Un paro cardiorespiratorio le quitó la vida a los 60 años. Diego estaba en la casa de Tigre en la que se había instalado tras haber sido operado de un hematoma subdural el pasado 4 de noviembre. Y esta vez, a diferencia de aquella, no hubo manera de salvarlo.
Su muerte dejó huérfana a la pelota. Vivió sin matices, negros o blancos.Ganó tanto, perdió todo. Construyó historias; las erosionó. Levantó a una nación, la maravilló y paralizó países.
Fue el mejor, él siempre lo supo, nosotros siempre lo supimos. Fuera de la cancha vivió rodeado de demonios, pero dentro de la cancha tuvo la mano de Dios. Fue un líder que cada vez que se puso la camiseta de Argentina lo dio todo por ella.
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