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Apoyarse en la web es colaborar para el derrumbe de puestos de trabajo - Semanario de Junín

LOCALES | 28 OCT 2022

EL MERCADO POSTAL EN LA ERA DEL MAIL

Apoyarse en la web es colaborar para el derrumbe de puestos de trabajo

La AFIP, ANSES, ARBA, Gas Junín, la Municipalidad y un montón de empresas pretenden que el ciudadano común realice en su propio domicilio lo que tendrían que hacer ellos. Y encima, gratis.



¿Por qué yo tengo que montar en mi propia casa una oficina para otros? Pues porque en el campo de las tan controvertidas “ciencias humanas de la globalización”, el mero observador o vecino forma parte de las condiciones que imponen los tiempos que corren, sin que nadie alce la voz o, siquiera, insinúe una tibia protesta. Lo cual equivale a decir que uno no es para nada un simple observador, sino un activo participante de lo que se le “asigna” y, sin darse cuenta… ¡destruye puestos de trabajo!

Fanáticos de la cháchara, los argentinos no cierran la boca ni siquiera cuando les toca, y tanto el tipo de palabras que eligen para comunicar lo que quieren decir como la manera de expresarlas son reveladores de toda una manera de pensar y vivir en un país en el que “hablar” ha sustituido al “hacer”. Los eufemismos, tan caros al ser nacional, también tienen lugar en el bla bla bla cotidiano. Sin embargo, en muchos casos, como éste, no dicen ni “mu”, aguantando sin chistar.

Somos empleados sin sueldo de la Municipalidad, ARBA, EDEN y de todas las catervas de empresas públicas y privadas que nos obligan a bajar de la web lo que ellos deberían hacer

¿Cuántas veces hemos escuchado a los funcionarios de este gobierno, del anterior, del anterior del anterior, recitar el mismo versito de siempre, copia exacta de lo que expresara Nicolás Avellaneda el 12 de octubre de 1874, cuando asumió la presidencia del país?: “Pretendemos aumentar considerablemente los puestos de trabajo”. Y lo que hicieron, durante más de un siglo, fue al revés, por complicidad o por negligencia.

La Municipalidad local, los bancos, las telefónicas, las empresas de energía, la AFIP, la ANSES, Gas Junín, ARBA, las automotrices y la mar en coche nos vienen aturdiendo con una exigencia desmedida: nos piden a gritos que hagamos todos esos trámites apoyados en la web, como si la utilización de la web fuese patrimonio de la humanidad y la unanimidad de los argentinos pudieran acceder alegremente a esa bendita web. En una palabra: nosotros, los consumidores, tenemos que montar una oficina en nuestros domicilios exclusivamente para ahorrarle el trabajo a ellos y dejar sin laburo a un montón de gente: distribuidores, mensajeros y hasta el propio Correo, que al paso que vamos tiende a desaparecer. Entonces, ¿fomentamos la creación de empleos o colaboramos para su paulatina extinción? Pero paradójicamente, vemos que los funcionarios de todos los tiempos, tanto del Estado como privados, nombran parientes a discreción, olvidándose del concurso que premia al mejor.

En el caso de los bancos, la cuestión es más grave. La línea de cajeros hasta hace unos años era interminable, con atención personalizada y hasta familiar, como ocurría en la sucursal local del Banco de la Provincia y también en el Nación.  Ahora son apenas dos o tres, con colas interminables. Todos estamos registrados, de una u otra forma. Bancarizados, mejor dicho. Una definición moderna, pero no mejor que antes, desde el punto de vista práctico. La electrónica parece entronizarse como figura central de los tiempos que corren, dejando sin trabajo a muchos cajeros. ¿Qué dice el gremio? No sabe, no contesta. Para depositar una cantidad superior a los 30 mil pesos (para algunos establecimientos la cifra puede ser inferior o superior), hay que hacerlo en la máquina. En mi caso, que suelo comprar muchos libros “de viejo” a través de Mercado Libre, me niego rotundamente a eso: exijo pasar a la caja para que me atienda alguien de “carne y hueso”. ¿Y si todos hiciéramos lo mismo?

Ahora somos empleados sin sueldo de la Municipalidad, de ARBA, de EDEN y de todas las catervas de empresas públicas y privadas que nos obligan a bajar de la web lo que ellos deberían hacer, distribuyendo domiciliariamente, como corresponde. O sea, cautivos de los dueños de la pelota que ni siquiera conocemos. Tenemos montada para “ellos” una pequeña oficina en nuestros hogares, pero sin recibir absolutamente nada a cambio. Al menos una atención simbólica: un manojo de hojas para imprimir, acaso internet sin cargo, un curso gratuito de computación, un par de cartuchos de tinta, una notebook de regalo. ¡Minga…!

La electrónica parece entronizarse como figura central de los tiempos que corren, dejando sin trabajo a muchos cajeros

Al margen de regalitos que no llegan, la comuna local tiene desde hace algunos años la saludable costumbre de generar un descuento por “buen cumplimiento”. Es decir, a aquellos vecinos que abonan sus servicios en tiempo y forma. A partir de este año, le agregó dos nuevos descuentos. En definitiva, la grilla se conforma así: 15% por buen cumplimiento; 5% si uno se adhiere a la boleta digital y otro 5% por apoyar el débito automático o directo. En buen romance, eso significa eliminar puestos de trabajo, amparados en un simpático disfraz económico. En el caso de ARBA, las bonificaciones por “pagar al día” el impuesto inmobiliario, son mínimas y el impuesto a los automotores, por ejemplo, no realiza descuento alguno.

Hay que reconocer que la aparición de un nuevo medio de comunicación siempre ha dado la impresión que anularía a los anteriores. Sin embargo, no ha sido así. La llegada del teléfono no eliminó al telégrafo. El nacimiento de la radio no hizo desaparecer a la prensa escrita, como en un principio parecía que iba a ocurrir. Ni tampoco la televisión anuló a la radio. Así, pues, cada medio ha sabido encontrar un espacio que los otros no son capaces de llenar, aunque en el caso del tema en análisis, es más que evidente la caída de muchísimas franjas laborales.

De este modo, las nuevas tecnologías de la información y la comunicación y dentro de ellas de forma especial el correo electrónico, parece que son en la actualidad una amenaza para los envíos que circulan por los correos postales. Así lo manifestaba en Bruselas el director general de la Oficina Internacional de la Unión Postal Universal (UPU), Thomas E. Leavey, quien en el año 2003 enfatizó:  "debemos afrontar la realidad: las comunicaciones físicas en la forma de cartas continuarán decreciendo progresivamente en los próximos años. A pesar de que la mitad de los países miembros de la UPU ha visto crecer su tráfico postal en 2002, nuestras últimas estadísticas sobre los volúmenes de cartas domésticas muestran una reducción global de alrededor del 40 por ciento. Algo similar ocurre en los países de Latinoamérica".

No sólo Thomas E. Leavey ve el correo electrónico como una amenaza para los correos tradicionales. Un gran número de expertos y responsables de Correos de diferentes países hacen afirmaciones como: "los volúmenes de envíos caerán mientras que los avances de las nuevas tecnologías incrementarán la sustitución electrónica".

 

Factura electrónica, una nueva amenaza al correo tradicional

Factura electrónica, firma digital y sucursales virtuales son algunas de las alternativas que se suman al correo electrónico –que reemplazó a las comunicaciones interpersonales remotas con un click– y ponen en jaque a las empresas de correo postal.

La inquietud ya fue transmitida al Gobierno. El reclamo llegó a fines del año pasado por la Comisión Nacional de Comunicaciones (CNC), que envió una nota a las telefónicas para que se abstengan de utilizar en forma automática la factura electrónica, y este año se trasladó el tema a la Defensoría del Consumidor para que analice la elaboración de una resolución que limite el reemplazo de los recibos en papel.

Mientras que hasta 2008 el negocio postal crecía a un ritmo de dos dígitos, el mercado, liderado por Correo Argentino, OCA, Andreani y EMA registró el año pasado un incremento en unidades del 3,3%: de 1.375,8 millones a 1.421,6 millones de envíos. Pero desde la cámara que nuclea a las firmas destacan que entre 2008 y 2010 el aumento fue de apenas el 2%, porque fue precisamente hace tres años que se llegó a lo que consideran el piso histórico, de 1.394,6 millones de piezas. Para 2017 estiman una evolución similar.

“El sector venía creciendo hasta 2008 a tasas de dos dígitos, por lo que, en realidad, este amesetamiento señala una caída en los volúmenes que, de haber mantenido una curva de crecimiento, debería haber alcanzado en 2010 un nuevo récord de más de 1.550 millones de envíos”, indica un informe de la cámara de correos privados (AECA).

“En cuanto a la facturación, se ha registrado un crecimiento nominal del orden del 24,7%, consistente con el incremento de costos en el período que, según la incidencia del factor mano de obra (producto de la antigüedad del personal y de otras variables), osciló entre el 23 y el 25% en el sector privado”, añade el trabajo, que atribuye el aumento de ingresos sólo a la suba de costos, especialmente de recursos humanos, que en los últimos diez años fue absorbido por el gremio de camioneros, mientras que antes estaba en comercio.

En cuanto a participación de mercado, el Correo Argentino mantiene el liderazgo, con el 39% del total. El 61% restante del mercado privado se divide (medido en unidades) principalmente entre las cordobesas OCA (que incluye a la empresa Seprit), con el 19,4%; EMA (3,9%) y Andreani (2%). En facturación, hay una pequeña variación: OCA tiene el 25,2%; Andreani, 4,4% y EMA, el 1,3%. El resto de la actividad está muy atomizada, con múltiples jugadores de mucha tradición, que sufren principalmente la competencia de pequeñas mensajerías, muchas de las cuales no estarían registradas.

EMA, que tiene una fuerte presencia entre las empresas de servicios, reconoce como principales factores críticos para el negocio la reducción del mailing, de la publicidad en papel y la desaparición de las AFJP, por el envío de resúmenes mensuales a sus afiliados. Y grafican que “hay muchos bancos que unificaron envíos”. Además –dicen desde la firma– hay compañías de tarjetas de crédito que están promoviendo la recepción de facturas por correo electrónico, que se suman a las que están implementando las sucursales virtuales y los trámites digitales.

Sin embargo, desde Telefónica aclaran que el uso de la factura electrónica es aún limitado, que el mecanismo no es compulsivo, que actualmente tienen unos 300.000 clientes que la adoptaron y reconocen que hay promociones para su utilización, que es aceptada principalmente por los clientes más entusiastas de la tecnología.

Javier Honikman, socio fundador de Nexo, una de las firmas postales más antiguas del mercado y que se mantuvo con formato de pyme, con 200 empleados, cuenta que su estrategia fue apuntar a un público muy segmentado y fidelizarlo con prestaciones especiales. “Fuimos el primer correo en incorporar el código de barra, cuando sólo lo usaban los supermercados”, cuenta Honikman. La empresa ahora tiene una prestación que traduce en pieza postal los envíos digitales. En su caso, el empresario cita a la competencia desleal como principal inconveniente. “El personal representa hasta el 75% de los costos y si está en negro, quien lo tiene así se convierte en hipercompetitivo”, se lamenta.

En tren de defender con dientes y uñas el negocio, todas las empresas del sector intentan retrucar el argumento sobre el beneficio ecológico de los envíos electrónicos. “Si hay 500.000 facturas digitales, luego se convierten en 500.000 impresiones domésticas, en papel que no es certificado y con cualquier tinta”, ilustran.