El litio es un metal que se usa para fabricar baterías recargables en todo tipo de dispositivo, desde teléfonos inteligentes hasta computadoras portátiles. Hay un lugar en el mundo, al que se lo denomina el “triángulo del litio”, una franja de los Andes que abarca la triple frontera entre Argentina, Bolivia y Chile, donde se encuentran los yacimientos de litio más grandes del mundo.
Argentina es el cuarto productor mundial de litio, pero algunos residentes de Jujuy señalan que, además de no recibir beneficio de la industria, su estilo de vida está amenazado como resultado.
Los lugareños que viven de la tierra y crían ganado en esa región predominantemente rural, temen que esa minería esté secando el suelo y contaminando el agua. La postura de los más de 400 grupos indígenas que habitan estas montañas se complica por el hecho de que muchos de ellos no tienen títulos de propiedad legales de las tierras donde han vivido durante siglos, mucho antes de la llegada de los conquistadores españoles en los años 1500.
Y como no tienen documentos legales para respaldar sus reclamos sobre la tierra, podrían enfrentar el desalojo según una polémica reforma constitucional aprobada en junio por el gobernador de Jujuy, Gerardo Morales. La nueva constitución también limita el derecho a la protesta, pero eso no ha disuadido a las comunidades indígenas que han bloqueado las carreteras que conducen a las minas de litio.
Gran parte del litio de esta región se encuentra debajo de salinas en la forma de salmuera de litio. Hay un total de 38 proyectos mineros de litio en el norte de Argentina, tres de los cuales ya están en operación.
Las mineras no paran de invertir en los habitantes, venciendo las resistencias iniciales y ganándole a la inacción del Estado provincial
Para llegar a los yacimientos subterráneos, las compañías mineras deben primero taladrar. Luego se bombea la salmuera hasta lagunas artificiales en la superficie donde parte del líquido se evapora antes de extraer el litio por medio de una serie de procesos químicos.
Las comunidades locales advierten que el impacto ambiental de la minería es considerable, tanto por la inmensa cantidad de agua que requiere el proceso como por la contaminación de aire y agua que pueden producir los químicos utilizados en la extracción.
INVERSIONES EN LIPÁN
Lipán está dividida por la decisión de dejar entrar a la minera Lithos (actualmente denominada Lition Energy), del grupo Pan American Energy (PAE), propiedad de la familia Bulgheroni, la británica BP y la china CNOOC.
La compañía y el entonces gobierno de Gerardo Morales lograron en marzo de 2023 que una asamblea aprobara de manera extraordinaria el ingreso de la empresa a una zona de las Salinas Grandes que pertenece a la comunidad, la mina Agonic, a cambio de promesas de trabajo y servicios básicos para los habitantes que el Estado jujeño no ha garantizado hasta el momento, pero que la minera otorgará.
La extracción de litio requiere grandes cantidades de agua, como unos dos millones de litros por tonelada
La comunidad tiene muchas necesidades: se encuentra aislada y no quiere desaparecer. El aislamiento no es sólo geográfico y ante la ausencia del Estado, la minera ofreció a los habitantes de Lipán las inversiones que nunca tuvieron: desde potabilización del agua que consumen hasta la posibilidad de vender sus artesanías en la capital de la provincia.
“Las mineras terminan actuando como un paraestado, solucionando problemas de las comunidades, proveyendo servicios y bienes que debía proveerles el Estado”, afirmó Silvina Ramírez al sitio elDiarioAR, doctora en Derecho y profesora de posgrado de la Universidad de Buenos Aires, miembro de la Asociación de Abogados de Derecho Indígena (AADI).
Confirmando esos dichos, Lition Energy aseguró que ya lleva invertidos más de $20 millones en diez becas para estudiantes del secundario, a los que este año se sumarán otros diez alumnos. También dará 15 becas universitarias e implementó una plataforma digital en la escuela primaria y secundaria de la comunidad. Además, donó 150 computadoras y facilitó la conectividad en las escuelas, que pasó de 5 a 30 megas, sin costo.
Lition Energy (Lithos) donó además 16 kilos de hilo para que las artesanas de Lipán puedan tejer sus artesanías y capacitó a 17 mujeres del pueblo para que constituyeran su marca (“Lipán Manta”, que significa “de Lipán”). La minera hizo algo muy simple pero trascendental para los habitantes de la comunidad: puso sus artesanías a la venta en las estaciones de servicio Axion Energy (propiedad de PAE) en San Salvador de Jujuy.
El Estado jujeño ha dejado todavía más espacios sin ocupar que la minera no ha dejado de aprovechar para lograr el consentimiento de la comunidad: la empresa invirtió $42 millones en un nuevo sistema de potabilización de agua e instaló 5.630 metros de cañería nueva, seis cisternas y cinco tanques de agua.
“Inclusive estamos llevando el tendido de los nuevos caños de agua hacia el paraje Chilcayito, donde vive una sola persona”, explicó la minera que ‘derrocha bondad’. Con inversiones de este tipo, la resistencia es cada vez menor. Mientras el Estado mira para otro lado, todavía se levantan voces, criticando que el mal será peor en poco tiempo, pero será demasiado tarde.
OTRA AMENAZA
La extracción de litio, el mineral estrella para la transición energética y del que Argentina es cuarto productor mundial, puede ser una amenaza directa sobre los humedales andinos y contrarrestar las funciones a favor del medio ambiente que brindan, según advierten ecologistas y comunidades aborígenes.
El desafío se plantea por los proyectos aislados de extracción de litio, ubicados en el mismo ecosistema donde están los salares sin tener una visión general de la cuenca.
Sucede que diferentes proyectos bombean la salmuera, que luego reposa en grandes piletones a cielo abierto hasta que se evapora el agua y permite extraer el mineral, pero no existe autoridad que analice el impacto sinérgico de los emprendimientos simultáneos, por lo que se desconoce el impacto global sobre los humedales.
Los humedales andinos son ecosistemas muy frágiles, formados por salares, lagos y lagunas, ubicados en Argentina, Bolivia y Chile, a más de 3000 metros de altura sobre el nivel del mar, y que tienen agua almacenada en capas subterráneas.
Son los reguladores hídricos de la región andina, además de ser claves para regular la calidad del aire y la temperatura e, incluso, tienen valor para capturar dióxido de carbono muy elevado.
Los ecologistas advierten de que la aceleración en la producción de litio -Argentina produce cloruro y carbonato de litio- redundará en presiones en los ecosistemas andinos, que exacerbarán la pérdida de diversidad y atentarán contra las contribuciones que brindan al medioambiente.
"Lo que a nosotros nos preocupa es el agua", dijo un residente de la comunidad 'El Moreno', ubicada en las Salinas Grandes, en Jujuy, una de las tres provincias argentinas productoras (con Salta y Catamarca). Estos humedales están habitados por comunidades indígenas que tienen vidas profundamente arraigadas a esos ecosistemas. En Argentina hace más de doce años que la sociedad civil pide una ley de humedales - frenada por los grupos de presión mineros, agropecuarios e inmobiliarios. Además, ahora se suma que la Administración del ultraliberal Javier Milei -quien se ha pronunciado en contra de la agenda ambiental- propone una serie de reformas que, según los ecologistas, avanza sobre ecosistemas protegidos.