Desde atrás del banco visitante, alguien lo escupió y le arrojó cloro al técnico visitante. Gutiérrez se enardeció, reclamándole a todos. El partido estuvo parado varios minutos, la gente –sin entender qué había pasado- se enardeció; el partido entró en un clima caliente, y luego continuó.
El agresor fue echado por la policía. Seguramente al club la Asociación de Clubes (AdC) lo sancionará con una multa económica (uno de los grandes ingresos de la entidad) que el o los inadaptados nunca pagarán. El club que tanto dicen querer es el mismo al que han perjudicado.
Al final del partido, tanto el entrenador “Chiche” Jápez como el presidente Germán Lambrisca ofrecieron sus disculpas. "Da mucha pena lo que pasó, -dijo Jápez- porque uno cuando va de visitante también lo padece. Esto es una situación límite que no es linda y no me gustaría que me pase a mí. Esto no condice con lo que venimos a ver que es básquet. Es una pena que haya pasado esto y lo repudio".
El presidente Germán Lambrisca dijo que “estamos amargados por lo que pasó porque era un partido tranquilo, Argentino venía ganando bien y pasa esto que pone mal a toda la gente que no hace nada”.
“Siempre tienen que aparecer cuatro o cinco boludos que quieren dar la nota –agregó-Sin sentido. No lo puedo entender. Hace diez años que estamos trabajando explicándole a la gente que los partidos importantes los hemos ganado dentro de la cancha y esto seguramente va a repercutir en las arcas del club. Después sacan a otro espectador que también va a repercutir en las arcas. Son pequeñas boludeces que nos hacen retroceder diez pasos para atrás, pero hay que seguir trabajando y pedirles disculpas públicas a Gutiérrez".
Mucho ha trabajado Argentino para erradicar la violencia del Fortín. Lamentablemente a la estupidez se le suma la inoportuna acción impulsada por la AdC de cambiar los bancos de suplentes ‘clavados’ entre las plateas locales. ¿Había necesidad de cambiar los bancos a ese sitio, sin que a nadie se le ocurriera que algo así podría pasar?
Está claro que una cosa no debiera ser una justificación a la otra. El fanatismo no lleva a ninguna parte.
Gutiérrez, uno de los integrantes de la gloriosa generación dorada que llevó el básquet argentino a lo más alto, hoy es un entrenador más. Para este caso podría haber sido Pérez, García o Fernández. No importa.
Parece que la combinación de fanatismo mal entendido y la estupidez humana no tienen límites.
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