viernes 26 de abril de 2024

OPINIÓN | 30 ago 2019

MIRADA EXTREMA

Y la banda siguió tocando

Escribe Andrés Rissolo, especial para Semanario.


Escribe: Andrés Rissolo, especial para Semanario.

La historia vuelve a repetirse. No porque sea una virtud innata de la misma si no porque el accionar del hombre es el mismo. La tradición demuestra los indisimulables ejemplos de alegría, dolor y llanto que algunos manifiestan cuando se identifican entre los vencederos o los vencidos, pero ciertamente los únicos que celebran luego del último acto eleccionario son las asociaciones bancarias-financieras que, ocultas, perduran gobernando más allá de los distintos apellidos que se intenten imprimir en la primera magistratura de un país.

Oposición de ideas. Un duro golpe asestó la abultada diferencia a la coalición gobernante, quien la reconoció asintiendo con el reconocido gesto psicológico de endosar a alguien más la responsabilidad de lo ocurrido. Tarde, por el obstinado ostracismo que evidenciaron durante tres años, surgieron las medidas paliatorias y un cambio de ministro de Economía, en vano intento por reencontrarse con la gente y para paliar los resultados de las durísimas medidas de ajuste implantadas que, según el oficialismo, el mundo pedía y que la ciudadanía soportó.

Salvo por pequeña discrepancias. Es la que existe entre lo que pide el mundo y lo que ciudadanía puede soportar. El mundo no vota en las elecciones argentinas y los dividendos del mundo nunca arribaron a los pobres del país ni a los destinos productivos que los políticos de turnos deberían propiciar. Por un túnel, con un viaje que no sabe de paradas, la divisa extranjera invariablemente llega al circuito financiero.

Siempre fue igual. Ya sea porque el dirigente de turno es cómplice de esas acciones a través de la cartera de economía que le permite llevarse pingües retornos a sus arcas personales, o porque aquellos idealistas en sus oníricas intenciones pensaban que en el mundo de las financias había gente buena que iba a ayudar a los pobres, cada 10 años se repiten las variaciones y corridas cambiarias auspiciadas por las mismos que se benefician.  

Negocios son negocios. Mientras mayor agitación mejor, mientras más amplia la variación cambiaria en períodos más cortos más grande es la ganancia pero mayor es la destrucción. No alcanza, al final de un período, observar un rostro obnubilado, con un pensamiento errante en busca del error cometido. Recalcular casi en el final de un ciclo es índice de un balance negativo.

No hay peor ciego… Una de las causas más probables, pero menos difundida en el hundimiento del “Titanic”, fue el hecho que los observadores nocturnos no tenían los lentes que los protegieran del viento helado del Atlántico, su visión de la realidad no era la correcta. Tarde vieron y anunciaron el peligro.

Pero no todo está perdido. Aquellos que están en la proa del “Titanic” son los que piensan que por estar en la cubierta del barco se van a salvar del siniestro. El desconocimiento de la situación imperante, es decir, el de saber que la punta del barco está muy por arriba del agua fría, es la consecuencia de que el 70% del barco está inundado, y ni las joyas ni los millones que tengan en los bolsillos los salvará de la catástrofe.

Rápido a los salvavidas blancos. Esta justicia acomodaticia bien sabe de éstos vaivenes políticos  por eso siempre está en una eterna búsqueda de una evidencia incriminante antes de dictar sentencia. De esta manera, desde las celdas o la comodidad de sus hogares, los delincuentes pueden acceder nuevamente a las mieles del poder merced a las leyes que supieron sufragar.

No hay hechos, sólo interpretaciones. En momentos de circunstancias llegar a pedir un gesto de grandeza es una alienación. Dada la profundidad del hondo bajo fondo donde el barro se subleva se maneja y ejerce la política vernácula. Nadie piensa en el obrero, día a día en mayor extinción, los estudiantes, las amas de casas, y mucho menos del país.

Todavía hay quienes festejan. Hablar claro elimina sorpresas, ya desaparecido del diccionario político el vocablo lealtad, “massa” es el término de moda. El neologismo define los contubernios que realizan antiguos tránsfugas y traidores con los nuevos representantes de un partido histórico, al cual no le deben reconocimiento alguno por estar alineados a quienes, en la tercera hora, usufructúan al partido para lograr ganancias personales, las cuales nunca tributan. De todas maneras, el apoyo mutuo para lograr prosperas remuneraciones está asegurado.

Es bueno siempre estar bien ubicado. Nunca nadie está invitado ni es bien visto en la cena de los tiburones. La posibilidad de ser confundido con el propio banquete es muy alta. La repetida formula de elecciones con protagonistas repetidos, aquella que evoca al paraíso perdido en nuestro país trae cada vez más resignación, pobreza y muerte.

Los últimos momentos de las víctimas. Antes que las frías aguas hicieran estallar las calderas del barco y destrozara la nave, los músicos de la orquesta comenzaron a interpretar un repertorio que sólo se detuvo con la llegada de la expiración.

Parece improbable, quizás todo sea un mero recurso literario bien intencionado por tratar de dar un marco digno a la muerte, aquella miserable instancia que soportaron los pobres pasajeros de 2, 3 y 4 categoría. Pero fue esa, la misma muerte, que les llegó a quienes teniendo alhajas y dinero en sus forjas pensaron que se  iban a salvar solo por estar en la proa del barco.

 

 

OPINÁ, DEJÁ TU COMENTARIO:
Más Noticias

NEWSLETTER

Suscríbase a nuestro boletín de noticias