Hace unos días, se dio por primera vez una unidad impensada. Había banderas de La Cámpora y del PRO en un mismo lugar, y por una misma causa. En el marco de la Huelga Mundial por el Clima, movilización que se hace cada año hace desde hace ocho en Buenos Aires, agrupaciones vinculadas a los principales partidos políticos se sumaron al reclamo de las organizaciones ambientalistas, las asambleas territoriales y los movimientos sociales.
Los manifestantes pidieron por la aprobación de la Ley de Humedales, la de envases con inclusión social, la de etiquetado frontal de alimentos, la de acceso a la tierra; que se piense la transición energética; que se fomente la agricultura familiar y la alimentación sana. “Nuestra casa está en llamas”. “De las decisiones tomadas en esta década dependerá nuestro futuro”. “El momento es ahora”, “La lucha contra la crisis climática y ecológica es la lucha por la defensa y la promoción de los derechos humanos, la preservación de los territorios, la soberanía de los pueblos originarios”, entre otros mensajes, rezaron las pancartas y consignas.
Entre las organizaciones convocantes y referentes de la causa medioambiental, estuvieron Ecohouse, Alianza por el Clima y Climate Save; también la Federación Argentina de Cartoneros, Carreros y Recicladores (MTE) y la Unión de Trabajadores de la Tierra.
La causa medioambiental dejó de lado las rivalidades por otras cuestiones y puso en el centro de la escena una oportunidad para la clase dirigente, que sigue mirándose el ombligo ante el reclamo de la gente.
No era de esperar que dicha movida tuviera eco en la ciudad, aunque sí que desde el Municipio se levantara alguna voz, justamente ante una de las causas que Petrecca dice defender. No hubo reclamo, ni marchas, ni movilizaciones, tampoco una reflexión.
La causa medioambiental sigue en espera y en algún cajón de su despacho. No fue novedad: Junín viene con un déficit histórico en la cuestión y sigue sin pensar o al menos debatir ampliamente –ambientalmente hablando- qué ciudad será en el futuro.
Ojalá alguno de los directivos de la ciudad hayan podido ver, o alguien les haya contado algunos detalles de la movilización más masiva y diversa por el cambio climático que se vivió en el país.
La del ambientalismo no es una pelea de “cuatro locos” que aman el color verde. Es una lucha que amplió su base, y que si bien durante mucho tiempo estuvo segmentada a un sector, hoy tiene a la juventud con las banderas en alto, interpelando a los poderes que deciden, pidiendo que la cuestión sea una política de Estado.
Mientras esa manifestación, a poco más de 200 kilómetros movió el amperímetro nacional, en Junín nadie se inmutó. Ni siquiera se levantó una voz empática ante el espacio que brindó la Huelga Mundial del Clima, al menos para pronunciarse sobre el tema. Nada. Justo en las mismas causas en las que el PRO local izó sus banderas reclamando el cambio, cuando quería ser gobierno.
Petrecca no supo, no quiso ni le importó aprovechar la oportunidad de gestionar en la materia una política pública de verdad. Ocupado en los números de las PASO y en las cenas de Larreta, olvidó encarar la solución de la demorada cuestión medioambiental en la ciudad, que exige dejar de lado las banderías partidarias.
Con un relleno aguas arriba que vertió durante años sus lixiviados a las napas y tomas de agua, con el arsénico que –llamativamente- desapareció como un problema y sin acciones concretas en la materia, como con las fumigaciones o los desechos cloacales; el gobierno local habla tibiamente y cada tanto, acerca del tema, y con eso, ‘avanza’ en la materia. Cortar el césped y plantar algunos árboles, no constituyen una política ambiental. Tampoco pintar unas pocas bocas de tormenta para explicar que, si ahí se tira la basura, se taparán los desagües. Mucho menos las buenas intenciones, y las fotos en los diarios.
Si no hay de una buena vez acciones concretas, de nada sirve anunciar aquello que se hará: tal como la demorada puesta en marcha del Programa de Residuos Sólidos Urbanos.
La planificación del ‘Compost Tour’, una jornada donde se contará qué se hace acá y cuál es la experiencia en las ciudades de la región, no cuenta como tal.
Entre las presiones de arriba por el sostenimiento del servicio de recolección y la tibieza de adentro en encarar soluciones de fondo, Junín hace añares que se debate entre filminas de Power Point y proyectos de escritorio.
Por caso, no se terminó el galpón del relleno sanitario previsto como base de operaciones para que los recuperadores puedan comenzar con sus labores; no se inició campaña educativa alguna, no se agregaron contenedores para separar orgánicos de inorgánicos. Ni siquiera se puso un plazo para solucionar una de las graves problemáticas de la ciudad: seguir enterrando los residuos, sin ningún control ni tipo de separación.
Desde SEMANARIO hemos resaltado en reiteradas ocasiones el tiempo desperdiciado y la inacción disfrazada con acciones de marketing. Contar con una oficina de Medio Ambiente, con personas abocadas a la materia y sin la decisión política de tomar “el toro por las astas” y de emprender acciones concretas, es cuanto menos, una oportunidad desperdiciada:
En mayo pasado, durante el ‘Día Mundial del Reciclaje’, la titular de la Subsecretaría de Medio Ambiente, Perla Casella, hizo un repaso de las distintas acciones que se llevan adelante desde el Municipio y llamó a los vecinos a ‘reducir y reciclar los residuos’.
"Ahora estamos enfocados principalmente en el reciclaje y, con ese objetivo, incorporamos un camión específicamente para eso", agregó la funcionaria y recordó: "Tenemos diferentes programas y uno de los más conocidos por todos es el de los puntos verdes, que fue muy exitoso porque mucha gente se sumó. Pero necesitamos hacer algunos cambios para poder llegar a más vecinos. Y este nuevo servicio es parte de estos cambios".
Ese programa se denomina 'Tu acción cuenta'. Con un buen slogan, no fue ni es mucho más que eso. La convocatoria a instituciones, barrios y escuelas para que se sumen, va “a paso de tortuga” y son más los que desconocen la iniciativa, que los entusiasmados en llevarla a cabo.
Mientras el mundo se debate en acciones urgentes, para encontrar la mejor solución al más grave problema a futuro para la vida en esta tierra, en nuestra ciudad, el intendente se da el lujo de, ni siquiera, apurar una decisión en la materia.
Como si Junín viviera en el mejor de los mundos, y en el ambiente más sano.