viernes 26 de abril de 2024

OPINIÓN | 8 jul 2017

EDITORIAL

Todo para hacer, y más

¿Cuáles son los temas que debe discutir Junín? ¿Cómo, cuándo, dónde y por qué? No hay debates profundos, tampoco posibles, ni siquiera intencionados, acerca de la ciudad pretendida. Hay espasmos, gritos, mentiras, relatos, desbordes y mucha desprolijidad sobrevolando todo.


Por: Redacción Semanario

Desde los más altos niveles del gobierno municipal, hasta los escritorios pretendidamente más sencillos, Junín desbarranca en intenciones egoístas, se aferra a la individualidad cien veces malsana, y entrega los ideales al mejor postor. La inocencia se ha perdido en el barro de lo repetido, las expectativas han cedido a lo que puede ser, a cambio de lo que importa aquí y ahora.

Junín no resiste ideología posible, no abraza un proyecto real. Se miente en la cara de los ciudadanos para obtener una banca, cualquiera se cree con derecho a todo, cualquiera se piensa un salvador y un líder; la torpe “viveza” suplanta la inteligencia y hacer trampas es uno de los hábitos concretos. Sólo importa el festejo de una noche, porque se supone que todos pretenden la inmediatez o al menos están pendientes de ella.

Nadie espera a nadie. Un político, un médico, un artesano, una mujer o un hombre, de 22 años, de 30, de 45 o de 60 se desesperan por el instante y descreen del futuro. La regla es: “lo quiero todo ya”, aunque eso destruya el futuro y los sueños (lo más sagrado) y meta en el lodo la construcción colectiva, las ansias de formar algo más grande que la instantánea de un placer pasajero, de un triunfo tibio, de una noche de vacaciones. Junín vive al galope en la boca de un volcán, pero ya tiene casi doscientos años y la miran con una desconfianza más que razonable.

En otros lugares se discuten otras cosas, no está ni bien ni mal; nada justifica las comparaciones de otras idiosincrasias, otras realidades, pero ocurre a diario y hay mucha gente que siente una verdadera vergüenza, por la opacidad de lo que se propone desde lugares supuestamente destinados a pensar. Hay un enorme deseo de que todo cambie y hay una enorme incapacidad para concretar ese cambio.

La clase política toda está severamente cuestionada desde hace años, pero ahora también está cuestionada la clase empresarial, la clase deportiva, la clase a la que pertenecen los periodistas, y toda cuanta clase sea sometida a un análisis más o menos riguroso, no escapará de la mediocridad reinante. El tema es tan profundo que algunos consideran que ya no alcanza con la queja, que es necesario pensar otras acciones.

Junín necesita ser repensada desde lo individual y desde lo colectivo. Los casi doscientos años de su fundación no pueden ser la imagen pasajera de un grupo de gente sonriendo a algún punto. Y aunque aún no se haya comenzado con ese genuino y necesario esfuerzo de volver a pensar la ciudad, todavía es posible, por más “interés” que se haya puesto a lo largo de la historia, en hacer lo contrario. Habrá que poner la mirada en las generaciones que están llegando, en el futuro de esas generaciones, en su empuje, en sus ganas, en su talento y en su inteligencia. Quizás aún haya posibilidades.

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