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Fernando Cabrera y su mirada distinta de la música uruguaya - Semanario de Junín

CULTURA | 14 ABR 2023

CIUDADANO ILUSTRE DE MONTEVIDEO

Fernando Cabrera y su mirada distinta de la música uruguaya

Su lírica poética y su personal ejecución de la guitarra lo han convertido en un prestigioso representante de la canción y un referente indiscutido para las nuevas generaciones de cantautores del Río de La Plata.



Fernando María Cabrera Seijas (Montevideo, 8 de diciembre de 1956) es un guitarrista, cantante y compositor de música popular uruguaya. También escribe poesía, enseña y produce música. Posee una extensa carrera como solista; se ha desempeñado como compositor de música para películas y como arreglador musical. Es considerado como un autor de referencia, que con su obra ha influenciado a la nueva generación de jóvenes creadores de la música oriental. En junio de 2012 recibió el Premio Graffiti a la Trayectoria y en 2018 fue declarado “Ciudadano Ilustre de Montevideo”.

Debutó en 1977 con el trío “Montresvideo” y siguió con el grupo “Baldío” en 1982. Comenzó su carrera solista en 1984, heredero de una tradición de artistas únicos e irrepetibles como Eduardo Mateo y Eduardo Darnauchans, con quienes trabajó. También se desempeñó como arreglador y productor, y ha tocado en escenarios locales e internacionales. En 2003, fue elegido como mejor solista internacional por la revista Rolling Stone argentina.

“Fernando Cabrera es un referente ineludible de la cultura popular uruguaya. Su particular estilo para cantar, su lírica personalísima, su modo de tocar la guitarra, forman parte de la banda sonora de la vida de varias generaciones, dentro y fuera de fronteras”. Es el comienzo de un libro escrito por Andrés Pampillón y Jorge Temponi, a partir de innumerables charlas cómplices con el protagonista, logran descubrir al verdadero Fernando.

Este talentoso guitarrista acaba de ponerle música a una atractiva película boliviana-uruguaya, llamada “Utama”. Se trata de una historia sobre el arraigo, la pertenencia y el apego a un hogar. Es una reflexión sobre el paso del tiempo, el progreso y la decadencia, la voluntad de irse peleando y sobre las tradiciones. “Utama” es realismo puro y duro, y realismo mágico. Es una historia pequeña sobre una familia, pero también es global. Tira puntas sobre el calentamiento del planeta y el cambio climático, sin bajar línea. Se trata del primer filme de Alejandro Loayza Grisi, y es una coproducción boliviana (la tierra de su director y guionista y donde se ambienta la historia) y uruguaya, con algunos de los principales roles técnicos de orientales, como Bárbara Alvarez, directora de fotografía, Fernando Epstein como montajista y Federico Moreira como director de sonido y productor, además de la participación especial de Fernando Cabrera en la banda sonora.

Dice la página Alternativa: “Fernando Cabrera tatuó a una camada de músicos indie que vieron en él la posibilidad de hacer un tipo de canción popular diferente. Hay diez canciones por lo menos que se ganaron el cielo: “Te abracé en la noche”, “Viveza”, “El tiempo está después”, “La balada de Astor Piazzolla”, “Dulzura distante”, “La casa de al lado”. Cada uno tiene su Cabrera personal y en vivo, una oportunidad de frotar la lámpara y –si se quiere, si se hace el esfuerzo– ver a un genio". (Mariano del Mazo).

“Siendo una personalidad artística extremadamente inquieta, con muchísimos temas compuestos, otros tantos arreglados, muchos de otros autores recreados e incluso su poética publicada ("Mudanza", en Brasil, y el DVD / libro "Intro"), Cabrera no se detiene y continúa sorprendiéndonos. Su primera biografía llegó a las librerías en ‘Cabrera según Fernando’, libro de los periodistas Andrés Pampillón y Jorge Temponi que concentra en 180 páginas una serie de entrevistas con el cantautor de Paso Molino en el 2016. Y el 2017 concluye con el lanzamiento en Montevideo de "432" de un nuevo disco, del cual adelantará varias canciones en estas nuevas presentaciones de gran intimidad y cercanía, solo con su guitarra en Café Vinilo”

Fernando Cabrera fue el director musical del espectáculo organizado por la Fundación Zitarrosa, que tuvo lugar el 11 de marzo de 2016 en el Estadio Centenario de Montevideo, en homenaje a los 80 años que cumpliría Alfredo Zitarrosa. El catalán Joan Manuel Serrat, la argentina Liliana Herrero, la mexicana Tania Libertad y los uruguayos José “Pepe” Guerra, el dúo Larbanois-Carrero, Maia Castro, Malena Muyala, Jorge Drexler, Martín Buscaglia, Fernando Condón, Lisandro Aristimuño, los hermanos Méndez, Julio Cobelli, Daniel Viglietti, Numa Moraes, Washington Carrasco, Luciano Supervielle, Juan Campodónico y Christian Cary, entre muchos otros

Esa noche, guiada de cerca por Cabrera, tuvo momentos conmovedores, como la irrupción de Christian Cary, con la mirada rockera de “Adagio a mi país”, que electrizó al estadio. Quizá las dos intervenciones de Liliana Herrero reflejaron lo más emotivo de la velada, con “El violín de Becho”, acompañada por la orquesta de Fernando Condón, y “La desvelada”, en solitario con la guitarra de Fernando Cabrera. La uruguaya Cristina Fernández (“Para Manolo”) resultó otra de las figuras muy aplaudidas, junto a las nuevas generaciones del pueblo oriental, como Malena Muyala, Maia Castro y Martín Buscaglia. Jorge Drexler exhibió el costado más romántico de Zitarrosa, con “Stefanie”. También fue hermosa la adaptación de Martín Buscaglia y Lisandro Aristimuño de “Los dos orientales”, bella canción.


¿TU MÚSICA ES NOSTÁLGICA?


La revista Timbó realizó en mayo de 2020 una extensa entrevista a Fernando Cabrera, con fotos de Fabián Centurión, donde el guitarrista se explayó sobre diferentes temas. Entre otros, una pregunta:  “¿Tu música es nostálgica, te identificas con esa interpretación?”.  “Solo en un pequeño porcentaje de mis canciones pudiera haber algo llamado “nostalgia”, pero ni yo lo quiero subrayar, ni es mi intención. No me gusta la nostalgia, ni tampoco provocarla como un insumo espiritual porque no sé si es algo positivo. Si viene un día y tenés un pequeño momento de nostalgia inevitable porque tus recuerdos te lo traen, que venga, esté un ratito y que se vaya. Vivir en estado de nostalgia no da, es vivir en otra cosa que ya no está, que ya no existe, tenemos la obligación de combatirlo. Si nos pasa eso, es mejor no regodearse. No pensar: “Lo pasado fue mejor, que mal que estoy ahora”, eso es peligroso psicológicamente. Entonces, es más sano decir: “Si pasaron cosas buenas, que suerte que tuve. Forman parte de mí y la vida sigue». Una pérdida, un ser querido que murió, no importa: sea lo que sea, no permitir que se instale en tu cabeza el estado ese de pena, de lamentarse. Es muy paralizante. Más de una persona me lo ha dicho, pero no quiero representar eso. Deben ser el uno por ciento de mis canciones que son nostálgicas. Hoy no las haría” (FC).

Otra curiosidad de Timbó: “Además de músico, nosotros te nombramos como poeta. ¿En qué momento te sentaste a escribir? ¿En qué momento dijiste “estoy escribiendo mis canciones de esta forma”? “Empezó como un juego a los 12 años. Un tanteo de “a ver si puedo”. Lo intenté. Los primeros intentos, las primeras canciones eran horribles, no son cosas que conservé o grabé. Fueron tanteos. Las ideas que tenía a esa edad eran limitadas en ese aspecto, con muy poca información, con pocas lecturas. Mi mundo de expresividad poética era muy limitado. Escribía pavadas. También a partir de esa edad empecé a tener cierto contacto con la literatura y con los buenos letristas de canciones. Le presté atención a las grandes letras que había en nuestro entorno o en Brasil, menos el mundo anglosajón porque yo no sabía inglés hasta que conseguí traducciones de Dylan por ejemplo. Pero si tenía a mano a Yupanqui, a Serrat, a Chico Buarque, a Zitarrosa, grandes letristas. Me gustaba mucho lo que hacía Horacio Ferrer con Piazzola, todo el repertorio de los Olimareños. Después comprendí lo que era cierto manejo libre del surrealismo, metáforas muy locas. Y también el primer disco de Almendra, las letras de Spinetta cuando tenía 18 años: Fermín, Muchacha ojos de papel, Laura va. Eso es poesía. Yo empecé a pensar que había una forma distinta de combinar las palabras, no tal como hablamos todo el tiempo. También hay una manera más riesgosa de combinar dos palabras para que eso dé otro resultado, algo nuevo. Es un poco la definición de metáfora, ¿no? Empecé a escribir de otra manera. Ahí tempranamente creo que descubrí una forma de escribir que quizás sea la que tengo hasta el día de hoy. A uno se le marcan las cosas tempranamente, lo mismo que la música. Todas mis influencias entre los quince y los veintipocos son las herramientas que yo seguí manejando hasta el día de hoy. Después no seguís con la misma fiebre de escuchar y escuchar que tenés en la juventud de asimilar tanto. Una vez que llenás el baúl, te dedicás a reordenar esas cosas”. (FC).