Lo que debía ser una fiesta del básquet, terminó siendo un escándalo que avergüenza a Mar del Plata y a la comunidad deportiva. El amistoso entre Peñarol y Quilmes, dos de los clubes más populares de la Ciudad Feliz, debió suspenderse por graves incidentes en las tribunas del estadio Polideportivo Islas Malvinas.
Quilmes dominaba el Clásico de pretemporada ante Peñarol, hasta que los inadaptados de siempre decidieron que otra cosa era más importante. Fallas graves de la organización y el operativo policial.
Antes de que finalizara el encuentro, a 2'32" del cierre, el partido fue suspendido por las graves agresiones que se registraron en las tribunas entre "barras" de ambos equipos.
La escasa distancia entre los hinchas ya había sido puesta en duda desde el comienzo. Si bien en un escenario ideal, sólo se disputaría un clásico deportivo, hay quienes llevaron la rivalidad al extremo y no fueron contenidos.
Todo comenzó con plateistas gritándose entre sí ante la mirada atónita de los efectivos policiales que no previeron el desenlace. Rápidamente, los hinchas se acercaron y si bien algunos guardias intentaron calmarlos, la situación se desbandó.
Así, la platea se convirtió en un campo de batalla, con hinchas que llegaron desde la popular y saltaron las barandas para ponerse cara a cara y desatar el caos a los golpes. Estas corridas dejaron a la vista el desprevenido operativo de seguridad y la lenta reacción policial que, además, no fue la esperada: los efectivos acudieron al uso del gas pimienta para dispersar a los violentos, aplicándolo por igual en cualquier hincha que se encontraba en el estadio.
La Agencia de Prevención de Violencia en el Deporte (Aprevide) fue uno de los organismos más apuntados luego del encuentro, debido a la falta de previsión y mal manejo de uno de los eventos deportivos más masivos y concurridos del año, que debería tener la seguridad necesaria para no permitir que los violentos la arruinen.
Fuente: 0223