Desde siempre, pero sobre todo a partir del 19 de marzo en que se cerraron todos los negocios y organismos desde donde les tiraban algún hueso, son las proteccionistas juninenses quienes tienen toda la responsabilidad de mantener con vida a los cientos de perros que deambulan con frío y hambre por todos los barrios de la ciudad.
El titánico trabajo que realizan es admirable, pero además deja al descubierto la falta de responsabilidad desde el Estado municipal, que ha abandonado a los animales en situación de calle.
Muy lejos quedaron las promesas del intendente Pablo Petrecca en la campaña del 2015, cuando hablaba de levantar un hospital veterinario en la ciudad. A cuatro años y medio de gobierno, no sólo no lo concretó: tampoco implementa las medidas mínimas para garantizar la salubridad de los animales y de los vecinos. Porque con algunas castraciones que se hacen en Zoonosis, claramente no alcanza para revertir una realidad que golpea y preocupa.
Mientras, las proteccionistas cargadas con la única identificación partidaria que es la del amor a los animales, se largaron a las calles y llevan sobre sus hombros un compromiso infinito de darles de comer cada día. Y lo hacen, además del esfuerzo y trabajo propio, con la donación desinteresada de otros vecinos preocupados por los peluditos y su bienestar.
Desde el municipio, en esta cuarentena jamás gestionaron ayuda en alimentos o idearon alguna alternativa para terminar con el sufrimiento animal en las calles juninenses.
“Con frío y viento, crece la demanda… cada vez más animales en la calle, con dueños que no tienen ni para comer ellos porque no pueden trabajar”, cuentan las proteccionistas que recorren la ciudad de punta a punta, cada tarde, a la vez que prometen: “No vamos a abandonarlos, ellos jamás lo harían con nosotros”.
No van a abandonarlos, así como sí hizo el gobierno de Petrecca.