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Vive hace 50 años de recuperar modelos clásicos: un taller funciona en Junín - Semanario de Junín

LOCALES | 27 MAY 2022

TRABAJO CON PASIóN

Vive hace 50 años de recuperar modelos clásicos: un taller funciona en Junín

Roberto Lourido maneja dos talleres: restauró un Mustang Hardtop 1966 que le demandó un año de trabajo y hoy vale US$50.000.

TAGS: TALLER, AUTO


Hay trabajos que sólo se pueden hacer con pasión. Aunque la actividad revista un negocio en sí mismo, restaurar un vehículo que ha sufrido el desgaste del paso del tiempo y el descuido, volverlo a su estado primigenio, es una tarea que demanda paciencia, una labor que linda con lo artístico.

Alcanzar el objetivo implica un alto grado de profesionalismo y conocimiento en materia de mecánica y diseño. Existen los casos aislados de emprendedores de garaje, los fanáticos que se lanzan solos a la aventura, pero en general la restauración de vehículos se lleva adelante en talleres donde existen las herramientas y maquinarias necesarias como para volver realidad un sueño.

En la Argentina, un país amante del automovilismo, hay sobradas anécdotas al respecto. Roberto Lourido es mecánico y vive en San Juan. Tiene 65 años y confiesa que desde los 12 anda metido entre los fierros. “Soy un apasionado. Lo mío es amor, es arte, no lo hago para sacar chapa o cartel”, cuenta a la distancia.

Lourido tiene dos talleres: uno en San Juan y otro en Junín. No trabaja solo sino que cuenta con un equipo de mecánicos que lo ayuda y, propio del rubro, “un muchacho al que le estoy enseñando el oficio”.

Su trayectoria como restaurador es extensa y colorida. Dice que vivió cuatro años en los Estados Unidos, volviendo al presente autos clásicos y antiguos que parecían haber perdido todo signo vital. En su carpeta de trabajos realizados hay modelos para elegir. Le pedimos que escoja uno para narrar su historia y él pone el dedo sobre una foto: el Ford Mustang Hardtop modelo 1966.

Lo describe como “un coche atractivo”, un trabajo que hizo a pedido para un cliente hace un puñado de años y que hoy en día cotizaría aproximadamente en US$50.000. El Mustang Hardtop, con su fina estampa de pisterito, estaba arrumbado bajo el techo de un cobertizo, a un tris de convertirse en chatarra.

“El auto llegó en un estado deplorable, ya muy manoseado. Muy destruido en la parte mecánica y eléctrica. Tuvimos que poner manos a la obra con todo el motor y la electricidad del auto. También tenía muy afectada la chapa y la tapicería. El tren delantero estaba arruinado. Se tuvo que restaurar a nuevo, todo entero, desde cero”, recuerda.

La labor de restauración del Mustang demandó más de un año para dejarlo como nuevo. El equipo no ahorró ni tiempo ni esfuerzo. Claro que en el camino, se sabe, surgen imponderables.

Conseguir las piezas originales puede ser un albur, sobre todo en una Argentina donde la inflación y la restricción cambiaria ponen palos en la rueda.

Cuando ocurre esto, Lourido no duda: “Entonces las piezas las fabrico yo”. En sus talleres cuenta con lo necesario como para realizarlo con éxito. “Si tenemos que importar piezas desde Estados Unidos, con todas las trabas que hay para traer cosas, tardaríamos mucho más. Con la parte mecánica pasa exactamente lo mismo. Si hay que traer un repuesto de afuera, el precio del dólar no nos conviene. Tratamos de recuperar todo lo que hay, reparar lo que existe”, explica.

Y añade: “En el caso del Mustang tuvimos que reparar hasta el burro de arranque, bobinarlo desde abajo hasta el fondo. Hacerlo todo nuevo. Traer un burro de arranque de allá, de Estados Unidos, estamos hablando de casi 1.000 dólares. Y no teníamos esa plata. Quedó todo original. Con los guardabarros originales de fábrica. Una joya”.

- ¿Qué le cuesta más restaurar, la mecánica o todo lo que es diseño y estética?

- Más que nada la mecánica porque a veces no se consiguen algunas cosas. Por ejemplo, se rompió una biela, está perforado un block, eso ya es una cosa casi imposible de hacer. Igualmente se busca cómo soldar el block, recuperarlo. Si se rompió una bomba y tenemos que fabricarla de nuevo, hay que conseguir un tornero. Por eso todo esto es bastante complejo. Ahora tengo una camioneta Chevrolet Champions del año ‘28. Esa la tenemos que hacer toda nosotros porque ya no hay nada de eso.

Demanda

El mercado de la restauración no queda al margen de los vaivenes de la economía argentina. “Hay muchos fanáticos en el país –reconoce Lourido-, pero hace varios años que se cortó un poco por el precio del dólar, la inflación y cómo está marchando la economía. Quedó todo medio truncado. Nosotros antes restaurábamos muchas Baquets, que había bastantes en el país. Estaba el Tour de Baquets de Mendoza. Había 30 o 40 autos y quedaron 5. Se fue deteriorando todo”.

El negocio funciona a demanda, salvo en lo que son sus proyectos personales. La búsqueda del vehículo es también una tarea ardua que tiene mucho de arqueología urbana. Hay que saber dónde buscar y a quién consultarle.

“Compro vehículos, pero la venta no está buena. Primero tengo la novia para casarme y después compro el vehículo. No voy comprar un auto para restaurar si después no sé si lo voy a vender. Si hay un pedido concreto, salgo a buscarlo y se consigue. Acá en San Juan hay muchos autos viejos, muy buenos, y que están en condiciones. Por el tema del clima, de la humedad, acá es muy seco y los autos se mantienen muy bien”, afirma Lourido.

Y agrega que “si vas para el lado de la costa, el centro de la pampa, Entre Ríos, Corrientes, Misiones, todos esos lugares son zonas de coches que no voy a ver porque los autos están muy podridos, picados. En Santa Fe hay muy poco. En Entre Ríos hay mucho parque para donantes, es decir autos que se compran para sacar repuestos”.

Lourido cierra la carpeta con sus trabajos, las fotos de esos autos que son una pieza de arte en sí mismos, y confiesa: “Ahora estoy en el proyecto más grande de mi vida”. El mecánico sanjuanino y su equipo se han lanzado a armar un Mercedes 300S original, y dice que piensa llevar el proyecto a Autoclásica, la feria que retorna al hipódromo de San Isidro luego de dos años de ausencia por la pandemia.

“Ahora estamos con el chasis, pero ya tenemos todo el aluminio comprado, incluida la parte mecánica y lo estructural. Ya sacaron las plantillas de madera, el diferencial, hay muchas cosas”, cuenta, entusiasmado. Lo van a fabricar de cero y, estima, tendrá un precio de US$1 millón.