Julián Domínguez y la carta más pensada

El chacabuquense Julián Domínguez volvió al Ministerio que él mismo rejerarquizó luego de la polémica desatada por la resolución 125. En aquellos tiempos llegó y logró levantar de categoría lo que era una mera secretaría aunque se tratara del principal rubro para generar divisas para el país.

Quizás pueda trazarse un parangón con Mario Meoni, trascendiendo las similitudes geográficas y la hiperactividad, porque ambos llegaron a un cargo ministerial por destreza política y no por conocimientos técnicos y ambos lograron puntos exitosos en su gestión.

Al igual que el ex ministro de Transporte juninense, Domínguez puso en la década pasada su mejor “cara de circunstancia” y mediante el diálogo logró llegar al corazón de una Mesa de Enlace Agropecuaria que se encendía más por su participación mediática que por sus ideas.

Sin embargo, siguiendo los consejos de Nicolás Maquiavelo, el chacabuquense se rodeó de los mejores que encontró y re aprendió algunas cuestiones que tienen que ver con la producción agropecuaria que transciende la realidad de lo que pasa entre estas “cuatro paredes” de la llanura pampeana del noroeste bonaerense.

Domínguez sintió el peso del destierro en los tiempos en que se paga cara la derrota y tuvo épocas en las que la propia tropa lo desconoció e incluso agredió.

Fue presidente de la Cámara de Diputados de la Nación y también acompañó a Florencio Randazzo un par de años cuando el chivilcoyense se desprendió de Cristina Kirchner, cuando la Presidenta de la Nación eligió a Daniel Scioli para ser su sustituto.

Y si bien a los “animales políticos” la ansiedad puede llevarlos a cometer torpezas, el fuego interno nunca se les apaga y esperan agazapados su tiempo. Domínguez soportó con estoicismo el escarnio, pero está de vuelta.

En el Tarot, la carta de “La Rueda de la Fortuna” habla de que todo llega en ciclos. Hay épocas y cosas buenas pero también las hay malas. Aunque nos pasen cosas terribles y nuestro ambiente esté complicado y lleno de baches y pesares, debe llegar un tiempo en que todo mejore y podamos darnos un respiro. Como bien dicen, "también esto pasará".

¿QUÉ ESPERAR?

El ADN de Domínguez es unir los hilos que se rompieron y llevar paz a un sector cuyos dirigentes tienen más de político opositor que de productores. De hecho muchos de ellos son meros propietarios que alquilan a otros y juegan con la especulación granaria que luego se trasladará a otras cuevas financieras.

Si alguien espera que se empiece a pensar el campo bonaerense como algo más que una “timba agrícola” se equivoca. Al menos por algunos meses para adelante.

El bueno de Julián sólo promete puentes de plata con más granos y más carne de vaca hacia el exterior.

Después de las elecciones generales y en función del resultado, puede que se piense en la “mesa de los argentinos” y para ello –ya que volvió Domínguez- retornen algunas políticas del inefable Guillermo Moreno, de cuando éste era secretario de Comercio Interior, se subsidiaba el precio de los granos para producir carne y el Estado influía positivamente en los precios de los cortes vacunos y aviares, aunque erróneamente esa ayuda llegaba tanto para los cortes populares como los más caros. De ese modo se beneficiaba al sector de bajos recursos, pero también al de los más altos.

Por ahora se vislumbra poco para la agricultura familiar. Algo para algunas economías regionales, principalmente para aquellas con gobernadores protestones y díscolos.

La premisa será seguir ingresando divisas, no perder mercados tontamente, dejado algunas sustituciones para los platos argentinos y neutralizar la injerencia del “partido del campo” con vistas hacia noviembre.

“Tenemos que lograr el objetivo que se soñó hace diez años" de alcanzar una producción de 70 millones de toneladas de soja, explicó Domínguez esta semana, en un Zoom con los productores de soja nucleados en ACSOJA, en un discurso más halagador que realista y en el encuentro acaramelado de la primera cita sostuvo una verdad sin tapujos y es que "no se concibe a la Argentina sin el campo".

También mostró su "disposición a trabajar para que la Argentina pueda recuperar el nivel de sueños e iniciativas que nos planteamos hace diez años”. Aunque aclaró que el país está bastante lejos de las 70 millones de toneladas, ese eje es relevante por varias razones: si bien el precio de los granos sigue alto en Chicago, Argentina precisa aumentar la producción del más rentable, la soja. De lograrse esa meta, que para la agroindustria requiere al menos 4 o 5 campañas agrícolas, el país podría tener unos 10 mil millones de dólares más en exportaciones.

Enfocado en la generación de divisas y el extraccionismo agrícola, el gobierno de Alberto Fernández y compañía no muestra nada nuevo, salvo lo que promete ser una caricia a los poderosos de la Argentina para no sufrir otro cachetazo eleccionario y “salvar la ropa” por los próximos dos años.

El campo como generador de empleo directo, como productor de alimentos accesibles y saludables, defensor de la biodiversidad y cuidadoso del medio ambiente no aparece en la agenda. “Esa te la debo”.