miércoles 24 de abril de 2024

CULTURA | 30 ago 2018

LITERATURA TANGUERA

Jorge Luis Borges: cuatro conferencias y el tango, en un libro

Cuatro disertaciones sobre la música del dos por cuatro que dio Borges en 1965 fueron recuperadas en una obra publicada a 30 años de su muerte, editada por Sudamericana.


Por: ISMAEL CANAPARO

Jorge Luis Borges, uno de los autores más importantes del siglo XX, dictó durante cuatro tardes una serie de conferencias sobre el origen del tango en algún lugar de Buenos Aires, en un departamento del porteño barrio de Constitución. Transcurría octubre de 1965. Un inmigrante español acudió a todas ellas y las grabó con un magnetófono. Las cintas estuvieron perdidas hasta el año 2013 y su descubrimiento fue también el de un encuentro prodigioso: el de Borges y el tango, para él un símbolo de felicidad.

En las referidas charlas encontramos a un Borges que se muestra lúcido y ocurrente, que retrata el Palermo y el Sur de antaño, poblados de compadritos, guapos, niños bien, casas de mala fama y milongas, para interpelar el origen, los símbolos, los mitos y la lírica de la música emblemática del Río de la Plata.

Ahora por fin se recogen estas cuatro conferencias inéditas, y el texto incluye las grabaciones originales en las que se puede disfrutar de la voz del autor.

El periodista Federico Rivas Molina, en una interesante nota publicada por el diario El País de España, relata ese acontecimiento y comenta el disco “El Tango”, con letras de Borges y música de Piazzolla, en la voz de Edmundo Rivero. “Octubre de 1965. En algún lugar de Buenos Aires, Jorge Luis Borges (Buenos Aires, 1899 - Ginebra, 1986) reúne a un pequeño grupo para hablarles de tango. Serán 4 tardes que uno de los presentes registró con un magnetófono. El audio se perdió en el tiempo hasta 2013, cuando el escritor vasco Bernardo Atxaga recibió unos casetes envueltos en cinta de manos de José Manuel Goikoetxea, quien a su vez los había recibido de un viejo amigo, el gallego Manuel Román Rivas, fallecido en 2008. Atxaga escuchó el material y percibió de inmediato que estaba ante un documento único. El 4 de noviembre de 2013, la viuda de Borges, María Kodama, certificó su autenticidad y presentó el material en la Casa del Lector en Madrid. La promesa de una veloz transcripción al papel se demoró hasta ahora, con la publicación de “El tango”.

“En la página 6 de su edición del 30 de septiembre de 1965, el diario La Nación anuncia bajo el título “De temas de tango hablará Jorge L. Borges” un “ciclo de conferencias que ofrecerá todos los lunes de octubre a las 19 en el primer piso, departamento 1, de la calle General Hornos 82” para hablar de “sus experiencias personales en el Palermo feo donde compadritos y orilleros protagonizaron historias que muestran el espíritu de una época de Buenos Aires”. Y eso fue todo. Las charlas existieron, efectivamente, y en ellas Borges desplegó su saber sobre un género que lo fascinaba, sobre todo por ser la puerta al Buenos Aires de barrios bajos y violentos que tanto espacio encontraron en la prosa y versos del universo borgeano”.

“Los textos reunidos en “El tango” permiten leer a un Borges que recitaba y cantaba ante el público, acompañaba su charla con la erudición de los arrabales y no perdía la oportunidad de desplegar sus críticas más mordaces. El escritor cifra el nacimiento del tango en 1880. “Se supone que entonces surge oscuramente, clandestinamente sería la palabra más justa”, dice en la primera conferencia. Su momento de apogeo llegó 30 años después, entre 1910 y hasta 1914, con el tango de orquesta y apenas cantado que conquistó París, el gran salto al mundo cuando Argentina cumplía sus primeros 100 años. “Hasta 1910 nosotros habíamos percibido pero no habíamos sido percibidos por el mundo. Ocurren entonces hechos que nos alegran y llega la noticia que nos conmovió a todos: ¡el tango se bailaba en París! Y posteriormente en Londres, Berlín, Viena, hasta en San Petersburgo”, dice Borges”.

“El tango de aquellos tiempos es el que más seduce al escritor. Sus letras reflejan la vida en los arrabales de Buenos Aires y los códigos del compadre que encuentra su identidad en la violencia orillera. “Tenemos al compadrito, al rufián, tenemos al niño bien, patotero, y tenemos a la mujer de mala vida, también”, enumera Borges. La cuna del tango marca a fuego esos años primigenios. “Según todos, el tango surge en los mismos lugares en que surgiría, pocos años después, el jazz, en los EEUU. Es decir, el tango sale de las “casas malas (prostíbulos)”, explica Borges. La primera etapa terminará durante el periodo de entreguerras. Borges es implacable en su crítica a la deriva “llorona y melodramática” de los tangos que siguieron. “El tango es al principio un baile valeroso y feliz. Y luego el tango va languideciendo y entristeciéndose”, lamenta.

“Carlos Gardel, como principal referente de esa etapa “triste” descrita por el escritor, es el primer ídolo que sucumbe ante la picota borgeana. “Gardel tomó la letra de tango y la convirtió en una breve escena dramática, una escena en la cual un hombre abandonado por una mujer, por ejemplo, se queja”, dice Borges en la tercera conferencia. El Tango recupera a ese Borges irreverente e impermeable a las críticas que todos conocemos. Pero nos convierte, además, en testigos de su genio durante una tarde de ese Buenos Aires de 1965 que, como aquel de los compadritos, también se ha perdido”.

Gabriela Mayer, de la agencia DPA, aporta su análisis: “El escritor afirma que el tango surge clandestinamente en Buenos Aires en el año 1880. Y, al igual que poco después el jazz en Estados Unidos, aparece en las "casas malas" (burdeles). Borges evoca haber visto a principios del siglo XX a parejas de hombres bailando, porque "las mujeres del pueblo conocían la raíz infame del tango y no querían bailarlo".

“Pero luego los "niños bien" lo llevaron a la capital francesa. "Y cuando el baile fue aprobado y adecentado en París, entonces, el barrio Norte, digamos, lo impuso a la ciudad de Buenos Aires, que ahora lo acepta", observa el escritor fallecido el 14 de junio de 1986 en Ginebra”.

“Borges recuerda que inicialmente el tango es "un baile valeroso y feliz", pero luego "va languideciendo y entristeciéndose". Y no se ahorra críticas al mítico Carlos Gardel: "Tomó la letra del tango y la convirtió en una breve escena dramática, una escena en la cual un hombre abandonado por una mujer, por ejemplo, se queja".

“Las grabaciones siguieron un largo periplo hasta convertirse en el libro que saldrá en España en septiembre: le llegaron al escritor vasco Bernardo Atxaga en 2002 de manos de José Manuel Goikoetxea, a quien se las había regalado el gallego Manuel Román Rivas, que había vivido en Argentina. La viuda de Borges, María Kodama, escuchó las cintas y confirmó su autenticidad en 2013”.

"Charlas". Hace más de medio siglo, el diario La Nación escribía a fines de septiembre de 1965 una nota titulada "De temas del tango hablará Jorge L. Borges", anunciando un ciclo de conferencias todos los lunes de octubre. Estos encuentros, a los que Borges prefiere denominar "charlas", se realizaron en un departamento del barrio porteño de Constitución, en el sur de la ciudad, tan entrañable para el escritor. "El sur es una suerte de corazón secreto de Buenos Aires", afirma.

“Martín Hadis, especialista en la obra de Borges que trabajó en el cuidado del texto definitivo del libro, cuenta que, sobre todo al comienzo, al escritor le daba timidez dar conferencias. Pero con los años logró sobreponerse "y definitivamente se convirtió en una actividad que disfrutaba".

"Al fin y al cabo, una conferencia implica transmisión de saberes, y a Borges le gustaba compartir los temas que le fascinaban y le daban curiosidad. Este es ciertamente el caso. De hecho en estas conferencias improvisa tanto que, como solía hacerlo también al dar clase, se va por tangentes, para luego regresar al tema original, simplemente porque esas tangentes le parecen divertidas o contribuyen a retratar un clima", apunta.

Hadis -quien trabajó previamente en la edición e investigación de "Borges profesor"- analiza que, "ante otras audiencias, más masivas, Borges era minucioso y erudito. En estas conferencias sin duda también lo es, pero es cierto que además está improvisando, está hablando además sobre un tema que pertenece, digamos, a su sentir y a su esencia. Se nota que está bastante a gusto y se está divirtiendo".

Traducir. Transcribir una conferencia de Borges se parece más a la labor de traducir que a un mero trabajo de copista, indica. "La complejidad de los temas y el entramado de fuentes es tal que hay que entender el tema del que Borges está hablando y saber qué piensa al respecto; también hay que conocer su vocabulario y los giros idiomáticos que usa", señala el autor de "Siete guerreros nortumbrios: enigmas y secretos en la lápida de Jorge Luis Borges" y "Literatos y excéntricos: los ancestros ingleses de Jorge Luis Borges".

“Los versos de Carriego. Al comienzo del libro Borges rememora que con el dinero obtenido por el segundo Premio Municipal de Literatura, dedicó el año 1929 a una investigación sobre el poeta argentino Evaristo Carriego, que se transformó en un estudio sobre el mundo del tango”.

“Más de tres décadas después, Borges concluye las conferencias indicando que "el tango nos da a todos un pasado imaginario", y que "oyendo el tango todos sentimos que, de un modo mágico, hemos muerto «peleando en una esquina del suburbio". El tango, y sobre todo la milonga, "fue un símbolo de felicidad", añade.

“Hadis destaca que la escritura borgeana tiene una cadencia oral, en tanto que su discurso oral posee la precisión de sus párrafos escritos. "Esta proximidad entre lo escrito y lo oral se acentuó con el agravamiento de su ceguera. A partir de la década del '50, aproximadamente, Borges ya no escribe sus textos: los dicta. De manera que la oralidad y lo escrito se fusionan". Y el investigador agrega: "Borges es siempre Borges, erudito, genial, original y lúcido, cuando escribe poemas, cuando dicta conferencias, cuando da clases o cuando escribe un cuento. Siempre, esencialmente, es el mismo".

Le gustaba el tango primitivo

En el diario ABC de España, Julio Bravo agrega más pormenores al tema: “La relación del autor de “El aleph” con el tango es confusa. Hay quien sostiene que era una música que no le gustaba. Él mismo confesaba que Gardel y el bandoneón, el máximo exponente y el más característico instrumento del género respectivamente, no le gustaban, y era conocida su enemistad con Astor Piazzolla, el gran renovador de esta música. “Un amigo me llevó a un concierto de él en Córdoba -le dijo en una ocasión a Ernesto Sábato-. Tocó seis piezas. Las escuché y me dije: me voy; como no tocan tango, me voy”.

“Hay quien sostiene, sin embargo, que era su carácter provocador quien le hacía renegar del tango, y que Borges disfrutaba realmente con un tipo determinado de tango, el primitivo, que era más alegre que nostálgico (así lo dice Carlos Hugo Burgstaller en la revista “Tango Reporter”). En cualquier caso, Jorge Luis Borges demuestra en sus cuatro conferencias (tenía entonces 66 años) su pasión por la historia y el desarrollo del tango, así como su erudición. Sitúa su nacimiento en Buenos Aires en 1880, y es su época primera la que más le interesa: “Surge en los mismos lugares -dijo en la primera de las cuatro conferencias- en que surgiría, pocos años después, el jazz, en los Estados Unidos. Es decir, el tango sale de las “casas malas”.

 

 

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