Cada décima de grado centígrado tiene importantes consecuencias, las decisiones de este "Pacto de Glasgow" llevado a cabo recientemente no garantizan un calentamiento limitado a 1,5°C con respecto a la era preindustrial, el objetivo más ambicioso del Acuerdo de París, que en 2015 echó las bases para la acción climática.
Las acciones de cambio no pueden esperar, entre otras cuestiones porque la debacle ya empezó. Por caso, ya hay precisiones sobre las consecuencias en Argentina. Se conoce cómo varió la temperatura en cada provincia y cuáles son sus efectos sobre el ambiente. Y lo que es más sorprendente, se sabe dónde la temperatura escalaría hasta 5 °C, qué ríos se están secando y qué costas serán devoradas por el mar.
Según la región, en nuestro país, la temperatura subió entre 0,5 y 1 °C. Hay zonas de provincias como Río Negro, Chubut, San Juan, Mendoza o Entre Ríos donde la temperatura promedio está 1 °C arriba que hace medio siglo.
En un extenso artículo publicado en Red/acción se explica que “Si a nivel global siguiéramos con los mismo niveles de emisiones de gases de efecto invernadero, el máximo aumento de temperatura será en el Norte y Noroeste de nuestro país, con temperaturas promedio, para el período 2081-2100, 5 °C más altas que las promedio del corte 1986-2005”. Según Inés Camilloni, experta del Centro de Investigaciones del Mar y de la Atmósfera de la UBA y parte de los científicos que colaboran con el Panel Intergubernamental de Cambio Climático (IPCC) la Patagonia tendría para el mismo período entre 2 °C y 3 °C más que hoy.
Ya existen varias muestras del daño que el cambio climático puede causar en el país con tormentas fuera de lo común, inundaciones y olas de calor. Especialistas de la Fundación Ambiente y Recursos Naturales (FARN) mapearon los padecimientos y riesgos de cada una de las regiones del país en base a estudios científicos de la Secretaría de Ambiente de la Nación y del IPCC, entre otras investigaciones. Los resultados, como era de esperar, fueron muy desalentadores.
INUNDACIONES Y DENGUE
Se proyecta que las precipitaciones y el nivel del Río de la Plata seguirán aumentando a lo largo del siglo. Esto incrementaría la frecuencia de las inundaciones. Pero además se espera un aumento en la intensidad de las olas de calor. Con temperaturas más cálidas y condiciones más húmedas, aumenta el riesgo del avance de vectores, como el mosquito del dengue o la vinchuca, por ejemplo.
En La Pampa, San Luis, Córdoba, Santiago del Estero, Tucumán, Chaco y Formosa se proyecta más calor, en especial al norte de esta región. Además, las sequías serán más prolongadas y podría haber grandes pérdidas económicas por bajo rendimiento de cultivos. Mientras que en contraposición se espera aumento de lluvias en la zona sur y centro de esta región, por lo que habrá más condición de humedad y en consecuencia podría expandirse la frontera agrícola.
PAMPA HÚMEDA
El informe de FARN remarca que las sequías y olas de calor serán más frecuentes en el Litoral y la Pampa húmeda. Sirve recordar que la sequía que en 2018 afectó Buenos Aires, Santa Fe, Entre Ríos, Córdoba y La Pampa generó pérdidas en cosechas de soja y maíz por 6.000 millones de dólares y fue incluida como uno de los 10 fenómenos climáticos más destructivos del año en el mundo.
Pero en la misma región, habrá que prever lluvias más intensas e inundaciones. “Los cambios en el uso del suelo de esta región han incrementado los caudales de los ríos de la cuenca del Plata, potenciando el riesgo de inundaciones”, dicen desde FARN y explican que la necesidad de salvaguardar ganado de las inundaciones en el Litoral es un buen ejemplo de que el fenómeno ya se está dando.
Por otra parte, en La Rioja, Catamarca, Salta y Jujuy conforman la región donde se proyectan los mayores aumentos de temperatura y de días con olas de calor. Las altas temperaturas podrían continuar acelerando la evaporación del agua y de esa manera disminuir la disponibilidad en la región. "Es la región que corre mayores riesgos de impacto social debido a las olas de calor y el estrés hídrico", apuntó FARN.
A su vez, estiman que habrá una fragmentación y reducción de los humedales altoandinos. “Esto puede traer problemas ecosistémicos que afecten a la población de llamas. Y en consecuencia a producciones locales que trabajan con su lana”, ejemplificó Maurtua y remarcó que las temperaturas “podrían afectar las horas de trabajo y de esparcimiento al aire libre en las épocas más cálidas”.
CUYO SIN AGUA
Las principales consecuencias del cambio climático en Mendoza y San Juan están vinculadas al agua. Se espera que disminuyan aún más las áreas de los Andes que están cubiertas por hielo. Ese deshielo y la disminución de las precipitaciones están acelerando el agotamiento de las aguas superficiales, por lo que se prevé mayor vulnerabilidad de varias economías regionales.
“La industria del vino depende de los ríos de deshielo y es uno de los sectores que mayor previsiones está tomando al respecto”, advierten los especialistas y remarcan que se espera una reducción significativa de los caudales de los ríos San Juan, Mendoza y Atuel.
Además se estima una disminución de las lluvias y un aumento de la temperatura, lo que provocaría un escenario de mayor aridez en la estepa de Río Negro, Neuquén, Chubut y Santa Cruz. Ese cuadro puede acelerar el proceso de desertificación de miles de hectáreas como consecuencia de la degradación del suelo.
Lo dramático es que cada año en todo el país, aunque principalmente en la Patagonia, dos millones de hectáreas se suman a las 100 millones de hectáreas secas del país que están en proceso de degradación y desertificación. A su vez, el aumento del nivel del mar podría acelerar los procesos erosivos sobre las costas, aumentando el retroceso de las playas y acantilados.
No hay tiempo que esperar y toda acción cuenta a nivel global, pero también en lo individual. El pasado nos condena, el presente nos apura y el futuro nos exige que cambiemos, si es que queremos disfrutarlo en el planeta.
¿Y ahora qué? ¿Qué hace Argentina para mitigar la emisión de gases?
El país espera no exceder las 483 mega toneladas de dióxido de carbono para 2030. Para lograrlo, se creó en 2016 un gabinete de cambio climático que conforman los ministros. De ahí salieron las propuestas para alcanzar la meta.
El aporte más sustancial lo deberá hacer el área de Energía, con el incremento de renovables en la matriz energética. En segundo lugar, el gobierno apuesta a no seguir perdiendo superficie de bosques e implantar nuevos, algo que hoy se evidencia como difícil. Por su parte, la Agroindustria debe trabajar en la incorporación de prácticas productivas más sustentables.
Lo individual no debe ser visto como algo totalmente ajeno a lo colectivo. Y si no veamos lo que ocurrió en Argentina en apenas los últimos años, donde la movilización de la sociedad civil —de forma presencial e incluso también a través de las redes sociales— dio impulso a que el Congreso Nacional avance en la sanción de la Ley de Cambio Climático.