nunca tuvieron olor a tiza en las manos y que por si esto fuera poco incorporaron materias pedagógicas en exceso vaciando de contenidos disciplinares a la formación docente.
Vamos a ver algunas causas, en las que se amparan para realizar esta evaluación:
Por último, hay periodistas que operan a favor de la evaluación a los docentes por ignorancia. Claramente, hay un sector que buscar echar la culpa de toda la deficiencia educativa a su eslabón más bajo, el docente.
Por favor tengan en cuenta que hay:
Yo le diría al Gobierno que se ahorre el gasto. Ya sabemos lo que van a encontrar. Le van a contar a la ciudadanía en unos meses qué malos que son los futuros docentes. Porque de esto se trata: los que estudian para ser docentes o trabajan como docentes están (estamos) bajo sospecha.
Nuevamente el gobierno quiere evaluar para cargar las tintas de la mala calidad educativa en los docentes. Porque siempre los culpables son los mismos. El eslabón más débil.
Les dejo mi última impresión: Creo sin temor a equivocarme que vienen por los Institutos de Formación Docente. Ojala me equivoque.
(*) Docente.