jueves 25 de abril de 2024

OPINIÓN | 21 oct 2017

La guerra callada


Por: OMAR MERAGLIA

El orden mundial que sólo sabe de números está enfrascado en dinamitar la esperanza de millones con el objetivo de que la Tierra no sucumba.

Las noticias pasan rápido, a la velocidad de la luz y la sensibilidad se pierde. No hay tiempo para pensar en nada, menos aún detenerse en sentimientos.

Los que gobiernan echan sobre sus súbditos un manto de insensibilidad. Cada día arrecia la violencia física, psíquica y principalmente la económica.

La tecnología promete controlar el hambre mundial y no hace más que contaminar lo poco que quedaba sin afectar, mientras los hambrientos siguen estando famélicos.

Cada día damos vuelta la página de las calamidades casi sin sentir nada, salvo algo excepcional que no hará más que seguir curtiendo nuestros sentimientos.

La maquinaria perversa de las naciones poderosas sabe que el ser humano se acostumbra a todo.

La guerra que temíamos sucediera, ya comenzó y ni siquiera la tenemos en cuenta a pesar de estar frente a nuestras propias narices.

Nos desayunamos con la foto de una niñita violada y asesinada y ante ello sólo procedemos a darle otro sorbo al café.

Otra nena come una mandarina y muere y entonces en la verdulería pedimos bananas.

Un hombre alienado por una sociedad violenta, mata por matar a decenas que fueron a un recital para olvidar por un momento las miserias comunitarias.

Los desposeídos del mundo corren hacia el agua para escapar de los efectos colaterales de los poderosos. Otros se quedan en el lugar, paralizados. Casi nadie salva su pellejo.

Se trata de una guerra callada, la que mella, la que desinforma, la que excluye, la que dispara a los principios, mientras se alimenta del materialismo.

Para quienes leían revistas fantasiosas y creían en un futuro con una guerra neutrónica que dejaría en pie los bienes y mataría a las personas, este caos es aún más perfecto.

Esta guerra va destruyendo la moral y la conciencia, inunda de desesperación y ese es precisamente el veneno mortal: la locura lleva a la muerte.

¿Dónde está el horizonte de millones de personas?

Naciones saqueadas, violadas, maltratadas y habitantes engañados, regidos por gestores de un sistema mundial corrupto, vicioso e inhumano.

¿Y nosotros qué? Nosotros siempre en esa nebulosa de estar a medio camino de todo.

Ni pobres ni nada mientras tengamos coche. Mientras tengamos trabajo y fiesta y vacaciones. Mientras ahorremos en dólares, aunque la inflación nos estafe.

Es una pérdida constante. A veces en cuentagotas, otras a chorros. Pero pareciera que es imposible ganar, al menos desde el estado de la mayoría.

Nos han quitado -en esta guerra silenciosa- la libertad de sentir y actuar en consecuencia, liderados por la empatía y no por los intereses absurdos del consumismo a ultranza.

Nos han vejado hasta el hartazgo en nombre de dios, de la educación y del futuro.

Nos han mentido y nos mienten en forma descarada, y tan vacíos estamos, que lo único que nos sale es poner una carita feliz, mientras por dentro el rictus quiebra el alma.

Es la guerra que querían, silenciosa y cínica, en la que cuando caés en la cuenta de lo que está pasando, ya estás desahuciado.

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