Sanidad municipal: De las amenazas al “siga, siga”

Desde las portadas de los diarios locales, el pasado 9 de julio anunciaban que la municipalidad comenzaría a denunciar a los juninenses contagiados de Covid por “irresponsables”. Este 17 de agosto, celebraron el “lleno total” de juninenses en el balneario y el Parque Borchex.
La diferencia eran 4 contra 32 casos activos de coronavirus, respectivamente, lo cual demuestra la falta de coherencia de una gestión que se maneja según sus emociones y que toma las decisiones haciendo caso a una línea política partidaria y a las presiones de los grupos más poderosos de la ciudad y no a las necesidades de sus vecinos.
Hace tres días la “Mesa Sanitaria” envió una carta a los medios evadiendo sus responsabilidad, a sabiendas de lo que venía, pero de un modo que no parece entrañar una explicación profesional sino que se asemeja a un discurso del “Día de la Pandemia” para los niños de la escuela inicial, queriendo dar visos de epopeya épica a lo que fue un manejo incoherente y desprolijo, que restó a la tranquilidad ciudadana y solo benefició a los establecimientos de salud privados.
Cada uno de los organizadores de las conferencias de prensa enmarcadas para la “auto felicitación” y que se sacaban las fotos por la gran labor realizada, hoy están escondidos en sus despachos, paralizados por el miedo y sin saber para qué lado agarrar. Salvo, claro está, que encuentren a alguien para echarle la culpa.
De hecho, se trata de conocer el paradero del director de Salud municipal, al que se lo indica como “en licencia”, cuando se trata del momento en que más hace falta su presencia, al menos para coordinar.
A fines de marzo, SEMANARIO advirtió acerca del peligro que entrañaban los geriátricos (principalmente los truchos) y como respuesta a esa nota (http://semanariodejunin.com.ar/nota/11622/geriatricos_el_municipio_se_lava_las_manos) tanto el intendente Pablo Petrecca como los legisladores Juan Fiorini y Laura Ricchini promovieron en sus redes sociales fotos con “los abuelos”. Ayer domingo, tres adultos mayores se sumaron a la lista de contagios y son parte de una veintena (que se hisoparon y esperan resultado) albergados en uno de estos establecimientos que el municipio debió controlar de modo eficiente y al parecer fracasó en el intento.
El mismo gobierno municipal que denunció “selectivamente” a juninenses, cerró caminos, abusó del poder de policía, se peleó con un juez federal, pidió más efectivos para controlar e intentó cerrar con tierra cada ingreso, además  de acusar de irresponsables a todos los juninenses, menos a sus propios funcionarios y amigos, terminó dando un golpe de timón y pasó de las amenazas al “siga, siga”, la recordada frase del árbitro de fútbol Francisco Lamolina, cuando hacía “la vista gorda” y dejaba pasar alguna infracción en los partidos.
La situación, cuando requiere mayor atención y capacidad, parece estar presa del desgobierno de un intendente que cae en la hoguera de tres fuegos: No puede hacer frente a las presiones de los grupos locales que siempre han tenido privilegios. No se anima a romper con lo que resulta a las claras un negocio de la medicina privada de Junín y se encolumna (otra vez) como “soldado” de sus jefes de partido y para ello elige un camino acostumbrado: desaparecer de la pasarela, dejar las fotos, cambiar de tema y buscar culpables fuera de su círculo íntimo de poder.
Es cierto que la situación de contagios tiene un patrón determinado para cada rincón geográfico y que sean más o menos puede resultar azaroso. 
Pero resulta imposible, como ha quedado demostrado, intentar gastar las energías y los recursos en hacer una fortificación en torno a una población de casi 100 mil habitantes que –además- depende de los alimentos y enseres que llegan desde el exterior.
Lo que sí es importante y parece carecer el distrito, es de un efectivo seguimiento de los casos y sus contactos, como así también del trabajo mancomunado y riguroso con las áreas que realizan los testeos.
Cabe, para los vecinos, la responsabilidad en la concientización con el objetivo de evitar los contagios, pero sin un liderazgo sanitario, despojado de intereses económicos y personales, no queda otra posibilidad que mirar con preocupación el futuro.