El lugar donde funcionó desde la década del ’70 Radio Junín, luego de la venta de la casona, está siendo demolido lentamente, algo similar a lo que ocurrió con la empresa de medios en los últimos años.
Fueron décadas de “servicio público” al vecino brindado por la radio AM, cuando las comunicaciones eran la nada misma, comparadas con estos tiempos en los que sobreabunda la información aunque como contrapartida no sabemos que es verdad y qué es mentira, porque nos hemos acostumbrado a comer lo que nos dan ya digerido, como a los pichones que esperan con la boca abierta en el nido.
Tiempos en que desde la radio nos enterábamos que un familiar requería de nuestra asistencia, que nos venían a visitar desde otro pueblo o que ya había llegado la encomienda y había sido dejada en “Hipólito Yrigoyen, frente al registro civil”. Llaveros, billeteras, medicamentos, incluso algún escarpín de bebé llegaba a la oficina de “objetos perdidos” de la emisora. Hasta los cumpleaños de los pibitos se festejaban por radio y alguno caía de colado a la casa para ver si había fiesta después de escuchar los saludos de los cebollitas. Así nos enterábamos también acerca de quién se había “ido de gira” para no volver.
Tiempos de entretenimiento e información bien juninense en la ciudad y el campo, cuando los programas de tv arrancaban por la tarde y las condiciones climáticas nunca eran propicias para evitar la lluvia en la pantalla. Por eso la AM no fallaba, sea con energía o con pilas.
Grandes figuras de la locución, que andaban por la calle sin egos y con una sonrisa, siempre, cuando alguien les acercaba en un papelito algún saludo o un pedido para la mejora barrial.
Relatores deportivos, comentaristas de todo deporte local, traslados de equipos para acompañar a los equipos juninenses. Apuesta empresaria, pero por sobre todo una tarea humana que quintuplicaba la -por lo general- magra inversión realizada.
“Una sombra ya pronto serás” parece sugerir Osvaldo Soriano desde su libro cuyo título nos viene a la memoria al ver los despojos. Despojos que no sólo se muestran en los escombros, sino que también se manifiestan en la decadencia periodística y comunicacional de estos medios que se transformaron en simples propaladores de publicidad, ya sea la comercial tradicional, pero sumando la más abyecta, la propaganda política partidaria a cambio de la pauta que les da supervivencia, pero no honores.
Puerta de ingreso a la ex Radio Junín
Porque más allá de la bajada de línea confesional que por lógica siempre ostentó, acorde a la raíz de su propiedad, la radio al igual que el diario, dejaron de lado el espíritu solidario que promueve el periodismo como servicio público y haciendo lo contrario a lo que Cristo proclamó, vendieron el templo a los mercaderes.
Una de las oficinas que ya es tapera
Hoy vemos con añoranza los escombros sabiendo lo que fue, pero con tristeza asistimos a la pérdida de una empresa que pudo ser faro y se conformó con ser penumbra. Por eso la demolición no sólo se llevará al edificio, sino que ya se llevó los valores que deben preservar quienes tienen la responsabilidad de cumplir un rol social como lo es el de la información. Nos queda la admiración por aquellos que pasaron dejando una línea de trabajo y compromiso social reconocido por tantos juninenses y la decepción por quienes fueron partícipes de una debacle en la cual ya no queda nada por perder, ni siquiera la dignidad.